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San Valentín.

Iban a salir pues era la noche de San Valentín y curiosamente hacían dos meses desde que estaban juntos formalmente. Él esperó en el salón mientras ella iba a su cuarto a buscar la ropa. Y cuando la vio aparecer, no se creía lo que estaba viendo. No se había puesto la bata. Sólo llevaba unas pequeñas bragas y se sujetaba el abierto sujetador con la mano izquierda sobre los pechos. Se acercó a él, que se quedó sentado, petrificado, se dio la vuelta y esperó. Ante los ojos de él, estaba el culo más bonito que había visto en su vida. Redondo, con el volumen justo. Y encima, resaltado por unas bragas culotte que dejaban media nalga al descubierto. No  podía quitar los ojos de aquella maravilla. Ella esperaba a que él le abrochase el sujetador. Pero el hombre no se movía.


- ¿Me abrochas? Le preguntó ella en un tono bastante seductor.


- Oh, claro... claro. Le respondió él.


Se levantó del sofá con una fuerte erección, y con temblorosos dedos le abrochó el sujetador. Miró la fina nuca, la espalda, la delgada cintura y a toda ella. Ella salió otra vez hacia su cuarto, a terminar de vestirse. Ella se puso delante de él. Se acercó, pegó su cuerpo al cuerpo del hombre. Acercó sus labios a los de él y lo besó apasionadamente en la boca.


- ¿Te gusto? Le preguntó ella a escasos centímetros de la boca.


- Pues claro que sí, eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida.


Le volvió a besar. Bill esta vez se lo devolvió. Aquello tenía que ser un sueño. Le cogió las dos manos y las llevó hasta sus pechos. Él Las acarició, las apretó, notando la dureza de sus pechos. Acercó su boca y ahora él la besó a ella, sosteniendo en sus manos sus duros senos. Ella tan cerca de él pudo notar la dureza de su miembro contra su barriga.


- Estoy caliente, Bill. ¿Me quieres follar? Le preguntó sensualmente apretándole, y acariciándole.


- Sí...oh dios por supuesto que si Pau, lo deseo desde que te vi por primera vez joder Paola no sabes cómo me pones.


Se estremeció de pies a cabeza cuando ella le bajó la bragueta, metió la mano y se la sacó.


- Me voy a arrodillar delante de ti y te voy a hacer la mejor mamada de tu vida. Le decía Paola entre risas.


Bill estuvo a punto de llegar al orgasmo en ese momento, pero consiguió evitarlo. Se quedó parado quieto, mientras ella, lentamente se arrodillaba delante de él, hasta que su duro miembro quedó a la altura de su boca. Gimió de placer cuando ella, mirándole fijamente a los ojos acercó sus sensuales labios y besó la punta de su sexo. Abrió la boca y se la empezó a meter. Bill se apoyó en la pared sin dejar de mirar a su mujer arrodillada delante de él, dándole placer. Aquello era imposible de aguantar mucho tiempo.


- Oh dios, cariño...para...para o me...


- ¿Te correrás Bill?


- Sí... Dijo él con voz entrecortada.


- ¿Y no deseas correrte dentro de mi boca? Lo instaba ella.


- No te retengas, Bill. Disfruta de mí. Durante un mes has sido mi apoyo. He salido adelante gracias a ti. Has sido un amigo de verdad, un compañero. Nunca me pediste nada a cambio. Me respetaste en todo momento. Ahora te voy a regalar mi cuerpo. Es mi regalo. Mi manera de darte las gracias. Mi manera devolverte parte de lo que me has dado.


- ¿Qué? ¿Qué has dicho Pau? Preguntó atónito Bill.


- Que soy tu regalo. Quiero agradecerte lo maravilloso que has sido conmigo y quiero que mi cuerpo sea tu regalo de San Valentín.


Con el corazón desbocado acercó su boca a la de ella y la besó. Los dos sintieron el mismo estremecimiento cuando sus bocas se juntaron. Se besaron tiernamente, despacio, pero poco a poco el beso se fue tornando más apasionado. Las manos de Bill recorrieron la espalda de Paola, atrayéndola hacia él. Besó su cuello, sus orejas.

