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Mostrando entradas de enero, 2014

Sueño.

Dicen que los sueños son la expresión del subconsciente, es decir lo que realmente pensamos o deseamos hacer y no nos atrevemos a exteriorizar.     Casi todas las noches últimamente sueño que estoy acostada desnuda en una mesa grande rectangular, en medio de un salón muy grande el cual está vacío excepto por la mesa. Estoy tumbada boca arriba con los brazos y las piernas completamente abiertas. Y miro a mi alrededor, para mi asombro hay varios consoladores de diferentes tamaños y distintas formas.   De pronto se abren unas puertas que están delante de mí, son completamente negras y muy grandes de ellas aparecen cuatro hombres, altos y fuertes. Todos están vestidos de arriba abajo completamente de cuero y látex negro. Sus caras están cubiertas por unas máscaras que solo deja ver sus ojos y tienen sus grandes erecciones  asomándoles por fuera de los pantalones, me quedo anonadada pues todos ellos vienen masturbándose y las tienen enormes. Uno de los cuatro hombres, que parece el líder,

Viaje de negocios.

Vengo de comprar del supermercado algo para esta noche y voy pensando de camino a casa los planes para el fin de semana que se presentan realmente aburridos pues a nadie le ha apetecido organizar una salida al campo ni salir por ahí a tomar algo y Sam no está disponible pues tiene una reunión de negocios este fin de semana bastante importante para su empresa, así que me parece que me tocará estar en casa y tragarme las películas tan aburridas de los findes. Subo las escaleras y de repente veo ahí parado a Sam. ¿Pero no tendría que estar viajando a Alemania para una negociación? - Hola cariño. ¿Qué has comprado para cenar? Me dice quitándose la ropa como si nada. - Hola cielo pues he comprado un par de pizzas para el fin de semana tan aburrido que me espera,  pero Sam ¿no tendrías que estar rumbo a Alemania? Le contesté ruborizada. - Sí debería tú lo has dicho pero ser el director de la empresa tiene sus ventajas, he dejado que vaya otro en mi lugar pues al fin y al cabo se

Despertar.

Poco a poco fui bajando la persiana hasta el tope, la poca luz que se filtraba en la habitación marcaba una luz tenue. Ella estaba tumbada y sentí el calor de su cuerpo a medida que las distancias se estrechaban, su aliento me susurró al oído algo que no pude entender bien, a la vez que sus manos rodeaban mi cuello y me atraía hacia ella. Nuestros labios se encontraron, nos besamos con suavidad, de una manera pausada, pero la agitación iba aumentando. Cada vez más intenso, nos mordimos y dejamos que nuestras lenguas se encontrasen. Apreté su cuerpo contra el mío y sentí su corazón acelerándose, oí sus gemidos y noté su bello erizarse cuando besé y mordisqueé su cuello. Mis manos se deslizaron por su cintura, apenas un roce de mis dedos entre sus curvas y fui masajeando sus pechos. Su aliento en mi cuello, me decía que estaba lista. Bajé mi mano derecha recorriendo el camino de nuevo hasta su cintura, bajé por la suave piel de sus muslos y me entretuve un rato, haciéndola espera

Cocina.

Esta noche es una noche especial, hemos preparado una cena familiar para reconciliar a mi marido Jean con su hermana Lena con quien lleva sin hablar desde que se casó con León su esposo de hoy cuatro años que curiosamente coincide con nuestro aniversario de dos años de casados. Estoy en la cocina preparando los últimos detalles de la cena pues el pollo está gratinándose en el horno, todo en la mesa está dispuesto y queda dar los últimos retoques al postre, un pastel de manzana delicioso. Jean se acerca por detrás y me empieza a masajear el culo por encima de los pantalones me aprieta tan fuerte que incluso me duele a la vez que comienza a excitarme, decido no hacerle mucho caso y sigo preparando la tarta, me giro muy despacio hacia él, está tan excitado que noto el deseo en sus ojos, me mira tan íntimamente que un escalofrío recorre todo mi ser. Me gira bruscamente y yo allí de pie frente a él con una camiseta blanca y unos Levis gastados noto como me sonríe con esa sonrisa qu

En el vagón.

Me faltaban unas dos estaciones para llegar a mi destino. Miré por la ventanilla y me aburría ya que me quedé sin batería en el IPod me fijé en los pocos viajantes que habían pues serían más de la una de la madrugada y allí estaba él, era algo imposible y lo mejor de todo era que desde donde yo estaba sentada él no podía verme. Era Jack, iba a mi facultad pero era mayor que yo, él tendría cerca de unos veinticinco mientras que yo contaba con tan solo veintidós para colmo de males era uno de los chicos más perseguidos de mi universidad, no me solía fijar en los chicos morenos pero Jack era la excepción a toda regla. Era bastante alto seguramente el metro noventa, de musculación atlética pues jugaba en el equipo de balonmano además de la natación porque yo también estaba apuntada y alguna que otra vez hemos coincidido pero él seguramente no se habrá dado ni cuenta y para puntualizar lo guapo que era tenía una de esas sonrisas de quitar el hipo y unos ojos verdes esmeraldas preciosos. Y

Espectadora.

Iba caminando tranquilamente por el pasillo del hotel cuando de repente comencé a escuchar voces y gritos, automáticamente corrí asustada hasta la puerta de la que provenían aquellos gritos tan tremendos la habitación 2719 y entré sin hacer ruido no se por qué ya que llevaba trabajando de directora del hotel unos cinco años, pero entré sin hacer ruido y entonces los vi en el sofá de la suite. Mi emoción ante lo desconocido y también la brutalidad sexual de aquella escena que en esos momentos yo no acertaba a descifrar en mi cabeza infantil, me mantuvo como un ser inerte observandolos. Eran los señores Mackay pues se habían casado relativamente hace poco, él era un hombre de unos treinta y tres años bastante apuesto con un cuerpo de atleta, unos ojos azules como el océano y un pelo castaño precioso con esas canas que comenzaban a salirle. Ella era también bastante guapa, el típico prototipo de hombre “rubia, alta, cuerpazo de diosa griega y unos ojos negros como el carbón” Marta

Sillón.

