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Mostrando entradas de 2014

Santa 1.

Se mordió el labio, pensando en lo que quería hacer con él si Sam estuviese dispuesto, lo había fantaseado durante días, meses, incluso años. Su sexo se puso húmedo cuando se lo imaginó pasando sus manos por debajo de su pequeño vestido verde, todo el camino hasta sus caderas para descubrir que no se había puesto bragas. Por supuesto, había usado ropa interior, todos los días que habían trabajado juntos, pero cada vez más esta visión era pura fantasía, ¿por qué no ir hasta el final? Santa levantó su vestido por el frente, espiando su sexo desnudo, abierto y listo para él, inmediatamente ella metió la mano en esos pantalones adornados de piel, sacado su duro eje, y metiéndolo en su pequeño sexo hambriento y de pronto... -¿Sabes qué Bran? -La profunda voz de Sam la hizo volver a la realidad. Brandy se asustó al ser arrancada de su fantasía, sólo para descubrir que aún seguían guardando los adornos de la fiesta, pero esta vez Sam estaba muy pegada a ella.  -Dime Sam, ¿qué es lo q

Lenn e Iri.

Horas y horas de inconfundible placer. Los gruñidos estrangulados de Lenn  pronto inundaron la habitación, dejándose llevar por el delicioso olor y la respiración agitada de la mujer. Cerró los ojos e imaginó que tomaba su sexo en su boca una y otra vez, hasta hacerlo culminar y alcanzar el más delicioso éxtasis. Mientras continuaba con la intensa caricia arriba-abajo, arriba-abajo, cada vez más deprisa, cada vez más intensa.  Podía imaginarlo llevándola ahí, subiendo sobre ella y volviendo a besarla como aquella noche. Tocándola esta vez, lo quería a él maldita fuera.  Estaba empalmado, su duro miembro erecto, orgulloso, enorme y colosal hizo que se le secara la boca comenzando a sentir su entrepierna húmeda y su respiración agitada. Con ambas manos cubrió su rostro en una caricia sensual bajando hacia sus pechos los cuales torturó larga y detenidamente hasta que notó que Iri estaba totalmente preparada para él, se colocó en su entrada y la penetró de una única embestida. Lenn a

Catherine & Allen. Deuxiéme Fantaisie.

¿Ya?- Pensó Catherine. Esperaba que todo sucediese tras la cena. Le invadió una inquietud producto de la sorpresa. A pesar de ello no dijo nada y se tumbó siguiendo sus instrucciones. El hombre lubricó sus dedos y se los introdujo poco a poco, muy despacio, primero uno solo y luego dos a la vez.  Durante unos segundos ambos permanecieron en silencio mirándose fijamente a los ojos. Catherine obedeció de inmediato. Estaba excitada. No sabía si a causa de lo que había comido o de lo que había bebido, pero estaba excitada. Echaba de menos aquel sabor de boca tan sexual y que ahora inexplicablemente lo recordaba con agrado. Ella se puso en pie. La cogió de la mano y la llevo hasta el baño. La sentó sobre el frío mármol del lavabo y la ordenó que se masturbase. No necesitó mucho tiempo para empezar a emitir gemidos de placer. Su predisposición era más que notable. Con una mano se acariciaba el sexo y con la otra metía y sacaba el dildo. La imagen era demasiado potente como para que Allen

Catherine & Allen. Première fantaisie.

Catherine encontraba en sus fantasías la válvula de escape que necesitaba, imaginando situaciones en las que se liberaba de todo lo que le ataba y el estrés del trabajo. Y en cuestión de sexo sus fantasías eran cada vez más osadas y atrevidas. Tan solo había conocido a Marco, nunca había estado con otro hombre, y fantasear con ello le excitaba muchísimo. Imaginaba todo tipo de situaciones tanto con gente conocida como con extraños y en todas ellas su actitud era de total pasividad, casi de sumisión, dejándose hacer y entregándose a los caprichos de los hombres con los que se imaginaba. ¿Pero por qué no hacer alguna de las fantasías realidad? Era una idea que martilleaba insistentemente  su cabeza hasta el punto de convertirse en una obsesión. Pero también tenía sus momentos de lucidez y era entonces cuando comprendía que aquella locura, aparte que arriesgada, podía mandar al traste veinticinco años de su vida de los que no renegaba, aunque no la llenasen de plenitud vital. Y entonc

Esposada.

