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Mostrando entradas de junio, 2014

Cosa de tres.

Él ya se estaba duchando. Le veía desde el dormitorio duchándose. Notó mi presencia, y me sonrió. Entré bajo el agua, le quité el gel de las manos y empecé a enjabonarlo. - Me ha gustado mucho.  Le susurré al oído. Él no respondió. Pasé mis manos por su erección con esmero, deleitándome en sus pliegues, hasta que noté bajo mis manos como iba creciendo cada vez más y más. Fue él quien se arrodilló delante de mí sonriéndome y comenzó a pasar la lengua por mis muslos, su tacto se notó delicado, suave. Noté un fuerte mordisco en el interior de mi muslo izquierdo y entonces abarcó mi sexo con su boca, y su lengua apartó mis labios para penetrarme. La noté dentro, y sus dientes en mi clítoris. No necesitó más para volverme loca de nuevo. Pero no siguió. Sólo se levantó y se puso detrás de mí. Noté su sexo, hinchado y duro en mi espalda. - A todas os gusta, nena. Me rodeó con un brazo, haciéndome sentir muy pequeña a su lado, y  metió inesperadamente dos dedos en mi sexo. Suspiré.

El lobo.

Maldita calentura en mi boca. Que no es más que las ganas de besarte, De saborear con mi lengua tus rincones de beber tus más intimas esencias. Maldita calentura que me quita el hambre. Maldita calentura en mis ojos. Que no es más que las ganas de mirarte, de acariciar con mi ojos tu caminos de embriagarme con tu perversa desnudez. Maldita calentura que me roba el sueño. Maldita calentura en mis manos. Que no es más que las ganas de acariciarte, con mis dedos todo tu cuerpo y humedades, de conquistar  tus más sagradas rutas. Maldita calentura que aviva mi fuego. Maldita calentura en mi olfato. Que no es más que las ganas de explorarte, de robar con mi aliento todos tus aromas de adueñarme de tus más secretos deseos. Maldita calentura que  me lleva al arrebato. Maldita calentura en mis oídos. Que no es más que las ganas de escucharte, de retener en mi memoria tus palabras de creer tus más falsas promesas. Maldita calentura que me vuelve corroído. Maldi

Como un cuento.

Nos levantamos bastante temprano y decidimos salir un rato, para comer algo pues ni siquiera habíamos desayunado y teníamos que salir para seguir disfrutando del paisaje de las preciosas Highlands, como uno de mis numerosos sueños éste era uno( desde pequeña siempre me he interesado por todo lo relacionado con las Tierras Altas, desde informarme por su mitología, cultura, historia y leyendas hasta la lectura de los libros de narrativa romántica sobre ellos) venir a las Highlands era uno de esos sueños y nunca pensé que vendría a vivir aquí y menos con un marido. El resto de la tarde practicamos algo de pesca deportiva y senderismo, observamos todo lo que nos rodeaba, y yo parecía una quinceañera tomando fotografías de todo lo que observaba, como recuerdo de ese día que hasta ahora había sido perfecto. No podían faltar las excursiones culturales (Cultura, Gastronomía, Arquitectura y Arqueología) ni los besos y abrazos cada diez metros que no hacían más que encendernos. ¿Realmente había

Un baño a la luz de las velas.

Cortinas cerradas, velas, agua tibia, música suave al ritmo de Metallica, Luc y yo frente a frente, sumergidos en el agua mirándonos sin decir una palabra, simplemente escuchando y sintiendo la suave música, dedicándonos cada frase, mirándonos casi con adoración, con la fascinación de quien descubre a cada segundo algo nuevo y maravilloso, de quien se enamora nuevamente de su pareja a medida que el reloj avanza. Estábamos algo separados pegados por las rodillas. Uno de mis pies empezó a juguetear con sus testículos muy suavemente, resbalando los dedos bajo ellos, acariciándolos bajo el agua mientras miraba la expresión contenida de su rostro. Tenía los dientes ligeramente apretados y apenas parecía respirar, ambos concentrados en lo que ocurría bajo el agua y la espuma, en el movimiento de mi pie derecho alrededor de sus testículos. Por lo que lo conocía sabía que ambos sentíamos una especie de angustia deliciosa, miedo, ansiedad, deseo… Una de sus manos impregnadas de espuma se desl