Ir al contenido principal

Por dos puntos.

Llegó al despacho del departamento del profesor Rick Paton, erudito de Oxford con varios doctorados a su espalda. Lena tocó la puerta y una voz masculina y profunda, conocida por ella gracias a las interminables horas en sus clases, la invitó a entrar. Allí estaba el profesor Paton. Un hombre de mediana edad, de tez blanca, perilla oscura al igual que su pelo, y unos ojos tan verdes como la esmeralda. Su traje de profesor era muy típico inglés, con unos pantalones de raya diplomática de color marrón claro, una camisa de cuadros con un jersey verde oscuro y la chaqueta marrón con las típicas coderas.


- ¿Señorita Thomas, que le trae a estas horas a mi despacho? Preguntó el profesor levantando la vista de unos papeles y quitándose las gafas.


- Vengo a revisar mi examen, profesor Paton. Dijo Lena.


- ¿Su examen? Creo recordar que aprobó, no entiendo por qué quiere revisarlo, además de que estoy algo ocupado. Añadió el profesor con gesto lánguido volviendo a sus papeles.


- Necesito dos puntos más para mi beca del próximo año, y usted lo sabe, se lo comenté el día de la revisión del examen. Le dijo Lena con el ceño fruncido.


- Y creo recordar que ese mismo día le comenté que era su nota, y que no se podía revisar ni subir. Añadió tajante su profesor sin mirarla.


- La profesora Igmed me puso las dos décimas que me faltaban para poder optar a la beca si usted me añadía los puntos que me faltaban, solamente son dos y sabe que es la única manera que tengo de estudiar en la universidad, porque sin beca…por favor profesor... Dijo ella apoyando las manos en la mesa de él.


Paton levantó la mirada para mirarla y replicarla pero antes de poder encontrarse con sus ojos, se encontró con los enormes pechos de Lena que sobresalían levemente en la camisa blanca que llevaba.


- Profesor... necesito que me diga algo. Dijo Lena sin reparar en que se había distraído y no precisamente para pensar sobre lo que ella le pedía. 


- ¿Eh? Esto...sí. Dijo él levantando por fin la mirada.


No podía negar que alguna vez le había excitado alguna alumna, pero de ahí a pesar hacer algo sin ser una fantasía jamás.


- Usted necesita algo, y como sabe en esta vida nada es gratis, señorita Thomas. Dijo Paton mirándola por encima de sus gafas.


Lena era una joven preciosa. Sus enormes ojos azules tan claros como el mar le miraban a través de sus gafas de montura fina. Tenía su pelo rubio recogido en un elegante moño, con un par de mechones cayéndole en la cara. Sus labios gruesos estaban apretados, casi tensos y colorados por la expectación sobre su futuro. Además esa tarde calurosa de Junio, había ido con una falda suelta bastante corta ¿Cómo iba a concentrarse alguien para revisar un examen así? El profesor Paton se humedeció los labios pensando...¿Iba a tener el valor de hacerlo? ¿De pedírselo? Se estaba jugando el puesto si lo hacía, y al final para que, ¿Para meterla un día entre unas piernas tersas y suaves? ¿Para poder dar un azote, a ese culito respingón que seguro tenía? ¿Para poder estrujar sus pechos enormes contra su cara, respirando el aroma a sexo?


- Profesor Paton... necesito saber algo y usted no me está escuchando...Le decía que si ¿tengo que hacer para conseguir los puntos que me faltan? ¿un trabajo? ¿Otro examen? ¿Algún trabajo para la universidad en verano o clases? Volvió a decirle Lena algo enfadada.


- Yo tenía pensado algo más... inmediato Lena. Dijo el pasándole un formulario que debía de rellenar para solicitar subir nota por un trabajo.


Lena se apoyó de nuevo en la mesa dejando sus pechos visibles, pero Paton se levantó e hizo como que pasaba al otro lado del despacho en busca de algo en el archivador. Pero cuando paso por su lado, rozó su paquete con el culo de ella.  Lena se quedó parada, pero continuó, debieron de ser imaginaciones suyas. Ella seguía rellenando los datos, y el profesor cerro el despacho discretamente. En realidad si quería ella podría salir, pero era para evitar que alguien entrase más bien. Cuando volvió a pasar por detrás de ella volvió a rozar su paquete de nuevo y se quedó detrás de ella.


- ¡¡Profesor!! ¿Qué hace? Dijo Lena apoyada en la mesa, no había espacio para poder apartarse. 


- Tú quieres puntos, y yo quiero algo a cambio. Le recuerdo que mañana tienen que estar los boletines oficiales de las notas en la mesa del decano y no puedo esperar a confiar que usted haga algún trabajo este verano, pues ya tendría la nota y si quieres los dos puntos y tu beca, dame algo que me convenza. Dijo al mismo tiempo que hablaba le frotaba su entrepierna.


- Pero... Empezó a decir ella deliciosamente colorada cuando Paton le puso sus manos en su cintura.


