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Mostrando entradas de 2015

Le passé 3.

Hugo se agachó y recogió su falda con una mano, sacándola hacia arriba, por la cintura. El arrastre lento del material sobre su carne la hizo estremecerse.  Su mano le rozó el estómago, sumergiendo su parte inferior sobre su montículo a través de su ropa interior. Gimió en la garganta de Naia y continuó su tortura. Naia se agarró al borde de la ventana con una mano y con la otra se sujetó contra la pared. Un suspiro duro y rápido silbó entre los labios de Hugo con suavidad. Metió los dedos dentro y fuera de ella muy lentamente, una y otra y otra vez. Tocando su humedad mientras empapaba su mano en su deseo. Naia se quedó sin aliento, a continuación, se quejó. Quería decirle que dejara de... realmente debía decirle que se detuviera, pero la invasión se sentía como nada de lo que había sentido nunca antes. Pronto sintió una deliciosa penetración rítmica que acabó con todo el pensamiento de su mente y la llevó cerca de un punto culminante.  Él la besó con fuerza mientras que el final d

Le passé 2.

Naia estuvo dando vueltas en la cama durante toda la noche, esa normalidad y estabilidad que había estado intentando conseguir tan duramente durante toda su vida se le había escurrido entre los dedos tan rápido que no podía ni siquiera agarrar un poquito de ella. Pero sabía tan bien como el que los dos se buscaban, y que después de tanto tiempo todavía seguía esa pequeña llama entre ambos. Al llegar a la Sala S, apoyado en el marco de la puerta se encontraba Hugo, nada más oír pasos giró la cabeza y al encontrarse con la mirada sin confusión ni duda de Naia le sonrió de esa manera que hacía que ella se sintiese como en casa. Entraron en silencio, y Naia se giró hacia Hugo sin hablar.  Físicamente era alto, tenía músculos con algo de grasa, pero era más amplio de los hombros y un poco más estrecho en la cintura, tenía el pelo corto y rubio, la voz profunda y sexy, le recordaba a esos chicos malos de las películas. Se acercó más a él y de puntillas, le dibujó suavemente con el dedo el co

10.000 Visitas/Visits.

Esta entrada es bastante especial para mí. Sé que no es miércoles para subirla pero la he hecho por haber llegado a las 10.000 visitas, para muchos quizá no signifique nada pero para mí es un logro independientemente de los 14 suscriptores en el blog y 30 seguidores en Twitter (aunque ésta cuenta lleve poco tiempo abierta y no puedan parecer mucho para mí son importantes todos y  cada uno de ellos, pues hasta no hace mucho nunca se me había ocurrido abrirla si no fuese por una persona especial en mi vida) que tengo a los que les agradezco sinceramente el seguirme y leerme, sobre todo a esas personas que les dan +1 a mis entradas, aunque no se dejen ver y me envían emails, ellos me alegran los días. Cuando empecé con el blog hace un año más o menos ni de lejos pensaba que habría gente interesada en mis escritos, en mis historias, en mis personajes… Pero poco a poco fui teniendo el valor de ir subiéndolas. Veía como otras personas hacían lo mismo que yo y se sentían orgullosas de

Le passé.

Hacía tiempo que no se veían, hacía tiempo que no hablaban, hacia demasiado tiempo que no se encontraban. Y ahora, después de varios años, tenía que encontrarse con Hugo precisamente en aquel lugar. No era que no quisiera verle, claro que sí. Pero sabía que Hugo había vuelto a tener pareja y ella no pintaba nada entre ellos dos, pues Naia siempre había pensado que no saldría nada bueno de un triángulo amoroso, pues alguien solía salir escalfado. Lo raro era que no veía a su pareja por ningún sitio, así que decidió pasar de largo con la mala suerte de que él la llamó por su nombre. A Naia se le erizó el vello tan solo de escuchar su nombre. -¿Naia? ¿Eres tú? -pronunció estas palabras como si acabase de ver un fantasma. -Hugo… sí soy yo. Cuánto tiempo sin saber de ti, ¿qué tal te va todo? -dijo Naia con voz temblorosa. -Pues bueno, he tenido épocas mejores, he venido aquí para relajarme un poco de la ciudad. ¿Te apetece que cenemos juntos? Así podremos ponernos al día. -dijo Hugo mirá

The Date 3.

Ella ni siquiera podía vocalizar las palabras para darle la razón. Ophis entonces, rozó sus labios tiernamente, acariciándolos y tomó su boca, separando sus labios e introduciendo su lengua. Ella pudo saborear su propio sabor.  Él introdujo sus manos bajo sus caderas y la arrastró bajo él, dejándola apoyada en el límite del sofá. Era de la altura perfecta, y él se arrodilló en el suelo delante de ella.  La cabeza de su miembro empujó la entrada de su sexo. Maat empujó sus caderas hacia delante, deseándolo dentro de ella. La penetró con un lento golpe, empujando la cabeza dentro de la entrada. Ella jadeó cuando su amplitud estiró sus músculos internos.  -Dios, eres estrecha, amor...¿hace cuánto que no...? -Murmuró Ophis contra sus labios  Su voz ronca parecía seda en su piel, haciéndola estremecerse.  -Pues.. un tiempo. ¿Por qué?... ¿Es malo? -dijo Maat  un poco avergonzada. -Oh, no. No es malo. Eres dulce. Caliente y dulce. Eres pefecta, estrecha y excitada. Jodidamente

The Date 2.