Estar en su cama siempre era una sensación bastante agradable después de un duro día de trabajo, pues ser el sheriff de la ciudad no era tan bonito como lo pintaba la gente ni tan heroico como lo ponen en las viejas películas del oeste. Y meterme en su cama sin hacer un solo ruido siempre me producía placer, pues me gustaba asustarla. Sabía que a estas horas de la noche estaría dándose un baño y preparándose para mí pues le había dicho que esta noche le haría algo distinto y especial, mi sexo me pedía a gritos que entrase en el baño, la sacase de la bañera y me la follase sin compasión en el suelo, pero hoy no, hoy era un día especial pues era nuestro aniversario, llevábamos saliendo cerca de dos años y era la noche en la que le pediría matrimonio de una vez por todas. Antes de cada encuentro ella siempre tenía que estar pendiente y expectante de mis órdenes y joder, como me la ponía de dura acordarme de que siempre hacía toda y cada una de las cosas que le decía sin poner ninguna o

The Proposal.

-No te preocupes, mi propuesta no nos llevará mucho tiempo. - ¿Tengo que escucharla? - Lo harás. - ¿Lo haré? ¿Cómo estás tan seguro de ello? Una punzada de deseo fue directo a su entrepierna, su sexo palpitaba demandando atención. - Sí. Porque siempre consigo lo que quiero. - Nunca te han dicho que no, ¿no es así? Él se inclinó sobre ella y resbaló la mano por su costado, sin llegar a tocarla, hasta tenerla enjaulada. - Alguna vez que otra. - ¿Y qué has hecho en esos casos? - Insistir. - Puedo ir adelantándote que mi respuesta es no. Él esbozó una enigmática y satisfecha mueca masculina. - ¿No tendrías que esperar a escuchar primero mi propuesta? Sus ojos color miel se entrecerraron ligeramente. - ¿Crees que debería hacerlo? Él asintió. - Está bien, convénceme.  Dije mirándolo fijamente. - ¿Estás segura de ello? Has sido tú quien lo ha dicho no yo. Me devolvió la mirada ahora sí era de deseo. Cada una de sus curvas quedaba realzada

A break.

Sus grandes manos le acariciaron las rodillas mientras su boca le robó un lento y adictivo beso. Ella se abrió a él, hambrienta por lo que le daba. Lo que la sorprendió fue el obvio espectáculo de necesidad de él con cada ferviente y cada vez más apasionado beso. Su pasión le quitó el aliento. Podía perderse en atenciones como ésta. Con su atención centrada únicamente en la posesión de su boca, apenas se percató de que sus manos se deslizaron entre sus muslos y empujaron las piernas abiertas hasta que el aire frío se precipitó a través de los ahora expuestos labios de su sexo. Gimió dentro de su boca y él se tragó el necesitado sonido. Sus manos masajearon y acariciaron sus pequeños pechos. Cuando sus dedos rozaron sus pezones ella arqueó la espalda dentro de sus manos con un siseo de placer. Con el índice y el pulgar pellizcó sus pezones hasta que ella tomó aire con dificultad. El dolor construido junto al placer. ¿Cómo podía estarse quieta cuando cada caricia y cada sabor estaba d

Como la última vez.

