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El Reloj.

Me agarró de la cintura y me arrastró hasta la mesa de su despacho complaciéndome con sus mejores besos. Con total decisión bordeó con los dedos mi camisa y tocó la piel de mi cintura subiendo por el interior de la prenda hasta alcanzar mis pechos que masajeó y retorció hasta provocarme un pequeño grito ahogado. Fue brusco de improvisto pellizcó con dureza uno de mis pezones y su boca entonces abandonaron mis labios para aliviar el dolor que acababa de proporcionarme, succionando y chupando mis pezones de una manera deliciosa.

Me subió entonces encima de su escritorio tirando todo lo que había allí, por un momento me dio por pensar en la mujer de la limpieza pobrecilla todo el trabajo que tendría aquí. Sus manos levantaron mi camisa dejando mis pechos al descubierto, sus ojos brillaban con ardor y sus manos recorrieron con el dedo índice y corazón la línea de mis caderas ese roce provocó una oleada inmensa de calor en mi interior que rápidamente se centró en mi vagina. No había ansiedad en sus caricias, no era como las veces anteriores esta vez era diferente, no era rudo sino amable, como si me quisiera de verdad y con esto pretendiera demostrármelo. Me levantó y me puso a horcajadas sobre él, me besó en los labios con una pasión increíble devorándome con su lengua y succionándome, termina de quitarle el resto de la camisa con desesperación y de repente me coge por las caderas colocándome sobre su tremenda erección pero antes de penetrarme por completo me mira unos instantes fijamente a los ojos, y lo que vi era puro amor. Me di cuenta que no dejaba de mirarme mientras entraba y salía de mi interior con cada dura embestida que se hacía cada vez más fuerte, y se estaba conteniendo demasiado por que estaba empezando a sudar.

El tic tac del reloj de la oficina y nuestras respiraciones entrecortadas saturaban mis oídos haciendo que alcanzase el orgasmo inmediatamente.











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Farah 2.

Farah se movió hacia mi pecho y rodeó con la lengua cada uno de mis duros pezones mientras retocaba con las manos los músculos del otro lado. Entonces movió las manos lentamente por mis hombros, y dejó que la camisa se me deslizara por los brazos hasta terminar cayendo al suelo. Escalofríos me recorrieron la espina dorsal cuando noté sus uñas clavadas en mis abdominales hasta llegar a la cintura de mis vaqueros. Tiró de ellos, obligándome a acercarme más a ella, y luego sentí su mano acariciarme a través de la tela con la justa presión. -Farah… Fue todo lo que pude decir mientras intentaba desesperadamente no perder el control antes de haberle hecho el amor. Ella se quitó los zapatos a patadas y yo llevé las manos hasta el dobladillo de su vestido. Mi dedo pulgar acarició la piel desnuda de sus muslos color canela, pero ni de lejos aquello fue suficiente. Así que le levanté el vestido por encima de la cabeza para que se uniera a mi camisa en el suelo. Estaba impresionante con ese su

Completely yours.

-Nunca he hecho esto antes… -respondí un poco asustada. -No, ya lo sé Trisa. Así que si te hago daño o te molesta o no te gusta, necesito que me lo digas. ¿Vale? Para parar en el acto. -me dijo Ceran intentando tranquilizarme. Sentí cómo poco a poco ejercía más presión conforme fue moviéndose hacia dentro. Y luego, con un movimiento rápido, me penetró. Ahogué un grito ante la sensación, me tensé, contuve la respiración y las lágrimas se me acumularon en los ojos sin darme cuenta, quería que saliese de mi interior pero, me quedé quieta y cerré los ojos, dispuesta a no moverme ante tal sensación. -Respira, Trisa. Joder, tienes que respirar, que si no te vas a morir, mujer. ¿Te hago daño? ¿Quieres que lo dejemos?  La voz dubitativa de Ceran me hizo relajarme, mientras sus manos me acariciaban el cuerpo con cariño y depositaba pequeños besos en mi espalda. Tenía razón, una vez que intenté relajarme, el dolor punzante empezó poco a poco a desaparecer.  -Sigue Ceran, puedo con

Sueño.

Dicen que los sueños son la expresión del subconsciente, es decir lo que realmente pensamos o deseamos hacer y no nos atrevemos a exteriorizar.     Casi todas las noches últimamente sueño que estoy acostada desnuda en una mesa grande rectangular, en medio de un salón muy grande el cual está vacío excepto por la mesa. Estoy tumbada boca arriba con los brazos y las piernas completamente abiertas. Y miro a mi alrededor, para mi asombro hay varios consoladores de diferentes tamaños y distintas formas.   De pronto se abren unas puertas que están delante de mí, son completamente negras y muy grandes de ellas aparecen cuatro hombres, altos y fuertes. Todos están vestidos de arriba abajo completamente de cuero y látex negro. Sus caras están cubiertas por unas máscaras que solo deja ver sus ojos y tienen sus grandes erecciones  asomándoles por fuera de los pantalones, me quedo anonadada pues todos ellos vienen masturbándose y las tienen enormes. Uno de los cuatro hombres, que parece el líder,