- Paola mi amor... Cuánto te quiero. Cuanto te deseo.


- Bill mi vida y yo a ti, me he dado cuenta de ello tarde pero más vale tarde que nunca como suelen decir. Te quiero.


Siguieron besándose. Sus bocas se abrían. Sus lenguas se buscaban la una a la otra. Paola notó contra ella la dureza del miembro de Bill.


- ¿Me deseas? Le preguntó.

- Te deseo, mi amor. Le respondió el con una sonrisa muy sexy.


- Yo tamb…No le dejó terminar la frase.


- Shh... Te voy a llevar a mi cama y te voy a hacer el amor.


La cogió en brazos, como hacía cuando la llevaba para acostarla. Ella le rodeó el cuello con sus brazos y se volvieron a besar. Sin soltarla, sin que sus bocas se separasen, la dejó caer sobre la cama. Entonces, dejó de besarla para separarse un poco y mirarla fijamente a los ojos.


- Eres tan hermosa. La mujer más hermosa del mundo.

- Ámame Bill.

La besó en el cuello. Paola, estremecida, gimió de placer. Gemidos que aumentaron cuando una de las manos de Bill empezó a bajar por su cuerpo hasta llegar a sus pechos. Él notó enseguida la dureza de sus pezones. Deseaba sentirlo en la mano. Sentir su calor, su suavidad, así que metió la mano por debajo de la camisa del pijama y la llevó hasta aquellos turgentes pechos. No llevaba sujetador, así que los acarició. Su mano iba de uno a otro. Aquella íntima caricia hacía temblar a Paola. Era una caricia llena de amor. No era como los otros hombres, que le estrujaban las tetas y le pellizcaban los pezones. Bill los acariciaba, con dulzura. Volvió a acariciarlos, ahora, mirándolos. Ella le miraba a él, disfrutando de la caricia. Despacio, acercó su boca a uno de los pezones. Lo besó, lo lamió. Paola se retorció de placer. Acariciaba un pecho mientras lamía el pezón del otro. Hasta que la mano empezó, de nuevo a bajar. La mano bajaba y los labios subían. Cuando los labios se encontraron con los de ella, la mano se metió por dentro del pantalón del pijama, acarició su poco poblado Monte de Venus y siguió bajando. Paola abrió sus piernas, abrió su boca y sus gemidos se ahogaron en la boca de él. Llegó al sexo de su amada. Era caliente, y estaba muy húmedo, mojado. Lo recorrió con las yemas de sus dedos encontró su clítoris y lo frotó con delicadeza. Paola sintió un latigazo de placer que atravesó todo su cuerpo. La besó. Frotó con más intensidad y notaba como ella se tensó. Arqueó la espalda sobre la cama y estalló en un intenso orgasmo.


- Bill, hazme tuya... hazme el amor.


Ella miró como él se despojaba de su camisa. Se miraban, se sonreían. Ella lo esperaba con las piernas abiertas, totalmente ofrecida. Bill se levantó para quitarse los pantalones y los calzoncillos. Ella le miró el miembro. Duro y erguido. Levantó los dos brazos hacia él. Bill se subió sobre ella. Acercó su boca la suya y la besó. La penetró. Paola cerró los ojos al sentir la agradable invasión del duro sexo del aquel maravilloso hombre. Cuando estuvo completamente dentro de ella, se besaron, sin moverse, sólo sintiendo cada uno al otro. Poco a poco, Bill empezó a moverse, a entrar y salir de ella. Su más ansiado deseo se estaba cumpliendo. Le estaba haciendo el amor a su verdadero amor. Paola envolvió su nuca y su cabeza son sus manos. Bill recorrió  su deliciosa piel con las manos. Acarició sus pechos, los besó y lamió, sin dejar de penetrarla, cada vez más rápido. Llegó un momento en que los dos cuerpos se movían al unísono. Paola tenía los ojos cerrados y gozaba del placer absoluto. 

Aquello era más que sexo, mucho más. Aquello era puro amor.




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