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Mostrando entradas de septiembre, 2016

Farah.

La echo de menos, joder. Se tardaba unas seis horas aproximadamente en llegar hasta PentHill, tres horas ida y otras tres horas de vuelta. Había hecho la cuenta al menos un millón de veces mientras estaba tumbado sobre la cama observando el techo. Había una fina línea que separaba el amor dela obsesión y temí estar bastante cerca de cruzarla, pues estuvimos juntos ésta mañana ¿por última vez?, me negaba a ello rotundamente. Cada cosa que miraba me recordaba a Farah. La cocina, dónde preparaba todas las mañanas ese delicioso café que tanto me gusta, el jardín, dónde nos sentábamos a tomar el sol, nadar o simplemente donde me dedicaba a contemplar una a una todas sus curvas. Pero lo que más me recordaba a ella era la cama, donde hemos pasado los mejores momentos que he tenido en mis treinta y cinco años de existencia. ¿Lo peor? La expresión de su rostro cuándo me dijo que me amaba y yo simplemente le dije “de acuerdo Farah ¿estás segura?” ¿Cómo coño se me ocurrió decirle aquella gilipoll