Tomó su miembro en la mano y sin ningún tipo de pudor, comenzó a acariciarse para ella, dejándole observar en detalle lo que podía ofrecerle. Horas y horas de inconfundible placer. Los gruñidos estrangulados de Finn pronto inundaron la habitación, dejándose llevar por el delicioso olor y la respiración agitada de la curiosa mujer. Cerró los ojos e imaginó que tomaba su sexo en su boca una y otra vez, hasta hacerlo culminar y alcanzar el más delicioso éxtasis. Mientras continuaba con la intensa caricia arriba-abajo, arriba-abajo, cada vez más deprisa, cada vez más intensa.  Podía imaginarlo llevándola ahí, subiendo sobre ella y volviendo a besarla como aquella noche. Tocándola esta vez, lo quería a él maldita fuera. Finn estaba empalmado, su duro miembro erecto, orgulloso, enorme y colosal hizo que se le secara la boca comenzando a sentir su entrepierna húmeda y su respiración agitada. Con ambas manos cubrió su rostro en una caricia sensual bajando hacia sus pechos los cuales torturó

Bob.

La sensualidad les envolvió mientras Bob bajaba la cabeza, su mirada estaba fija en ella cuando rozó sus labios con los suyos. Ambos temblaban, acalorados, mientras Sally movía las caderas contra él, sus largas piernas se apretaban juntas mientras sus labios acariciaban los de Sally. Se separaron despacio, con naturalidad, ella mantuvo la respiración cuando él se detuvo. Sus respiraciones eran irregulares. El control de Bob era débil y la inocencia de Sally se reflejaba en cada línea de expresión. Bob sabía que él era todo menos inocente, y su inocencia le aterrorizaba y le atraía. Luchó por controlar su hambre. Lo último que deseaba hacer era asustarla. Pero los labios de Sally eran suaves, dulces y calientes. Gimió contra ellos, abriendo los suyos para tomar el beso que demandaban sus sentidos. Sally gimió por el beso mientras se movía, levantando su cuerpo al mismo tiempo que las manos de Bob agarraban sus caderas como  para inmovilizarla, levantando la cabeza para mirarla fijamente

Back Home.

Ella había estado llorando. Tenía los ojos hinchados aún y pálida aunque acabase de darse una ducha. Esta era una mujer. La mujer que hacía a su polla alzarse potente y lo confundiese como Dédalo en el laberinto. Y estaba desnuda debajo de la toalla. El borde se apartó de su muslo, dejando al descubierto la carne suave y cremosa. Mientras lo miraba, sus pechos comenzaron a moverse y sabía que sus pezones estaban duros. La conocía,  se acercó a ella. Aturdido y tan jodidamente loco por introducirse en ella tan profundamente que olvidase hasta su nombre, no podía soportar un minuto más alejado de ella, dos años era demasiado tiempo. Besarla fue como caer en el Infierno. El placer barrió a través de sus sentidos cuando ella dejó escapar un pequeño gemido que se le escapó de la garganta y sus manos se deslizaron sobre su pecho hacia los botones de su camisa, un poco torpe, lo suficientemente lento como para volverlo loco por el toque, mientras se bajaba los vaqueros por las caderas, sus la

Again.

Otra vez, otra vez estamos donde lo dejamos hace tres años, cuando todavía eran tan solo una adolescente perdiendo su virginidad. Sean, maldito sea, después de tanto me dejó como si nada, sin despedirse si quiera, una triste nota diciéndome que volvería. Nunca imaginé que volvería tres años después para tener que protegerme de unos asesinos, lo que lo lleva a vivir en mi casa. Durante la cena, abajo me estuvo explicando que tuvo que marcharse a una misión en Afganistán y que le llevó más tiempo del que tenía pensado, discutimos pues le recriminé que ni una sola vez había intentado ponerse en contacto conmigo. Ahora, sus ojos azules se encuentran con los míos y siento como si me estuviera estudiando. Vuelvo a apreciar su belleza, esa que me cautivó hace algunos años, pero la inexpresividad de su rostro me hace volver a la realidad ipso facto. Me sujeta con fuerza por la cintura, manteniendo ya mis dos muñecas agarradas con una sola mano detrás de mi espalda, y no deja de mirarme. Sus de

Office.

