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Mostrando entradas de julio, 2014

Office.

Se inclinó y me besó de nuevo, profundo y suave y provocador, y continuó e ntrando lentamente en mí. Él mecía sus caderas hacia atrás y hacia adelante. Un poco más dentro y luego apartándose hasta casi salirse, solamente para volver a embestirme.  Mientras la presión aumentaba empezaba a tener sensaciones más allá de lo q ue nunca hubiese sentido antes, y luego volvió a adentrarse hasta llenarme por completo. Yo sentí esta increíble plenitud, esta abrumadora sensación de estar l lena por todo mi cuerpo. Empecé a gemir y moví mis caderas contra las suyas, inclinando la pelvis para obtener más presión. Lentamente, muy lentamente, empezó a salir de mí. Gemí, con miedo a perder la sensación. Luego empujó adentro otra vez.  Salió, luego entró. Salió, luego entró. Ola tras ola de placer inundaban todo mi cuerpo.  Empezó a ir más rápido. El suave ritmo se convirtió en golpes, más duros. No sabía lo que me encendía más, las sensaciones increíbles de estar muy profundo dentro de mí, o escuchar

Dylan.

- Cariño, sólo no has conocido al chico indicado. Dijo  Dylan sonriéndome.  - Mmm...¿Dylan? Cuéntame sobre eso. Le dije guiñándole un ojo. Se apoyó de lado e inclinó la cabeza hacia la mía. Sus labios rozaron mi mejilla.  - Si yo fuese el chico indicado para ti cariño, te tomaría en mi cama, te encerraría en mi habitación y no te dejaría salir nunca. Y a ti no sólo te gustaría, sino que pedirías más. - No lo quiero Dylan. Susurré, mirándolo a través de mis pestañas.  - ¿Qué es lo que quieres, nena? Dijo Dylan sonriendo. - A ti. Susurré. Él lamió la piel justo debajo de mi oreja, y me estremecí. Él chupó la piel, mordió ligeramente y la hizo rodar entre sus dientes.  Empezaba a respirar con dificultad, el pulso en mi cuello estaba corriendo  salvajemente y mis piernas cayeron abiertas. Él se aprovechó y se metió entre ellas. Extendió besos a través de mi cuello y debajo de mi barbilla, hasta mi mejilla, besando un camino hasta mi boca. Sus labios se encontraron con

Tucker II.

Desde aquel día, no he sabido de Tucker en un par de meses y no he dejado de pensar en él, ya sea cuando lo nombra mi hermano o mi cuñada o cuando recuerdo aquel momento. Estoy acostada y cuando estoy a punto de dormirme siento algo al lado de mi cama, abro los ojos y descubro a Tucker tumbado a mi lado, quiero encender la luz pero me niega. Hablamos un rato en donde me dice que quiere intentarlo conmigo, que hablará con mi hermano más tarde pero que realmente me quiere. Me muevo a tientas en la oscuridad y agarro su cara, aplastando mis labios sobre los suyos, besándolo con un hambre que no sabía que poseía, tomando todo lo que me había perdido. Gracias, joder, porque él me besa de vuelta. Nuestras lenguas se enredan, probando, saboreando hasta que quiero derretirme. Nuestra respiración se acelera cuando finalmente apartamos nuestros labios. Besa mi cuello,  mis pechos, un segundo después, Tucker baja y se posiciona entre mis piernas, su lengua dando golpecitos y tentando, comiendo mi

Tucker.

He querido hacerlo con él desde que cumplí los dieciocho años. O más bien, he querido que me folle desde que cumplí la mayoría de edad. Sin embargo, me interesé en él mucho antes quizá desde que era pequeña pero no lo supe entonces, supongo…en realidad fue en el momento en que aprendí sobre sexo y todas las cosas estupendas que con ello conlleva. Tucker Smith es uno de los mejores amigos de mi hermano y un compañero del ejército de hace mucho. Mi hermano dimitió hace unos cuantos años debido a su casamiento y nacimiento de los gemelos, pero Tucker había permanecido en el ejército, en realidad estaba en las fuerzas aéreas destinado a misiones especiales. Es todo un macho, alto, moreno, es varonil y simplemente hay algo en él que me hace humedecer cada vez que está a un metro de distancia, causando que mi cuerpo tiemble con necesitad. Quizás es su cuerpo musculoso y tonificado, sus ojos funde miradas, o esa sonrisa que le da un toque demoníaco, pero desde siempre me ha atraído y si no he

One Night.

