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Un dulce muy dulce.

¿Que haré? esa es la pregunta que retumbaba en mi mente una y otra vez desde que llegué a casa ¿que haré con todo esto joder? Me encontraba en una encrucijada, por un lado estaba mi novio Coll, quien me quería como si no hubiese nadie más en el mundo, un amor puro, sincero y me lo demostraba a diario, el no se merecía lo que acababa de hacer, pero también estaba Adrián, despertaba en mí los instintos más básicos de cualquier persona, era pura pasión desenfrenada y lo peor de todo era que lo amaba como nunca amé a nadie siempre lo amé y acababa de hacer el amor con él. No importaba la decisión que tomara alguien de los dos terminaría muy mal parado y esto me hacía sentir como una completa "hija de puta".


Pero mientras estaba inmersa en mis pensamientos y mordiendo la segunda manzana que me había comido ya desde que llegué, me encantaban las rojas sobre todo y para mí eran como un dulce, noté que alguien entró en mi habitación y con una mano me vendó los ojos y me habló al oído en un susurro casi imperceptible.


- Shh preciosa solo déjate llevar pero no dejes caer la manzana encanto.



Antes de que pudiera reaccionar él me beso muy tiernamente en los labios me quitó mi pijama, dejándome solo con unas pequeñas braguitas. Comenzó a besarme por todo el cuerpo, mi cuello, mis hombros, mis senos y mis pezones, los lamió y los mordisqueo en ese instante un suave suspiro salió de mi boca y eso pareció animarlo más, continuó con los besos sobre mi vientre, subió de nuevo hasta mi boca y me beso nuevamente.


Su cuerpo se pegó al mío y sentí una fuerte erección en mi vientre, acerqué mi manos a su creciente erección y le desabroché el pantalón, tomé su miembro entre mis manos era muy grande, duro y estaba algo resbaladizo pues había comenzado a salírsele un poco de líquido preseminal y de pronto se alejó un poco, se levantó de la cama unos segundo y cuando se volvió a acostar sobre mi noté su torso desnudo sobre mi piel, para ese momento ya estaba extremadamente húmeda y mi respiración era entrecortada, estaba completamente desnudo y podía verlo en todo su esplendor. Verlo así no hacía más que incrementar mi lujuria por aquél hombre. En ningún momento dejaba la manzana que cayese al suelo, sino me atendría a las consecuencias.


Volvió a acariciar todo mi cuerpo y al llegar a mi sexo me quitó las braguitas que le obstruían el paso a sus manos, ahora sí, estaba completamente desnuda. Uno de sus dedos rozó suavemente mi clítoris e instintivamente abrí las piernas todo lo que pude. Él me besó e introdujo un dedo en mi interior y luego dos, los metía y los sacaba, al estar tan mojada sus dedos entraban y salían con facilidad. Él comenzó a masturbarme con velocidad y no tardé en tener un gran orgasmo, pero antes de que pudiera recuperarme sentí como metía su verga en mi interior de una sola embestida, y empezó a meterla con fuerza, con cada embestida gritaba más y más fuerte. Yo solo gemía y pedía más, los dos gritábamos de placer a la vez, lo besaba una y otra vez al tiempo que correspondía a mis besos y mordiscos le arañaba la espalda y le pedía que fuese más rápido y más duro. Hasta que volví a tener un fuerte orgasmo y él también, sentí como su semen caliente se escurría entre mis muslos. Me temblaban las piernas y al poco tiempo noté como acababa él de un gruñido  con mi nombre y cerca de mi oído me dijo susurrándome.



- Muy bien princesa, es hora de que te comas la manzana.





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