Finalmente consiguió desabrochar a tientas la camisa de Ophis y casi exclamó en voz alta cuando pasó sus manos por los duros y calientes músculos de su pecho, vaya, no lo recordaba así. Los dedos de él tentaron el cierre frontal de su sujetador.  -No deberíamos estar haciendo esto- susurró Maat.  -Lo sé, es una locura. Hay muchas cosas a tener en cuenta en todo esto, sé que quizá esté mal, como antes, pero no puedo parar ya no. -Respondió sin respiración mientras la acostaba en el sofá.  Él finalmente desabrocho su sujetador y se metió un pezón en la boca. Maat se arqueó al sentir sus labios rodeando esa parte tan sensitiva de su cuerpo. Lo lamió con la lengua muy despacio mientras le quitaba el resto del vestido, luego suspiró y siguió con el otro. De repente ella perdió la habilidad de tener pensamientos razonables. Dejaron de hablar. De alguna forma se quitaron la mayor parte de la ropa, al menos la importante. Todavía llevaba sus zapatos de tacón. La camisa de Ophis tambié

The date 1.

Maat  suponía que era una cita. La atracción entre ellos parecía ser mutua ahora. Ella se había sentido atraída por Ophis desde el primer momento en que lo vio, no sabría explicar el por qué, ni el cómo, ni el  cuándo pero así era.  Ophis era bastante alto, ancho de hombros y un poco musculoso, pero no demasiado. Ese hombre era perfecto. No era sólo su cuerpo o su sexy acento galés y esa voz tan profunda que le derretía los huesos, era la personalidad lo que ella encontraba atractiva. Ophis era inteligente y profundo. Alguien con quien podías tener largas conversaciones.  Maat se miró en el espejo por cuarta vez, y luego se puso un poco más de pintalabios. Decidió ponerse un vestido rojo pasión de manga semi con escote circular que junto con los zapatos de tacón a juego que había comprado esa misma mañana el conjunto era sexy, aunque bastante elegante también. Quería impresionar a Ophis, no que pensara que se lo quería tirar en la primera cita. Ella no era de ese tipo de mujeres, po

Bed.

Le llevé hasta mi habitación, cerró la puerta y rodeando mi cuello buscó mi boca y me besó con tanta pasión que me hizo gemir, bajó sus manos por toda mi espalda hasta llegar a la cintura, se apartó de mí y desabrochó uno a uno cada botón de mi camisa y la dejó caer al suelo, sus manos rodearon mis pechos mientras bajó una de sus manos y me desabrochó el pantalón, le ayudé a deslizarlo por mis piernas. Me tumbó en la cama y él se puso encima de mí y muy despacio recorrió con su lengua mi barbilla hasta llegar a mi cuello, el aún estaba vestido pero notaba contra mi sexo su dura y creciente erección. Veía como muy despacio su cabeza bajaba hasta mis pechos. Su lengua empezó a dibujar círculos en unos de mis pezones, gemí y arqueé la espalda al tiempo que me recorría un escalofrío, mis manos bajaron recorriendo su cuerpo hasta posarlas en su cintura, metí las manos por dentro y pude sentir su cálida piel. Se retiró de encima de mí y desabrochó su camisa, quedándose desnudo de cintura par

Holidays 3.

Ismael se puso de rodillas y ella se agachó de inmediato bajo él, agarrándole el miembro con decisión y llevándoselo con avidez a la boca. Empezó a chuparlo desde la punta del glande hasta la base, casi sin despegar nunca la mirada de él. A pesar de que escaseaba la luz, Ismael divisaba sus ojos, lánguidos y maliciosos, buscando incesantemente su mirada extasiada.  Dejó de lamerlo y se lo metió en la boca, saboreándolo como si fuese un delicioso manjar. Ismael sentía su boca y su lengua chupando ávidamente su pene mientras vibraba de placer. Ismael jadeaba quedamente, tratando de mantener el control y evitando hacer demasiado ruido, pero Carla le estaba sometiendo a una dura prueba. De repente, ella se introdujo el pene en la boca tan a fondo que sus labios llegaron hasta la base. Se preguntó cómo conseguía, con aquella boca tan menuda, albergar y acunar de aquel modo su pene. Lo estaba albergando tan profundamente que llegó a rozarle el fondo de la garganta. Durante un instant

Holidays 2.

