Ir al contenido principal

Doctor 2

A la noche siguiente estaba un poco nerviosa mientras me dirigía hacia su casa, no lo conocía de nada pero en el hospital todo el mundo hablaba muy bien de él, lo único que tenía en su contra era que una de sus pasiones era la caza. Tuvimos una velada exquisita, la cena la había preparado él pues adoraba cocinar y se le daba bastante bien. Pasados unos cuantos vinos me invitó a ver toda su casa, al llegar al dormitorio me impresionó un poco, era bastante amplio, en el centro de la habitación había una cama gigantesca, estaba cubierta por unas sábanas en satén color miel y una colcha a los pies negra. La iluminación era suave apenas una tenue luz obra de algunas velas colocadas adrede (vaya, sabría acaso que iba a suceder algo aquí ésta noche), las cortinas y el mobiliario eran rústicos y creaban una armonía perfecta en su conjunto. 


-¿Acaso pensabas que íbamos a tener sexo esta noche? -le pregunté levantado una ceja. 


-No, mira Cata, el sexo lo puedo conseguir en cualquier parte al igual que tú.  Lo había preparado para sorprenderte  de manera favorable no para reaccionar de esa manera. 


-Me has sorprendido eso es todo, pensaba qué lo tenías claro... 


-Yo lo tengo claro desde el primer instante en que te vi,  sabes de mí por el hospital porque apenas me recuerdas, pero yo sé todo sobre ti. Nos conocemos  más desde esta noche, tenemos esa química y complicidad  tan especial  que buscan la mayoría de las personas y a la vista está que hay una cierta tensión sexual. ¿Por qué no intentarlo Cataleya? 


-Yo... Supongo que tienes razón, la verdad es que de pequeña me solías gustar, lo que conozco de ti me complace. Así qué por qué no, claro. 


-¿Que te complace? Pues verás ahora... Ven aquí. -dijo desde la cama, no me había fijado cuando se había movido hacia allí. 


Nada más subirme a la cama abrí la boca para decirle algo y me besó. Fue un beso hambriento, rápido y largo, después de unos lamentos el beso se intensificó y disminuyó el ritmo, ahora era lento, suave y con cariño. Me acarició las cejas al tiempo que sus manos desabrochaban mis vaqueros y se quitaba la camisa. Se desprendió rápidamente del resto de la ropa e hizo lo mismo con la mía, al tiempo que se colocaba encima de mí. Seguramente sentiría mi cuerpo vibrar y como iba acelerándose mi metabolismo con cada tierna caricia, eran como aceite hirviendo en mi piel, como el fuego que no se puede extinguir. Lo miré y me estaba contemplado al mismo tiempo que a mi sexo, enrojecí y Jamie me sonrió. Ascendió muy lentamente hasta quedarse con los brazos cruzados sobre mis pechos. Creí que no haría nada hasta que empezó la dulce y lenta tortura, lamió muy despacio uno de mis pezones, mientras que con el dedo índice y corazón me pellizcar el otro, los acariciaba, succionaba y besaba, era de las cosas más eróticas que me habían hecho en toda mi vida. Pero yo quería más, quería que estuviese dentro de mí y sentirlo al completo. En un momento, levantó la cabeza y como leyéndome el pensamiento, abrió mis piernas y entonces noté como introducía su lengua en mí, eso me hizo soltar un suave gemido, notaba la tirantez contracciones de mis músculos internos con cada lamida, a lo que se valió de sus dedos para aumentar el placer que estaba dándome. De pronto paró acto que hizo cerrar mis piernas automáticamente para no dejarlo salir, quería que terminase su tarea, que las cosas a medias no hay que dejarlas y menos una tan importante como la que estaba haciendo en esos momentos y no entendía el porqué de ello, refunfuñé aunque me duró poco después de lo que hizo, me penetró de una fuerte embestida incrustándose en lo más profundo de mi interior, ambos gemelos al unísono y siguió así mucho tiempo, entraba y salía y volvía a entrar, notaba como su glande me atravesaba cada vez que se introducía en mí y gemía de frustración cada vez que salía. Empecé a respirar más deprisa, notaba el sudor de Jamie cayendo por mi cuerpo, se movía con más fuerza cada y yo le rodee con mis piernas como si de un abrazo se tratase, de pronto notaba como una ola de calor ascendía desde los dedos de los pies hasta la cabeza, me di cuenta de que acababa de tener uno de los mejores orgasmos de mi vida cuando le clavé las uñas en la espalda y eché la cabeza hacia atrás. 


