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Mostrando entradas de septiembre, 2014

The Proposal.

-No te preocupes, mi propuesta no nos llevará mucho tiempo. - ¿Tengo que escucharla? - Lo harás. - ¿Lo haré? ¿Cómo estás tan seguro de ello? Una punzada de deseo fue directo a su entrepierna, su sexo palpitaba demandando atención. - Sí. Porque siempre consigo lo que quiero. - Nunca te han dicho que no, ¿no es así? Él se inclinó sobre ella y resbaló la mano por su costado, sin llegar a tocarla, hasta tenerla enjaulada. - Alguna vez que otra. - ¿Y qué has hecho en esos casos? - Insistir. - Puedo ir adelantándote que mi respuesta es no. Él esbozó una enigmática y satisfecha mueca masculina. - ¿No tendrías que esperar a escuchar primero mi propuesta? Sus ojos color miel se entrecerraron ligeramente. - ¿Crees que debería hacerlo? Él asintió. - Está bien, convénceme.  Dije mirándolo fijamente. - ¿Estás segura de ello? Has sido tú quien lo ha dicho no yo. Me devolvió la mirada ahora sí era de deseo. Cada una de sus curvas quedaba realzada

A break.

Sus grandes manos le acariciaron las rodillas mientras su boca le robó un lento y adictivo beso. Ella se abrió a él, hambrienta por lo que le daba. Lo que la sorprendió fue el obvio espectáculo de necesidad de él con cada ferviente y cada vez más apasionado beso. Su pasión le quitó el aliento. Podía perderse en atenciones como ésta. Con su atención centrada únicamente en la posesión de su boca, apenas se percató de que sus manos se deslizaron entre sus muslos y empujaron las piernas abiertas hasta que el aire frío se precipitó a través de los ahora expuestos labios de su sexo. Gimió dentro de su boca y él se tragó el necesitado sonido. Sus manos masajearon y acariciaron sus pequeños pechos. Cuando sus dedos rozaron sus pezones ella arqueó la espalda dentro de sus manos con un siseo de placer. Con el índice y el pulgar pellizcó sus pezones hasta que ella tomó aire con dificultad. El dolor construido junto al placer. ¿Cómo podía estarse quieta cuando cada caricia y cada sabor estaba d

Como la última vez.

Tomó su miembro en la mano y sin ningún tipo de pudor, comenzó a acariciarse para ella, dejándole observar en detalle lo que podía ofrecerle. Horas y horas de inconfundible placer. Los gruñidos estrangulados de Finn pronto inundaron la habitación, dejándose llevar por el delicioso olor y la respiración agitada de la curiosa mujer. Cerró los ojos e imaginó que tomaba su sexo en su boca una y otra vez, hasta hacerlo culminar y alcanzar el más delicioso éxtasis. Mientras continuaba con la intensa caricia arriba-abajo, arriba-abajo, cada vez más deprisa, cada vez más intensa.  Podía imaginarlo llevándola ahí, subiendo sobre ella y volviendo a besarla como aquella noche. Tocándola esta vez, lo quería a él maldita fuera. Finn estaba empalmado, su duro miembro erecto, orgulloso, enorme y colosal hizo que se le secara la boca comenzando a sentir su entrepierna húmeda y su respiración agitada. Con ambas manos cubrió su rostro en una caricia sensual bajando hacia sus pechos los cuales torturó