Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2016

Farah.

La echo de menos, joder. Se tardaba unas seis horas aproximadamente en llegar hasta PentHill, tres horas ida y otras tres horas de vuelta. Había hecho la cuenta al menos un millón de veces mientras estaba tumbado sobre la cama observando el techo. Había una fina línea que separaba el amor dela obsesión y temí estar bastante cerca de cruzarla, pues estuvimos juntos ésta mañana ¿por última vez?, me negaba a ello rotundamente. Cada cosa que miraba me recordaba a Farah. La cocina, dónde preparaba todas las mañanas ese delicioso café que tanto me gusta, el jardín, dónde nos sentábamos a tomar el sol, nadar o simplemente donde me dedicaba a contemplar una a una todas sus curvas. Pero lo que más me recordaba a ella era la cama, donde hemos pasado los mejores momentos que he tenido en mis treinta y cinco años de existencia. ¿Lo peor? La expresión de su rostro cuándo me dijo que me amaba y yo simplemente le dije “de acuerdo Farah ¿estás segura?” ¿Cómo coño se me ocurrió decirle aquella gilipoll

Doctor 2

A la noche siguiente estaba un poco nerviosa mientras me dirigía hacia su casa, no lo conocía de nada pero en el hospital todo el mundo hablaba muy bien de él, lo único que tenía en su contra era que una de sus pasiones era la caza. Tuvimos una velada exquisita, la cena la había preparado él pues adoraba cocinar y se le daba bastante bien. Pasados unos cuantos vinos me invitó a ver toda su casa, al llegar al dormitorio me impresionó un poco, era bastante amplio, en el centro de la habitación había una cama gigantesca, estaba cubierta por unas sábanas en satén color miel y una colcha a los pies negra. La iluminación era suave apenas una tenue luz obra de algunas velas colocadas adrede (vaya, sabría acaso que iba a suceder algo aquí ésta noche), las cortinas y el mobiliario eran rústicos y creaban una armonía perfecta en su conjunto.  -¿Acaso pensabas que íbamos a tener sexo esta noche? -le pregunté levantado una ceja.  -No, mira Cata, el sexo lo puedo conseguir en cualquier parte

Doctor 1

Allí estaba él, otra vez. Apoyado en el muro, misma hora, mismo lugar, las dos de la madrugada. Y él nunca fallaba, cada vez que giraba la esquina para volver a casa de un duro día de trabajo en el hospital ahí estaba. Era un hombre poco mayor que yo rondaría los treinta y pico, un chico no muy alto pero tampoco de estatura corta. De pelo castaño al igual que sus ojos, tenía una dulce mirada, siempre que pasaba por su lado para ir a mi edificio me daba las buenas noches cortésmente y podía ver una dentadura perfectamente blanca, a decir verdad también tenía una bonita sonrisa. No comprendía por qué ese chico estaba ahí apoyado todas las noches desde hacía unos días. Si fuese un violador o psicópata me habría hecho algo ya, pero simplemente se limitaba a darme las buenas noches con una sonrisa y una voz grave pero tranquilizadora, de ese tipo de voces que relajan a una como diciendo "todo está bien, no te preocupes por nada". Todas las noches antes de dormir pensaba sí lo habí

Intense

Lo necesitábamos, ese nivel de intimidad, antes de la separación. El dulce y suave tacto de sus labios sobre mi piel hizo que se me erizase el vello sentir sus dedos en mi cuerpo quemaba lentamente a medida que intensificaba las caricias. Anhelándolo para que me abriera y se arrastrara dentro de mí. Su aliento era cálido contra mi cuello mientras me arrancaba la ropa interior exponiéndome al húmedo y sofocante aire que nos rodeaba. Fue algo muy primitivo, la forma en que me agarraba y me miraba. Me tensé al instante cuando su mano recorrió mi muslo interno, mi respiración se convirtió en un largo suspiro.  Temblaba ante su contacto mientras se guiaba hasta lo más profundo de mí ser, en un instante me había rendido completamente a él, como siempre había hecho, como siempre iba a hacer. En un intenso forcejeo, sin dejar de poseer mi boca, me hizo tambalearme hacia atrás y entonces me reclamó. Mi cuerpo se tensó alrededor del suyo mientras pedía una liberación que pudiese eliminar mi

Completely yours.

