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Le passé.

Hacía tiempo que no se veían, hacía tiempo que no hablaban, hacia demasiado tiempo que no se encontraban. Y ahora, después de varios años, tenía que encontrarse con Hugo precisamente en aquel lugar. No era que no quisiera verle, claro que sí. Pero sabía que Hugo había vuelto a tener pareja y ella no pintaba nada entre ellos dos, pues Naia siempre había pensado que no saldría nada bueno de un triángulo amoroso, pues alguien solía salir escalfado. Lo raro era que no veía a su pareja por ningún sitio, así que decidió pasar de largo con la mala suerte de que él la llamó por su nombre. A Naia se le erizó el vello tan solo de escuchar su nombre.


-¿Naia? ¿Eres tú? -pronunció estas palabras como si acabase de ver un fantasma.

-Hugo… sí soy yo. Cuánto tiempo sin saber de ti, ¿qué tal te va todo? -dijo Naia con voz temblorosa.

-Pues bueno, he tenido épocas mejores, he venido aquí para relajarme un poco de la ciudad. ¿Te apetece que cenemos juntos? Así podremos ponernos al día. -dijo Hugo mirándola de arriba abajo como si fuese una máquina de rayos X.

-Bueno…Vale, ¿por qué no? Te veo en el comedor a las nueve ¿vale? Hasta ahora. -respondió ella ya en marcha.


Mientras se preparaba para la cena, no paraba de pensar que estaba haciendo en ese lugar. Sabía perfectamente que este balneario era de su familia, y desde que estuvieron juntos nunca había vuelto a pisarlo. No es que no fuese bien recibido, pues su madre todavía trabajaba allí y no lo iba a echar, simplemente que desde que dejaron lo suyo, no había vuelto a saber de él, ni si quiera se le veía el pelo por allí. Y ahora que había decidido volver por el estado de la salud de su abuela, no esperaba encontrárselo de ninguna manera. Bajó al restaurante y estaba sentado en la mesa donde solían quedarse cuando estaban juntos. 


-Vaya Naia, estás muy guapa. Ven, siéntate, espero que no te importe haber elegido esta mesa. A mí como a ti me trae recuerdos, y son todos buenos.

-No, no me importa en absoluto. Respecto a los recuerdos tienes razón, pero los tengo mejores. -respondió Naia sentándose frente a él.

-Curioso, antes no eras tan atrevida y medías tus palabras. Veo que estos años te han tratado bien y no solo físicamente. -le dijo Hugo mirándola fijamente.

-Sí, no puedo quejarme en ningún aspecto de mi vida, hoy por hoy tengo todo lo que quiero aunque esté algo liada. ¿Pedimos o qué? Tengo algo de hambre y estoy cansada.

-Sí claro, pide tu que es tu casa. He oído que has abierto otra gestoría, ahora tienes tres ¿me equivoco? Vaya, vaya…Nunca esperaba que pudieses tener tanto éxito en los negocios la verdad. Y en el ámbito personal también tengo entendido que estás bastante ocupada -habló Hugo.

-No, no te equivocas, y eso es porque soy realmente buena en lo mío ya sabes. De todas formas estoy aquí por la salud de mi abuela, aunque estos días ha mejorado bastante, ella es fuerte. -dijo Naia bebiendo un pequeño sorbo de su champán recién servido.

-Bueno, todas las mujeres de tu familia lo sois, doy fe de ello. Ahora vamos a comer que yo también estoy hambriento. -le respondió Hugo con una media sonrisa.


Hugo cogió la copa y mirando a Naia, quien lo miró confundida, devolviéndole la mirada de esa forma inquietante y adorable que siempre utilizaba con ella le habló. 


-Naia, esto está yendo mucho más deprisa de lo que yo quería que sucediese, pero hay cosas que tengo que contarte y es mejor no aplazarlas más tiempo…

-Ajá, bien, vale. Pues cuéntame y tal vez pueda responderte.

-Cuando me conociste, ¿qué pensaste?

-Pues verás Hugo, sinceramente nunca pensé que podría llegar a pasar algo entre nosotros. Te conocía de vista, y porque eras amigo de mi amiga Megan y de su primo, pero jamás imaginé que pudiésemos tener lo que tuvimos…

-¿Quieres saber lo que pensé yo de ti?


Ella sonrió y apartó la mirada dándole a entender que podía continuar. 


-Bueno, aparte de la atracción física, sentía de alguna manera que te había conocido antes, o que ya nos conocíamos de hace mucho tiempo. Quería estar contigo, conocerte. Pero no de manera poco profunda, quería estar contigo. Quería compartir cosas sobre mí contigo, cosas que normalmente nunca cuento a nadie, tu mirada me decía que podía perderme en ella tanto como contigo misma. Mi reacción fue extraña, pero algo dentro de mí me decía que tenía que conocerte más…


La noche fue transcurriendo con normalidad, cenaron tranquilamente y se pusieron al corriente de sus vidas, Naia no estaba todavía preparada para contarle que lo echaba de menos, pues no le había hablado de su pareja Miranda en toda la noche. Él la acompañó a la habitación y antes de que pudiese pronunciar palabra alguna la besó tiernamente en los labios, aunque demasiado rápido para su gusto. Se despidió de ella, prometiéndole que por la mañana se verían en la sala S del balneario, Hugo sabía perfectamente que a esa sala solo tenía llave ella, allí fue donde estuvieron por primera vez tres años atrás. 

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