La cara de su alumna era la confusión personificada. Por un lado se debatía sobre la decencia y si estaba bien o no, por otro no le volvería a ver, y ella podría optar a la beca para el master en otra ciudad...


- Pero, no se lo dirá a nadie... ¿verdad? Dijo ella colorada y con cara de resignación.


- Claro que no... Añadió el subiendo sus manos hasta las enormes tetas de ella. Empezó a estrujárselas sin dejar de frotarse con ella. Pasaba sus dedos por donde debían de estar sus pezones, que al poco tiempo se pusieron duros a través del sujetador y de la camisa. Unos leves gemidos salían de ella.


La dio la vuelta con fuerza y se tiró a su cuello para besarlo con ansia. Tenía que poseer a esa mujer, tenía que tener esas tetas que no le cabían en las manos, tenía que metérsela. De un tirón la arrancó los botones de la camisa y le rompió el sujetador dejándole las tetas al aire y bamboleantes. Eran enormes, más de lo que él pensaba. Ella dio un pequeño grito cuando lo hizo, obviamente pensaba que como lo haría para volver a casa.


- No...Gimió ella cuando le mordisqueó el cuello sin dejar de manosear sus pezones duros y erectos. 


- Tranquila Lena, te dejare mi chaqueta y diremos que se te rompió sin querer. Pudo decir entre jadeos y con una voz muy ronca y sexy.


Su mano derecha seguía acariciando sus pezones con fuerza, pellizcándolos hasta hacerla salir de su garganta gemidos que probablemente fueran de dolor más que de placer, dejándoselos rojos, pero extrañamente no le apartaba, se dejaba hacer. Esta chica cada vez lo ponía más y más duro.


- Que tranquila estas Lena, y muy húmeda ¿te estas excitando, eh pequeña zorra…? Porque ahora no me dirás que eso no lo eres, aceptando un premio por dos puntos para tu beca a cambio de que yo obtenga tu cuerpo. Dijo levantándole la falda y metiéndole de golpe dos dedos en su interior.



Ella solo dio un grito ahogado he intentó apartarle, pero sin fuerza, como haciéndole ver que podía pararlo pero no quería.


- No... no siga...Gemía ella, pero en realidad no quería que parase aquello.



Realmente se había humedecido mucho. Toda la situación la excitaba y a la vez se sentía avergonzada por ello, pero poco la dejo pensar, ya que se apartó de ella solo para volver a darla la vuelta, poniéndola de espaldas a él y haciendo que se tumbara encima de la mesa, dejando caer papeles, bolígrafos y demás material de oficina. Sus tetas se aplastaban contra la fría madera, dejando su culo libre. Ella no vio nada, pero sintió como su profesor le arrancaba, de un tirón sus bragas y caían por una de sus piernas al suelo. Luego algo que hacía presión contra su sexo como si fuese una barra de hierro, entrando dentro de ella. Era, era muy gorda y larga, estaba muy dura y sintió que era igual de ancha, que hasta le costó un poco entrar en ella.


- Oh... joder.... que apretado tienes tu coño Lena. Dijo el abriéndola de piernas, contemplando su culo. Le dio una fuerte palmada que la hizo gritar de sorpresa y dolor, que pronto dio paso a un placer nunca sentido.



La empezó a embestir sin miramientos, muy duramente. Su sexo se tragaba todo su ancho miembro, mientras sus tetas, resbalaban por la mesa. La visión que tenía Paton de su polla entrando en ella era mejor que estar en el cielo. Su joven coño seguro que no había recibido nada como aquello, su suavidad y calor eran tan excitantes que necesitaba a veces parar la intensidad para no correrse dentro de ella enseguida. Quería cobrarse punto por punto en su alumna. Ella solo podía gemir pero logro hablar.


- No, profesor Paton, dentro no por favor...


- Creía que las chicas de tu edad todas tomabais la píldora Lena, ¿tomas algo dulzura? Dijo Paton acariciándole las nalgas.


- Yo…yo no... Dijo, pero volvió a gritar cuando sintió otro azote en su culo. 


- No te preocupes, no acabaré dentro. Dijo el al tiempo que volvía a embestirla.


Ella sentía muchísimo placer ¿Que estaba haciendo? Dejándose follar por su profesor por dos puntos... Pero el hilo de sus pensamientos se cortó cuando sintió que era penetrada con fuerza por él. La mesa chocaba contra la pared haciendo ruidos sordos acompasados. El gemía y murmuraba palabras. Lena solo entendió algo de zorra de nuevo, o gusta mi polla...Su duro miembro era como un grueso palo de metal gordo que la abría por dentro... su propio orgasmo para su sorpresa empezaba a sentirlo cada vez más cerca.


- Oh, te estas corriendo, así me gusta mi pequeña zorra, córrete, vamos, córrete con mi polla, te gusta así, ¿eh? te gusta que haya alguien con su polla en tu coño... Iba diciendo el mientras más fuerte y profunda se la metía.