-Nunca he hecho esto antes… -respondí un poco asustada. -No, ya lo sé Trisa. Así que si te hago daño o te molesta o no te gusta, necesito que me lo digas. ¿Vale? Para parar en el acto. -me dijo Ceran intentando tranquilizarme. Sentí cómo poco a poco ejercía más presión conforme fue moviéndose hacia dentro. Y luego, con un movimiento rápido, me penetró. Ahogué un grito ante la sensación, me tensé, contuve la respiración y las lágrimas se me acumularon en los ojos sin darme cuenta, quería que saliese de mi interior pero, me quedé quieta y cerré los ojos, dispuesta a no moverme ante tal sensación. -Respira, Trisa. Joder, tienes que respirar, que si no te vas a morir, mujer. ¿Te hago daño? ¿Quieres que lo dejemos?  La voz dubitativa de Ceran me hizo relajarme, mientras sus manos me acariciaban el cuerpo con cariño y depositaba pequeños besos en mi espalda. Tenía razón, una vez que intenté relajarme, el dolor punzante empezó poco a poco a desaparecer.  -Sigue Ceran, puedo con

In the forest.

Así que como mis habilidades de comunicación verbal habían dejado claramente de funcionar, hice todo lo que pude para expresar mis sentimientos a través de otros medios. Lo besé como nunca lo hube besado antes. Todo lo demás dejó de existir: la tormenta, el hecho de que eran las cuatro de la mañana, el frío que sentía... Khalid nos giró hasta estar retorciéndome debajo de él, haciendo todo lo que podía por acercarme más y más a él. Al sentir mi desesperación, enganchó mi pierna desnuda a su cadera. La empapada tela de sus vaqueros presionaba justo contra mi sexo y gemí contra su boca. Él siempre sabía lo que necesitaba. Mis manos deambularon por su pecho desnudo, sus hombros musculosos, cada centímetro de piel que tocaba estaba mojado y resbaladizo. Lo rodeé con la otra pierna para mantenerlo presionado contra mí. Khalid me agarró el culo con una mano y movió sus caderas; su beso se volvió pasional y exigente. El dulce y suave taco de sus labios hizo que se me erizase el vello, sentir

Venecia.

Desde la estación de tren, tardamos como unos treinta minutos a Venecia porque decidimos utilizar un taxi y tardamos bastante, o eso le pareció a Brandom, quien iba refunfuñando casi todo el trayecto hasta el hotel. La primera impresión fue muy curiosa, no tanto porque estábamos deseando llegar a esta ciudad, que también, siempre habíamos querido venir ambos y ahora por  fin después de tantos años intentándolo lo hemos conseguido, ¡nuestra luna de miel! La ciudad era magnifica, aunque para ser finales de agosto se notaba ya un poco el frío. Incluso había zonas en las que únicamente escuchabas el sonido de tus propios pasos y el del agua si estabas cerca de algún canal. Únicamente en los alrededores del Rialto había algo de gente, pues es zona de copas y claro, todos sabemos que ahí es donde más gente se mueve. Pero la plaza San Marcos, por ejemplo, estaba desierta. Cenamos algo en una trattoria, y volvimos al hotel, pues estábamos cansados, y ya llevábamos un buen rato pateando Venecia

Bike 2.