- Entonces, qué me dices Lucy, ¿solo una noche? Me preguntó de nuevo Rem. - Está bien, de acuerdo Rem, pero sólo una noche, después volveremos a ser los amigos de siempre, y venga haz algo ya, no sigas ahí parado. Le dije un poco sonrojada y todavía caliente. - Eso es lo que llevo queriendo oír desde hace tiempo nena. Dijo suspirando en mi bajo vientre. Me besó de nuevo, solo que esta vez fue suave, lento y dulce, tanto que quería llorar.  Estábamos parados en medio de la habitación uno en brazos del otro, besándonos como si hubiésemos sido amantes toda la vida. Lo sentía tan familiar, tan cálido, demasiado de lo que me había estado perdiendo. Era demasiado confortable. Demasiado. Mi mente estaba frenética, gritándome que corriera antes de que metiera en esta situación más profundamente pues estaba destinada al desastre, pero mi corazón lo quería. Mi corazón quería quedarse en sus brazos por siempre, ahora sabía que él era el lugar al que pertenecía y quizás desde que éramos

Whip.

¡Smack! ¡Smack! ¡Smack! Había pocos sonidos que Luis amase realmente, más que los de una fusta de cuero golpeando la flexible carne femenina de su esposa, y eso era oir sus gemidos y verla llegar al clímax sabiendo que él y solo él era el encargado de proporcionárselos.   - Oh, sí, te vas a sentir muy bien después de esto cariño. Le susurraba mientras hundía dos dedos en el interior de su sexo y entre sus muslos, no le sorprendió que la encontrase mojada y caliente.  La tenía atada en una barra inclinada hacia atrás con las manos aseguradas. Su cabello negro como el azabache le oscurecía el rostro, así que se agachó y se lo recogió hacia atrás para verle la cara de placer que tenía y esos preciosos ojos azules cristalinos que tanto le gustaban. Le sonrió y tiró de su cabello antes de regresar a la tarea en cuestión.  - Eres realmente preciosa San. Se desabrochó los pantalones y dejó que saliese su tremenda erección que palpitaba dentro de los vaqueros. - ¿Estás lista para

Vampires.

Bajó acariciándome hasta alcanzar mi  sexo, deteniéndose antes en mi vientre para lamerme el ombligo. Se dedicó largo rato a acariciar mis pechos con sus manos, mientras su lengua lamía los pliegues de mi sexo, rodeando mi clítoris, introduciéndose con suavidad, gemía, casi sollozaba de placer, cuando estaba al borde del orgasmo, aprisionó mi clítoris entre sus labios y succionó con fruición, estimulándolo, poniendo en alerta todas mis terminaciones nerviosas, enredándolo con su lengua, mientras buscaba su sexo con mi boca, lamiendo y apresando con mis labios su plenitud, succionando, empapándolo de saliva, jadeando sobre su sexo y provocando su respuesta inmediata en forma de orgasmo largo y caliente. De un fuerte empujón me lanzaba contra la cama, mientras buscaba con insistencia mis labios, y apretaba mis pechos, manteniéndome inmovilizada bajo el peso de su fuerte cuerpo. Una embestida certera, en donde las sacudidas se volvieron más violentas, y las respiraciones cada vez más entr

Pleasure.

Esta vez lo agarro yo y abrazados el uno al otro, trastabillando, casi riendo, besándonos ferozmente. Sus labios de nuevo en los míos y esta vez, sus grandes manos se deslizan deseosas por mi espalda. Me agarra el trasero, con fuerza, ardiente, lo aprieta mientras su otra mano sostiene mi cuello apretando un poco pero no demasiado y nos besamos, sedientos, una y otra vez. Sus manos se deslizan por mi cintura muy lentamente, me libera de sus manos en mi cintura, pero entrelazando mis dedos entre los suyos. Se ha quitado la camisa y oh dios mío los músculos de su pecho y el sólido y duro torso, el estómago firme. Su pecho es más ancho de lo que adivinaba bajo aquella camisa. Es mucho más alto y fuerte que yo y mientras tira al suelo la camisa obviando los botones que saltan desde la camisa hacia todas partes se acerca a mí lentamente, como un lobo hacia su presa. Entonces me agarra de las manos y me sonríe. Nos besamos otra vez. Me pongo de puntillas para besar sus suaves labios, los mue