-Aquí la pregunta la he hecho yo primero, ¿Qué cojones haces aquí Ismael? ¿Acaso me has seguido? -Decía intentando controlar mi creciente ira. -¿Seguirte? Ja, ni que fueras tan importante como para ir detrás de ti Carla. A ver si maduras ya, los príncipes azules con brillante armadura y caballo blanco no van detrás de princesas, ni matan dragones por ellas, querida. -Me respondió, intentando mirar bajo el agua, será guarro el tío este. -¿Príncipes? Bueno, creo que ahora se os llama sapos. Yo os llamaría caracoles, sois babosos y arrastrados, solo vais detrás de una mujer para tirárosla y poco más, si te he visto no me acuerdo. Porque los de verdad, están casados, novios, en los libros o son de la acera de enfrente. Ahora si me disculpas tengo que irme, acabas de joderme el baño. -Dije pasando por su lado. -Bonito discurso amor. Pero tú de aquí no te mueves hasta que me expliques que demonios haces en la montaña, yo estoy en esa casa que ves ahí, la construí el verano pasado y he

Holidays.

Sé que soy una chica madura, avispada, mordaz y más experta de lo que mi  aspecto sugiere pues aunque tenga veintiséis años parezco una cría de dieciséis. Con frecuencia mi sonrisa inocente me ha permitido manipular a unos cuantos hombres a lo largo de mi vida, en ocasiones mucho mayores que yo. Rara vez bajo la guardia, revelando cuáles son mis verdaderos sentimientos y suelo mantener constantemente oculto mi lado más tierno y necesitado de afecto. Sin embargo, últimamente, tras una relación desastrosa, había reflexionado mucho sobre mi estilo de vida y mi conducta. No sé por qué narices tuve que empezar una relación con uno de los jefazos, y no uno cualquiera, era el hijo del señor Fernández, una de las mayores empresas de la ciudad y una de la competencia más dura. El chico, Ismael, era el típico “tío bueno” era alto, aunque no mucho quizá 1,77 cm, de complexión atlética puesto que aparte de sus cinco horas de gimnasio diarias también estaba apuntado a natación, por ello sus fuer

Revenge 3.

Era el último día en el hotel, el último día antes de regresas a la oficina, el último día para pedirle perdón a Nash y contarle toda la verdad. Esperaré hasta después de la cena y le diré de dar un paseo por la playa, allí me dejó a medias la última vez y allí le contaría todo. Estaba realmente nerviosa, ni si quiera podía recordar cuando fue la última vez que me sentí de este modo. Íbamos por la playa, cerca de la orilla donde estuvimos hace un par de noches. Nos sentamos en la orilla ambos mirando el horizonte, yo cada vez más nerviosa porque no sabía cómo sacar el tema, hasta que fue él quien preguntó. -Lin, ésta noche estás un poco más rara de lo normal, ¿quieres hablar de algo? -Me preguntó acariciándome la mejilla. -La verdad es que sí, Nash, tú me preguntaste que por qué te odio tanto. Verás, te he odiado desde que tenía diecisiete años. -Le respondí sin mirarlo todavía. -¿Me odias desde hace más de doce años? Lin, no te había visto nunca hasta el mismo día de la ent

Revenge 2.

Maldita mujer, ¿cómo es capaz de dejarme así? ¿En este estado? ¿Venganza? No entiendo nada, ni si quiera la conocía hasta el mismo día que la entrevisté para el puesto de secretaria, ésta mujer ni si quiera me había demostrado anteriormente algún signo de deseo. Aunque pensándolo bien, sí, ha habido alguno. Aquel primer momento, el mismo día que la contraté, lo recuerdo como si hubiese sido ayer mismo. Se tiró toda la dichosa entrevista lanzándome miraditas y coqueteando. Más tarde, cada vez que me disponía a salir con alguna socia del trabajo u otra mujer, no entiendo como se las apañaba, pero siempre estaba a donde iba. Podría llamarlo acoso, pero no, era algo más, como si fuese una obsesión. Y ahora he caído en su juego. Bien, si Lin cree que puede jugar con fuego sin quemarse, va a salir ardiendo. Los siguientes días en el hotel, los pasamos sin mirarnos apenas, había notado como volvía a ser la eficiente y dulce secretaria a la vista de todo el mundo. Mantuvimos a nuestros futuro

Revenge.

-¿Quieres a un hombre? Porque llevas toda la semana intentando meterte en mis sábanas Lin, toda la maldita semana metiéndote en mis asuntos con otras mujeres, y gracias a ti de nuevo he perdido mi cita, o no, estás en mi habitación Lin.. -Inquirió él abriéndole las piernas en un movimiento brusco y ella sólo jadeó y arqueó la espalda, sintiendo que los pechos le explotarían dentro del brassier, abriendo la boca para poder respirar y los ojos para poder creer que quien estaba a punto de enloquecerla era Nash Green. Sintió las manos de él hurgando bajo su vestido y ella maniobró con su cuerpo para hacerle más fácil la tarea de que se deshiciese de la ropa interior al tiempo que con sus manos temblorosas por la excitación bajaba los pantalones, mostrándole que sin duda alguna era un hombre, él se acercó a ella quien inmediatamente buscó la boca Nash. Nash llevó una mano a la cadera de la rubia para acercarla al tiempo que él se adentraba en ella de un fuerte envite y con la otra man