Sabía que Hannah trabajaba en la bodega familiar, después de que sus padres falleciesen el pasado año tuvo que regresar a encargarse del negocio familiar. Le iba bastante bien por lo que había oído, en poco tiempo había controlado todo el negocio incluso se había encargado de la exportación de vinos, haciéndolos no solo famosos, sino, qué además ha conseguido utilizar la bodega familiar, actualmente para reuniones de conferencias, eventos especiales e incluso para bodas, comuniones y bautizos, en general para cualquier tipo de evento del que pueda obtener beneficio. Se había buscado fiscales y asesores competentes y un personal fiel y cualificado. Así qué me di una ducha rápida, me cambié de ropa y me dirigí directamente  a la bodega por una puertecita en la parte de atrás casi escondida, muchas veces cuando éramos más jóvenes nos veíamos a escondidas ahí abajo. Entré sin hacer apenas ruido, pero ella se volvió de inmediato quedándose sorprendida al verme, cayéndosele la carpeta que so

Bike 1.

Subía con una gran facilidad la enorme cuesta, nuevamente parecía que flotara en el aire. Pedaleé como si llevara al demonio persiguiéndome, no podía ni quería mirar para atrás, nunca me ha gustado ver quien viene siguiéndome. Consigo avanzar bastante para llegar a la mitad del recorrido tranquilo y  así disfrutar realmente de las vistas.  Otra enorme cuesta empinada, la dureza del terreno no me permitía avanzar o suficientemente deprisa como a mí me gustaría, aquellos instantes fueron para mí interminables. Por fin, llegando al final de la última rampa, aprovechando la curva a la izquierda que felizmente indica el final del sufrimiento. Dado que el terreno deja ya de empinarse, comencé a pedalear lo más rápido que mis cansadas piernas me permitían, pues casi 136 kilómetros con caminos pedregosos y cuestas interminables acababan a uno dejándolo hecho polvo.   Me quedaba poco para llegar a la meta, en la última curva, poco a poco la niebla había empezado a desaparecer. Ahora sí,  pu

Return 2.

Hablaron por todo lo que habían pasado ambos, sobre las relaciones que había tenido Iron y Tere no quedó muy conforme. De repente él le agarra de la mano y acercándola la besó.  - Confía en mí, ninguna de ellas podía compararse contigo Tere. -respondió con sinceridad, su voz ronca y una profunda resonancia para sus propios oídos.  Tere se lamió los labios, retirando la mano de su boca. Ella se inclinó y apretó la boca a la suya. Era como un arma de fuego en el cuerpo de Iron. El entrelazó sus brazos, su mano se deslizo bajo el cabello de su cuello. Iron inclinó su boca sobre la suya con un gruñido hambriento, salvaje. Ella gemía desde la parte baja de la garganta y separó los labios para él. Probó calor y dulzura contra de su lengua. Iron la quería sin ropa, quería su piel desnuda en sus manos y frotarla contra él. Quería que sus piernas se separaran, su enorme verga dentro de ella y sus gemidos y suspiros resonando en sus oídos. Por el momento, era todo lo que podía pensar. 

Return 1.

Tal vez Iron era un poco más irresponsable, celoso y algo irascible, aunque había sido Tim, al parecer, el que lo había visto y fue directo a por él. El médico recogió sus utensilios e Iron saltó de la camilla y se paró delante de ella.  - Me gustaría hablar contigo Tere, tenemos algunos temas pendientes. -dijo.  Ella no respondió. Se acercó a él y dibujó suavemente con el dedo la cicatriz delgada que marcaba la piel en su ceja derecha, debido al accidente de moto que acababa de tener. Cerró los ojos ante su tacto ahora familiar mientras una sensación conocida la recorría desde las yemas de los dedos de las manos hasta volver a instalarse en su corazón.  - Tendrás otra cicatriz a partir de hoy- dijo Tere intentando no mostrarse nerviosa.  -  Lo sé, y creo que ha merecido la pena la verdad, como la otra vez.- dijo Iron cogiendo la mano de Tere para que no se alejase.  - Iron, la otra vez me salvaste la vida, casi me mata un violador y te interpusiste en medio llevándote t