Tras pensar largo y tendido por fin he decidido romper esta relación que se llevaba la mejor parte de mí, ésta relación que no llegaba a buen puerto y desde el principio debí haberme dado cuenta de ello, aunque quizá siempre lo he sabido y no me he querido dar cuenta pues no dicen aquello de ¿ojos que no ven, corazón que no siente? Este último intento por salvar lo insalvable, más ahogado ya que el famoso barco del Titanic, pero estoy tranquila con mi decisión, empezar de nuevo me ilusiona aunque al mismo tiempo me llena de miedo e incertidumbre. Acabo de aterrizar en Ålesund, la lluvia moja la pista de aterrizaje y en lugar de ver el paisaje me fijo en la figura de un hombre que pasa a mi lado. Recuerdos están en mi cabeza y quiero que se queden ahí para ser sincera, adaptándolos a mi manera, cogiendo lo bueno, desechando lo inservible, lo dañino, lo malo, lo tóxico en general vamos a ser realistas.
Resulta que mi vuelo ha tenido que hacer otra escala por el mal tiempo y tenemos que ir a hospedarnos y pasar la noche en el hotel que hay aquí al lado o por el contrario, muchos pasajeros están quedándose en el propio aeropuerto, yo me niego a ello así que me dispongo a salir en busca de un taxi cuando el hombre misterioso intercepta el mío, en un primer momento ello hace que me enfade, pero mirándome fijamente a los ojos y sonriendo me abre la puerta para que pase, resulta que vamos a compartir el mismo automóvil pues ambos nos dirigimos al hotel. Es curioso que estemos hablando como si nos conociéramos de toda la vida, me ha sucedido lo mismo con muy pocas personas y el tiempo se desliza como a través de sus palabras, suave, melodioso, pausado. Inmediatamente surge un lazo que nos lleva a hablar de nuestra forma de ver las relaciones, de la sociedad en general, de la actualidad, de las mentes abiertas, de los cuerpos abiertos... Las palabras afloran solas, los cuerpos se juntan más, aprovechamos cualquier ademán para rozarnos con nuestras manos, rodillas, muslos, agarrarnos de nuestros brazos, cada movimiento en principio casual no lo en absoluto, no entiendo qué me sucede, pero cada toque suyo me provoca un escalofrío por todo mi cuerpo.
Resulta que mi vuelo ha tenido que hacer otra escala por el mal tiempo y tenemos que ir a hospedarnos y pasar la noche en el hotel que hay aquí al lado o por el contrario, muchos pasajeros están quedándose en el propio aeropuerto, yo me niego a ello así que me dispongo a salir en busca de un taxi cuando el hombre misterioso intercepta el mío, en un primer momento ello hace que me enfade, pero mirándome fijamente a los ojos y sonriendo me abre la puerta para que pase, resulta que vamos a compartir el mismo automóvil pues ambos nos dirigimos al hotel. Es curioso que estemos hablando como si nos conociéramos de toda la vida, me ha sucedido lo mismo con muy pocas personas y el tiempo se desliza como a través de sus palabras, suave, melodioso, pausado. Inmediatamente surge un lazo que nos lleva a hablar de nuestra forma de ver las relaciones, de la sociedad en general, de la actualidad, de las mentes abiertas, de los cuerpos abiertos... Las palabras afloran solas, los cuerpos se juntan más, aprovechamos cualquier ademán para rozarnos con nuestras manos, rodillas, muslos, agarrarnos de nuestros brazos, cada movimiento en principio casual no lo en absoluto, no entiendo qué me sucede, pero cada toque suyo me provoca un escalofrío por todo mi cuerpo.
Comentarios
Publicar un comentario