De repente, la mano de Jack se apretó contra el sexo de Delia. Ella se sobresaltó y elevó sus furiosos ojos para enfrentar la mirada masculina llena de diversión. La mano parecía enorme entre sus muslos, y caliente contra sus pliegues desnudos. -  Si sigues cambiando nuestro plan no voy a ser capaz de mantener el ritmo. - Yo… - No tienes permiso para hablar, preciosa. Todavía no estás lista para que juguemos aquí. Sus dedos le acariciaron el pelo y se inclinó hacia delante al tiempo que la empujaba hacia atrás con suavidad para que apoyara la espalda contra el brazo del sillón. Su jadeo hizo que abriera los labios, pero él aprovechó para meterle la lengua hasta la garganta, le mordió el labio inferior y luego lo succionó ligeramente antes de besarla. Su lengua se limitaba a acariciarle los labios, nada más. Después se movió hacia su cuello con pequeños mordiscos Sin separar los ojos de ella, él puso una gran mano alrededor de su  pecho, los dedos calientes so

Día de piscina.

Nos tiramos literalmente de cabeza y nadamos un poco, después de un par de largos me sentía como nueva. Salí de la piscina y me senté en el bordillo quedando mis pies sumergidos en el agua mientras Paul seguia nadando un poco más y pude ver como su cuerpo se movía con soltura bajo el agua ya que era casi hipnótico ver sus movimientos, sus brazadas, sus músculos contrayéndose una y otra vez...Tragué saliva. Un calor totalmente diferente estaba comenzando a surgir de mi cuerpo exactamente en el interior de mis piernas, cuando terminó de nadar un par de lagos más se paró y se situó frente a mi intentando normalizar su respiración. Apoyó sus manos en mis rodillas y mi cuerpo automáticamente se estremeció ante el contacto de sus manos. Dios, que ganas tenía ya de él seguramente me lo estaba notando en la mirada que le estaba echando en aquellos momentos y no pude sino pasar la lengua por mis labios. - ¡Ay Paul! No se que me estás haciendo. - ¿Yo? ¿Qué he hecho ahora? Preguntó bastante

En el hotel.

Estábamos ya en la habitación y él empezó a quitarse la ropa, no pude apartar la mirada de su cuerpo, joder, no podía pensar en el sexo ahora mismo, había una bolsa en el suelo, supongo que se la habrán traído con ropa para cambiarse, ya que en el armario había un traje colgado, me acerqué y lo aparté unos momentos mientras sacaba la ropa y hacía la maleta, dejando fuera la ropa para el día siguiente, entonces me giré y allí estaba Max, muy pegado a mí, me sonrió y me besó, lo que empezó con un suave beso fue haciéndose cada vez más intenso, y noté su erección rozando mi vientre, entonces no me lo pensé. -   -  Aisha, no tienes por qué hacerlo nena. -   -  Es que yo si quiero, así que será mejor que te calles y me dejes hacer Max. Le bajé los bóxer y se los quite, al subir la mirada me quedé helada, ¿Cómo podía haberse puesto de aquella forma tan pronto? Aun así  agarré su duro miembro con las manos y la puse sobre mis labios despacio, para tomar la punta, después de hac

Ascensor.

Después de comer con él, volvimos a la oficina sin dirigirnos la palabra, y entramos en el ascensor. Mientras yo miraba embobada los números en un rincón, no quería acercarme a él, no me fijé que se había movido y le había dado al botón del stop. - - Quiero que sepas, que te has portado muy mal Aisha, ven aquí ahora mismo. Me dijo muy serio. - - No quiero, además, tú me has  evitado estas semanas, y ni si quiera me has hablado en la comida, me mirabas mal, como si hubiera matado a alguien. - - No me gusta la relación que tienes con Joan. - - No hay ninguna, simplemente es un amigo, no hay más Max, y si no quieres verlo tú mismo. - - Ven aquí ahora, no quiero tener que repetirlo. Dijo más serio que antes, me dio un poco de miedo incluso. Tenía ganas de decirle que era un puto mierda, un orgulloso, un cabrón, decirle que no podía tomarme cuando él quisiera, y después hacer como si nada hubiera pasado, ¿Es que no había significado nada para el los últimos días?

Prisionera.

Beth era una chica normal casada con un hombre adinerado lo que le permitía llevar un nivel de vida bastante elevado, vivía en un palacio con muchísimas tierras que cultivaban tanto sus trabajadores como su marido, mientras que ella decía que nunca realizaría un trabajo de campo puesto que no estaba dispuesta a ensuciarse las manos pues se dedicaba a tejer, a tomar té y a atormentar a todas las personas que no eran de su condición burlándose de todas y cada una de ellas, desde los niños hasta los ancianos. Era una mujer soberbia para la corta edad que tenía estaba cerca de cumplir los veintitrés años. Debido a que anteriormente era pobre se dijo que jamás iba a pasar por lo mismo y nadie nunca le diría que es una pobre muerta de hambre lo decidió cuando sus padres y su hermano pequeño murieron delante de sus ojos asesinados por algunos soldados extranjeros. Por lo que ahora hacía lo que quería, cuando, donde y como quería ella que se hiciesen las cosas sin importarle a cuanta gente t