Al final resulta qué no está tan mal el médico cazador, no podemos tener una historia juntos no  me gustaría que fuese una de esas historias con final feliz ni tanta gilipollez de Disney, me gustaría tener una historia con él dure lo que dure aunque espero que sea mucho tiempo.






Comentarios

  1. Wow, me imaginaba que seguiría así pero no me esperaba tanto detalle. Me ha sorprendido la verdad, no acostumbro a leer relatos de este tipo pero no esta nada mal. Lo has descrito tan detalladamente que no cuesta imaginarse la escena en sí.

    Te doy un consejillo para ayudarte: me he dado cuenta que faltaban una o dos palabras (un despiste lo tiene cualquiera) y eche en falta algunas comas; pero por lo demás esta perfecto :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias Antonio! Me agrada mucho que te hayan interesado este tipo de narraciones..La verdad es que la literatura erótica obviando el hecho de que fue el nuevo "boom" no a todas las personas le llama la atención.

      Lo del tema comas, alguna exclamación, interrogación y demás lo tengo muy pendiente porque a veces me cuesta mucho saber colocarlas, pero gracias por el aporte.

      Eliminar
    2. No te preocupes por el tema de la redacción, todos vamos mejorando con el tiempo :) La literatura erótica es curiosa, depende de la imaginación que tenga el lector y de lo que le gusten estos temas. Expresa y transmite mucho, pero en mi opinión está un poco falta de elementos importantes como paisaje y las tramas son simplonas.

      Igualmente me gusta como escribes y aquí estoy para opinar cuanto hago falta

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Farah 2.

Farah se movió hacia mi pecho y rodeó con la lengua cada uno de mis duros pezones mientras retocaba con las manos los músculos del otro lado. Entonces movió las manos lentamente por mis hombros, y dejó que la camisa se me deslizara por los brazos hasta terminar cayendo al suelo. Escalofríos me recorrieron la espina dorsal cuando noté sus uñas clavadas en mis abdominales hasta llegar a la cintura de mis vaqueros. Tiró de ellos, obligándome a acercarme más a ella, y luego sentí su mano acariciarme a través de la tela con la justa presión. -Farah… Fue todo lo que pude decir mientras intentaba desesperadamente no perder el control antes de haberle hecho el amor. Ella se quitó los zapatos a patadas y yo llevé las manos hasta el dobladillo de su vestido. Mi dedo pulgar acarició la piel desnuda de sus muslos color canela, pero ni de lejos aquello fue suficiente. Así que le levanté el vestido por encima de la cabeza para que se uniera a mi camisa en el suelo. Estaba impresionante con ese su

Completely yours.

-Nunca he hecho esto antes… -respondí un poco asustada. -No, ya lo sé Trisa. Así que si te hago daño o te molesta o no te gusta, necesito que me lo digas. ¿Vale? Para parar en el acto. -me dijo Ceran intentando tranquilizarme. Sentí cómo poco a poco ejercía más presión conforme fue moviéndose hacia dentro. Y luego, con un movimiento rápido, me penetró. Ahogué un grito ante la sensación, me tensé, contuve la respiración y las lágrimas se me acumularon en los ojos sin darme cuenta, quería que saliese de mi interior pero, me quedé quieta y cerré los ojos, dispuesta a no moverme ante tal sensación. -Respira, Trisa. Joder, tienes que respirar, que si no te vas a morir, mujer. ¿Te hago daño? ¿Quieres que lo dejemos?  La voz dubitativa de Ceran me hizo relajarme, mientras sus manos me acariciaban el cuerpo con cariño y depositaba pequeños besos en mi espalda. Tenía razón, una vez que intenté relajarme, el dolor punzante empezó poco a poco a desaparecer.  -Sigue Ceran, puedo con

Sueño.

Dicen que los sueños son la expresión del subconsciente, es decir lo que realmente pensamos o deseamos hacer y no nos atrevemos a exteriorizar.     Casi todas las noches últimamente sueño que estoy acostada desnuda en una mesa grande rectangular, en medio de un salón muy grande el cual está vacío excepto por la mesa. Estoy tumbada boca arriba con los brazos y las piernas completamente abiertas. Y miro a mi alrededor, para mi asombro hay varios consoladores de diferentes tamaños y distintas formas.   De pronto se abren unas puertas que están delante de mí, son completamente negras y muy grandes de ellas aparecen cuatro hombres, altos y fuertes. Todos están vestidos de arriba abajo completamente de cuero y látex negro. Sus caras están cubiertas por unas máscaras que solo deja ver sus ojos y tienen sus grandes erecciones  asomándoles por fuera de los pantalones, me quedo anonadada pues todos ellos vienen masturbándose y las tienen enormes. Uno de los cuatro hombres, que parece el líder,