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Santa 1.

Se mordió el labio, pensando en lo que quería hacer con él si Sam estuviese dispuesto, lo había fantaseado durante días, meses, incluso años. Su sexo se puso húmedo cuando se lo imaginó pasando sus manos por debajo de su pequeño vestido verde, todo el camino hasta sus caderas para descubrir que no se había puesto bragas. Por supuesto, había usado ropa interior, todos los días que habían trabajado juntos, pero cada vez más esta visión era pura fantasía, ¿por qué no ir hasta el final? Santa levantó su vestido por el frente, espiando su sexo desnudo, abierto y listo para él, inmediatamente ella metió la mano en esos pantalones adornados de piel, sacado su duro eje, y metiéndolo en su pequeño sexo hambriento y de pronto...


-¿Sabes qué Bran? -La profunda voz de Sam la hizo volver a la realidad.


Brandy se asustó al ser arrancada de su fantasía, sólo para descubrir que aún seguían guardando los adornos de la fiesta, pero esta vez Sam estaba muy pegada a ella. 


-Dime Sam, ¿qué es lo que no sé? -Le dijo Brandy poniéndose a la altura de sus ojos.



Nunca había soñado que pudiera desear tan fuerte a un hombre con un traje de Santa, inclusive si se tratase de Sam, el hombre por el que había estado colada desde que se mudó al vecindario. Pero ahora que era la víspera de Navidad y estaban los dos solos en su casa. Durante el último mes, los sábados y domingos se habían convertido en sus días favoritos de la semana, cuando venía a su casa a ayudarla a organizar la fiesta de Navidad del Vecindario, como era tradición siempre le tocaba hacerla a una casa distinta cada año. 



-¿Alguna vez he mencionado que eres preciosa, Brandy?- Le susurró Sam al morderle suavemente el lóbulo de la oreja.



Los latidos del corazón de Brandy se dispararon cuando levantó la mirada hacia él. Sam Dreadly había sido su amigo por años incluso después de irse del pueblo para alistarse en el ejército. Incluso de haber pasado ocho largos años, todavía era el objeto de su intenso deseo y no importa cuántas señales le había enviado y nada, ésta era la primera vez que él alguna vez había dicho algo siquiera remotamente parecido al coqueteo. Ahora, ella sonrió y esperaba que el calor que sentía en sus mejillas no se notase. Estirándose hacia arriba, ella rozó suavemente con la punta de los dedos ese hermoso y masculino rostro, los ojos completamente azules y sexy barba de dos días en su mentón.



-Tú eres un muy caliente Sam Dreadly.



Su sonrisa se fundió a través de ella como fuego ardiente.



-Oye Bran, ¿estás ocupada esta noche o puedo quedarme en tu cama? Le dijo Sam rodeándola por la cintura.


-¿Acabas de decir mi cama o mi casa?- Le respondió Brandy sin moverse de su toque.


-Me has oído bien dulzura, ¿Qué me respondes?


-Qué puedes quedarte esta noche grandullón.



Ella esperaba que él no pudiera sentirla temblar cuando su brazo se deslizó alrededor de su cintura, mientras ella dejaba caer el suyo alrededor de sus hombros. 



Su rostro estaba al nivel de su polla, a sólo unos pocos centímetros de distancia. Su mirada estaba clavada en su erección y se veía francamente hambrienta. Maldita sea, en verdad era una chica mala. Él lo había esperado demasiado tiempo pero no acababa de atreverse a dar un paso adelante hasta esta noche. Ella abrió sus labios ampliamente, dejando su lengua tendida ligeramente sobre su labio inferior, claramente a la espera de su polla, a medida que sus labios se cerraron firmemente sobre su erección, esta se sacudió. Deslizó su polla en lo más profundo de su boca, una, dos, tres veces, y cuando él lentamente lo hizo hacia atrás, ella golpeó su lengua sobre la punta tan sensualmente que casi lo sintió en la punta de su erección. Maldita sea, era buena. Él deslizó su polla suave y profundamente en los recovecos de su caliente boca, viendo cuan tranquila se mantuvo, tranquila pero decidida, inclinándose hacia adelante para tomar aún más de lo que ofrecía. Él gimió y empujó más y más profundo aún, hasta que más de la mitad de su erección estaba enterrada entre esos bonitos labios rojos.


Él contuvo su respiración ligeramente cuando una fresca y hormigueante sensación se hizo eco a través de su erección, de la menta persistiendo en su boca, supuso. Nunca había sentido nada igual y se agregó infinitamente al placer ondulando a través de su cuerpo.








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