Se inclinó y me besó de nuevo, profundo y suave y provocador, y continuó e ntrando lentamente en mí. Él mecía sus caderas hacia atrás y hacia adelante. Un poco más dentro y luego apartándose hasta casi salirse, solamente para volver a embestirme.  Mientras la presión aumentaba empezaba a tener sensaciones más allá de lo q ue nunca hubiese sentido antes, y luego volvió a adentrarse hasta llenarme por completo. Yo sentí esta increíble plenitud, esta abrumadora sensación de estar l lena por todo mi cuerpo. Empecé a gemir y moví mis caderas contra las suyas, inclinando la pelvis para obtener más presión. Lentamente, muy lentamente, empezó a salir de mí. Gemí, con miedo a perder la sensación. Luego empujó adentro otra vez.  Salió, luego entró. Salió, luego entró. Ola tras ola de placer inundaban todo mi cuerpo.  Empezó a ir más rápido. El suave ritmo se convirtió en golpes, más duros. No sabía lo que me encendía más, las sensaciones increíbles de estar muy profundo dentro de mí, o escuchar

Dylan.

- Cariño, sólo no has conocido al chico indicado. Dijo  Dylan sonriéndome.  - Mmm...¿Dylan? Cuéntame sobre eso. Le dije guiñándole un ojo. Se apoyó de lado e inclinó la cabeza hacia la mía. Sus labios rozaron mi mejilla.  - Si yo fuese el chico indicado para ti cariño, te tomaría en mi cama, te encerraría en mi habitación y no te dejaría salir nunca. Y a ti no sólo te gustaría, sino que pedirías más. - No lo quiero Dylan. Susurré, mirándolo a través de mis pestañas.  - ¿Qué es lo que quieres, nena? Dijo Dylan sonriendo. - A ti. Susurré. Él lamió la piel justo debajo de mi oreja, y me estremecí. Él chupó la piel, mordió ligeramente y la hizo rodar entre sus dientes.  Empezaba a respirar con dificultad, el pulso en mi cuello estaba corriendo  salvajemente y mis piernas cayeron abiertas. Él se aprovechó y se metió entre ellas. Extendió besos a través de mi cuello y debajo de mi barbilla, hasta mi mejilla, besando un camino hasta mi boca. Sus labios se encontraron con

Tucker II.

Desde aquel día, no he sabido de Tucker en un par de meses y no he dejado de pensar en él, ya sea cuando lo nombra mi hermano o mi cuñada o cuando recuerdo aquel momento. Estoy acostada y cuando estoy a punto de dormirme siento algo al lado de mi cama, abro los ojos y descubro a Tucker tumbado a mi lado, quiero encender la luz pero me niega. Hablamos un rato en donde me dice que quiere intentarlo conmigo, que hablará con mi hermano más tarde pero que realmente me quiere. Me muevo a tientas en la oscuridad y agarro su cara, aplastando mis labios sobre los suyos, besándolo con un hambre que no sabía que poseía, tomando todo lo que me había perdido. Gracias, joder, porque él me besa de vuelta. Nuestras lenguas se enredan, probando, saboreando hasta que quiero derretirme. Nuestra respiración se acelera cuando finalmente apartamos nuestros labios. Besa mi cuello,  mis pechos, un segundo después, Tucker baja y se posiciona entre mis piernas, su lengua dando golpecitos y tentando, comiendo mi

Tucker.