Los gemidos de Lena se hicieron muy audibles, pero él se apoyó en su espalda y la tapó la boca para ahogarlos, sin sacársela. Los espasmos de su sexo eran violentos y su orgasmo muy fuerte. Por sus piernas bajaban sus propios fluidos por el orgasmo. Cuando dejo de gemir se relajó pero su relax no duró mucho. Él se la saco, cosa que hizo sacar otro gritito de su garganta e hizo que se pusiera de rodillas enfrente de él. Su polla por fin la vio, era gordísima aunque un poco corta, pero con venas palpitantes. Estaba húmeda y brillante por los fluidos de ella. Se empezó a estimular él solo, y vio con sorpresa sin esperárselo, como empezó a llenarla de su semen por sus tetas y por toda la boca. Para metérsela de golpe en sus labios. Ella tragó todo lo que pudo para no ahogarse con su leche. Estaba caliente y muy espeso. Su sabor era desagradable. Podía sentir como de sus pezones goteaba al suelo parte de esa leche derramada por él. Miró hacia arriba con su miembro aun en la boca, y él se mordía una mano para no gritar de placer. Una vez que acabó se la saco de la boca de su alumna y se apoyó en una estantería respirando, aun con su polla fuera y brillante.


- Ha… ha sido impresionante... Dijo jadeando Paton, se volvió a subir los pantalones y se colocó la ropa y el pelo.


Ella seguía en el suelo medio desnuda, y con la ropa rota, muerta de vergüenza, pero sintió como algo pesado caía en sus hombros. Era la chaqueta de su profesor.


- Tienes los puntos que necesitas, ya te puedes ir a casa. 


Lena se levantó y se puso la chaqueta. Vio su ropa interior en el suelo, y al volverse agachar para cogerla, su profesor fue más rápido.


- Pero tus bragas... me las quedo yo dulce Lena, nos veremos pronto. Dijo guardándolas en el bolsillo de su pantalón.



Sin decir una palabra más, Lena se levantó del suelo, cogió sus libros y salió del despacho.










Entradas populares de este blog

Farah 2.

Farah se movió hacia mi pecho y rodeó con la lengua cada uno de mis duros pezones mientras retocaba con las manos los músculos del otro lado. Entonces movió las manos lentamente por mis hombros, y dejó que la camisa se me deslizara por los brazos hasta terminar cayendo al suelo. Escalofríos me recorrieron la espina dorsal cuando noté sus uñas clavadas en mis abdominales hasta llegar a la cintura de mis vaqueros. Tiró de ellos, obligándome a acercarme más a ella, y luego sentí su mano acariciarme a través de la tela con la justa presión. -Farah… Fue todo lo que pude decir mientras intentaba desesperadamente no perder el control antes de haberle hecho el amor. Ella se quitó los zapatos a patadas y yo llevé las manos hasta el dobladillo de su vestido. Mi dedo pulgar acarició la piel desnuda de sus muslos color canela, pero ni de lejos aquello fue suficiente. Así que le levanté el vestido por encima de la cabeza para que se uniera a mi camisa en el suelo. Estaba impresionante con ese su

Completely yours.

-Nunca he hecho esto antes… -respondí un poco asustada. -No, ya lo sé Trisa. Así que si te hago daño o te molesta o no te gusta, necesito que me lo digas. ¿Vale? Para parar en el acto. -me dijo Ceran intentando tranquilizarme. Sentí cómo poco a poco ejercía más presión conforme fue moviéndose hacia dentro. Y luego, con un movimiento rápido, me penetró. Ahogué un grito ante la sensación, me tensé, contuve la respiración y las lágrimas se me acumularon en los ojos sin darme cuenta, quería que saliese de mi interior pero, me quedé quieta y cerré los ojos, dispuesta a no moverme ante tal sensación. -Respira, Trisa. Joder, tienes que respirar, que si no te vas a morir, mujer. ¿Te hago daño? ¿Quieres que lo dejemos?  La voz dubitativa de Ceran me hizo relajarme, mientras sus manos me acariciaban el cuerpo con cariño y depositaba pequeños besos en mi espalda. Tenía razón, una vez que intenté relajarme, el dolor punzante empezó poco a poco a desaparecer.  -Sigue Ceran, puedo con

Sueño.

Dicen que los sueños son la expresión del subconsciente, es decir lo que realmente pensamos o deseamos hacer y no nos atrevemos a exteriorizar.     Casi todas las noches últimamente sueño que estoy acostada desnuda en una mesa grande rectangular, en medio de un salón muy grande el cual está vacío excepto por la mesa. Estoy tumbada boca arriba con los brazos y las piernas completamente abiertas. Y miro a mi alrededor, para mi asombro hay varios consoladores de diferentes tamaños y distintas formas.   De pronto se abren unas puertas que están delante de mí, son completamente negras y muy grandes de ellas aparecen cuatro hombres, altos y fuertes. Todos están vestidos de arriba abajo completamente de cuero y látex negro. Sus caras están cubiertas por unas máscaras que solo deja ver sus ojos y tienen sus grandes erecciones  asomándoles por fuera de los pantalones, me quedo anonadada pues todos ellos vienen masturbándose y las tienen enormes. Uno de los cuatro hombres, que parece el líder,