Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de abril, 2015

Dag & Helga.

-¿Has cenado esta noche mujer? -Le preguntó él. -¿Cenado? ¿Cómo voy a cenar con lo que ha acontecido aquí?- Le dijo Helga sin mirarlo si quiera. -Bien, como quieras mujer, pero no quiero que adelgaces. A mí nunca me han gustado las mujeres delgaduchas. -¿De veras? ¿Y cómo os gustan las mujeres, exactamente, oh señor? -Con curvas. Con el pecho y las caderas proporcionadas, una cintura delgada y algo salvajes. Como tú, de hecho. -Dijo Dag, y la recorrió con la mirada. -¿Se supone que debo sentirme halagada? -No lo he dicho para halagarte, sino para responder a tu pregunta. Por supuesto, uno no puede evaluar por completo a una mujer hasta que esté desnuda. -Claro, cómo no ibais a pensar eso, vos el “Gran Dag”.- Le dijo Helga con odio. -Estoy seguro de que la mayoría de los hombres estarían de acuerdo conmigo. –Le respondió él acercándose. -Puede ser cierto eso señor. Pero mi experiencia con los hombres es limitada ya lo sabéis. -Y lo que has experimentado no

Flirt.

Mis ojos se abrieron de golpe y me volví a tumbar en cuanto su boca caliente cubrió mi sexo. ÉL miró hacia arriba y me agarró rodeándome el cuello, besándome con furia antes de empujarme de nuevo hacia atrás. Sorprendida, me retorcí de un lado a otro, gritando y gruñendo. Iker gimió contra mí mientras deslizaba su lengua arriba y abajo por mi carne, creando gemidos y gritos en mi pecho. Apreté las piernas tan fuerte como pude, sus dedos se clavaron en el interior de mis muslos. No sentía nada excepto su boca sobre mí. Mi cuerpo se convirtió en una extensión de esa pequeña y rosa boca de entre mis piernas. Sin conciencia, sin vergüenza, quería lo que quería y no me importaba demostrarlo. Mi propio cuerpo me había traicionado. Mis músculos se tensaron, todas las sensaciones que recorrían mi cuerpo se concentraron en un punto que lamió. La cabeza me daba vueltas y en un instante cegador pareció que mi cuerpo explotaba. Arqueé la espalda, mordiéndome el labio, retorciéndome contra su cara