Lo necesitábamos, ese nivel de intimidad, antes de la separación. El dulce y suave tacto de sus labios sobre mi piel hizo que se me erizase el vello sentir sus dedos en mi cuerpo quemaba lentamente a medida que intensificaba las caricias. Anhelándolo para que me abriera y se arrastrara dentro de mí. Su aliento era cálido contra mi cuello mientras me arrancaba la ropa interior exponiéndome al húmedo y sofocante aire que nos rodeaba. Fue algo muy primitivo, la forma en que me agarraba y me miraba. Me tensé al instante cuando su mano recorrió mi muslo interno, mi respiración se convirtió en un largo suspiro.
Temblaba ante su contacto mientras se guiaba hasta lo más profundo de mí ser, en un instante me había rendido completamente a él, como siempre había hecho, como siempre iba a hacer. En un intenso forcejeo, sin dejar de poseer mi boca, me hizo tambalearme hacia atrás y entonces me reclamó. Mi cuerpo se tensó alrededor del suyo mientras pedía una liberación que pudiese eliminar mi frustración. Él siempre sabía lo que necesitaba y ahora mismo solo pedía una única cosa. Entre cada embestida más y más fuerte, se enterraba más profundo rotando las caderas para darme la fricción que necesitaba, se retiraba y salía casi por completo hundiéndose en mí una y otra vez, hasta que encontramos un ritmo moderado, ni demasiado rápido ni demasiado lento. Mis paredes vaginales se contraían alrededor suyo en cada embite y de pronto, aceleró el ritmo embistiéndome más fuerte y más hondo, era demasiado para aguantar, la fuerza de sus acometidas me llevó al abismo y ambos gemimos de placer al culminarlo.
Temblaba ante su contacto mientras se guiaba hasta lo más profundo de mí ser, en un instante me había rendido completamente a él, como siempre había hecho, como siempre iba a hacer. En un intenso forcejeo, sin dejar de poseer mi boca, me hizo tambalearme hacia atrás y entonces me reclamó. Mi cuerpo se tensó alrededor del suyo mientras pedía una liberación que pudiese eliminar mi frustración. Él siempre sabía lo que necesitaba y ahora mismo solo pedía una única cosa. Entre cada embestida más y más fuerte, se enterraba más profundo rotando las caderas para darme la fricción que necesitaba, se retiraba y salía casi por completo hundiéndose en mí una y otra vez, hasta que encontramos un ritmo moderado, ni demasiado rápido ni demasiado lento. Mis paredes vaginales se contraían alrededor suyo en cada embite y de pronto, aceleró el ritmo embistiéndome más fuerte y más hondo, era demasiado para aguantar, la fuerza de sus acometidas me llevó al abismo y ambos gemimos de placer al culminarlo.
Si algo he notado diferente respecto a los primeros que leí (los del Doctor), ha sido ese anhelo, esa despedida acechante que los lleva a un contacto más intimo y pasional, más desesperado que si no tuvieran que separarse. Me gustado, buen relato
ResponderEliminarSí, hay mucha diferencia de un relato a otro.
EliminarQuiero plasmar todos los sentimientos de formas diferentes para no crear un "cliché" ni redundancia.
Me agrada tu opinión, muchas gracias.