He querido hacerlo con él desde que cumplí los dieciocho años. O más bien, he querido que me folle desde que cumplí la mayoría de edad. Sin embargo, me interesé en él mucho antes quizá desde que era pequeña pero no lo supe entonces, supongo…en realidad fue en el momento en que aprendí sobre sexo y todas las cosas estupendas que con ello conlleva. Tucker Smith es uno de los mejores amigos de mi hermano y un compañero del ejército de hace mucho. Mi hermano dimitió hace unos cuantos años debido a su casamiento y nacimiento de los gemelos, pero Tucker había permanecido en el ejército, en realidad estaba en las fuerzas aéreas destinado a misiones especiales. Es todo un macho, alto, moreno, es varonil y simplemente hay algo en él que me hace humedecer cada vez que está a un metro de distancia, causando que mi cuerpo tiemble con necesitad. Quizás es su cuerpo musculoso y tonificado, sus ojos funde miradas, o esa sonrisa que le da un toque demoníaco, pero desde siempre me ha atraído y si no he

One Night.

- Entonces, qué me dices Lucy, ¿solo una noche? Me preguntó de nuevo Rem. - Está bien, de acuerdo Rem, pero sólo una noche, después volveremos a ser los amigos de siempre, y venga haz algo ya, no sigas ahí parado. Le dije un poco sonrojada y todavía caliente. - Eso es lo que llevo queriendo oír desde hace tiempo nena. Dijo suspirando en mi bajo vientre. Me besó de nuevo, solo que esta vez fue suave, lento y dulce, tanto que quería llorar.  Estábamos parados en medio de la habitación uno en brazos del otro, besándonos como si hubiésemos sido amantes toda la vida. Lo sentía tan familiar, tan cálido, demasiado de lo que me había estado perdiendo. Era demasiado confortable. Demasiado. Mi mente estaba frenética, gritándome que corriera antes de que metiera en esta situación más profundamente pues estaba destinada al desastre, pero mi corazón lo quería. Mi corazón quería quedarse en sus brazos por siempre, ahora sabía que él era el lugar al que pertenecía y quizás desde que éramos

Whip.

¡Smack! ¡Smack! ¡Smack! Había pocos sonidos que Luis amase realmente, más que los de una fusta de cuero golpeando la flexible carne femenina de su esposa, y eso era oir sus gemidos y verla llegar al clímax sabiendo que él y solo él era el encargado de proporcionárselos.   - Oh, sí, te vas a sentir muy bien después de esto cariño. Le susurraba mientras hundía dos dedos en el interior de su sexo y entre sus muslos, no le sorprendió que la encontrase mojada y caliente.  La tenía atada en una barra inclinada hacia atrás con las manos aseguradas. Su cabello negro como el azabache le oscurecía el rostro, así que se agachó y se lo recogió hacia atrás para verle la cara de placer que tenía y esos preciosos ojos azules cristalinos que tanto le gustaban. Le sonrió y tiró de su cabello antes de regresar a la tarea en cuestión.  - Eres realmente preciosa San. Se desabrochó los pantalones y dejó que saliese su tremenda erección que palpitaba dentro de los vaqueros. - ¿Estás lista para

Vampires.

Bajó acariciándome hasta alcanzar mi  sexo, deteniéndose antes en mi vientre para lamerme el ombligo. Se dedicó largo rato a acariciar mis pechos con sus manos, mientras su lengua lamía los pliegues de mi sexo, rodeando mi clítoris, introduciéndose con suavidad, gemía, casi sollozaba de placer, cuando estaba al borde del orgasmo, aprisionó mi clítoris entre sus labios y succionó con fruición, estimulándolo, poniendo en alerta todas mis terminaciones nerviosas, enredándolo con su lengua, mientras buscaba su sexo con mi boca, lamiendo y apresando con mis labios su plenitud, succionando, empapándolo de saliva, jadeando sobre su sexo y provocando su respuesta inmediata en forma de orgasmo largo y caliente. De un fuerte empujón me lanzaba contra la cama, mientras buscaba con insistencia mis labios, y apretaba mis pechos, manteniéndome inmovilizada bajo el peso de su fuerte cuerpo. Una embestida certera, en donde las sacudidas se volvieron más violentas, y las respiraciones cada vez más entr