Ir al contenido principal

Billiard Table 1.

Mis labios se posaron sobre los de Ragna mientras la agarraba con una mano por la cabeza y con la otra la cintura. En cuanto los labios Ragna se abrieron a mi invasión, probé la dulzura que llevaba anhelando varias horas. Nuestras lenguas se encontraron, la de Ragna era tan suave y tenía un sabor tan fabuloso que el beso se intensificó aún más. Pegué mi boca a la de ella y comencé a succionarla con más pasión y para mi deleite ella respondió con la misma pasión sino más.


Para Ragna  fue toda una sorpresa reaccionar así ante un hombre, nunca le había sucedido antes, pero este hombre era diferente, era Loke, y a Loke nada ni nadie se le escapaba si algo se le metía en la cabeza no paraba hasta conseguirlo. Han pasado de estar empujándolo para que se marchara de la sala de billar a estar besándolo con fogosidad y el beso le parecía lo más delicioso que había probado nunca. Su cuerpo se preparó rápidamente, el fuego líquido pareció fluir de todas partes, desde las puntas de los dedos de los pies hasta el último cabello para después concentrarse en su vagina, preparándola para lo que tanto anhelaba. Las manos de Ragna que antes trataron de empujar a Loke, ahora acariciaban esos pectorales fuertes y marcados mientras que su boca recibía la lengua masculina. Su cuerpo se pegaba al de él como si fuera cera caliente a punto de derretirse, su garganta comenzó a producir gemidos de placer.


Cuando sentí las manos de Ragna acariciando mi pecho y después, cuando en su boca retumbaron los deliciosos gemidos de placer, no pude evitar darle rienda suelta a lo que mi cuerpo me estaba pidiendo a voces, más que a voces me lo estaba pidiendo la tremenda erección que estaba surgiendo. Sin dejar el contacto con la boca de Ragna, dirigí mi mano hacia su bonito y redondeado trasero para pegarla más y hacerle sentir mi erección.


El gemido de Ragna se intensificó al sentirse más cerca de ese calor masculino. De súbito sus manos se deslizaron por el cuello del hombre y sus dedos se enredaron en el sedoso cabello rubio para acariciarlo.


De repente, sentí crecer a mi verga, si es que aquello era posible. Esa mujer estaba respondiendo a su pasión de la misma manera. Despegué mi boca de la de ella para posarse sobre su cuello morderlo y oler el magnífico aroma que despedía esa piel blanca y suave. La mano que estaba agarrando su trasero,  la posé en uno de los abultados pechos y comencé a acariciarlo por encima de la ropa.


Ragna se sentía maravillada. Nunca antes se había excitado tan rápido ni con tanta intensidad. Su entrepierna estaba ahora completamente mojada. Que hombre, como besaba y tenía un toque a alcohol y menta algo sexy. Esas caricias expertas eran las más placenteras que había experimentado nunca, era como si él supiera exactamente donde tocar, donde acariciar y donde lamer. Y pensar que había muchos ratos que no podía soportarlo, muchas veces se le había cruzado la idea de asesinarlo.


La boca de Loke volvió a tomar la de Ragna y comenzó a succionar los labios con los suyos, pasando de tanto en tanto la lengua sobre ellos. Luego, con dulces caricias, hizo que ella abriera la boca para él.


Ragna no se resistió. No pudo. ¿Cómo resistirse a las ganas de perderse en ese beso, en esos brazos musculosos y en ese magnífico cuerpo que tanto la había estado atormentando? La culpa la tenía ella, de la ropa provocativa que se puso adrede aquella noche, al estar retándolo siempre, sobre todo unas horas antes cuando lo había dejado en evidencia al jugar al billar, ella le había ganado tres veces seguidas. No pudo evitar responder de la misma manera mientras gemía de placer. 


Al sentir la respuesta de Ragna, me dije que no podía esperar ni un solo minuto más, esa mujer tenía que ser mía en ese mismo instante. De un solo movimiento la levanté y la senté sobre la mesa de billar en el centro de la habitación, cuidando de que su cuerpo quedara entre las piernas de Ragna. La recliné un poco hacia atrás y me apoyé sobre ella, haciendo que mi pene erecto tuviera contacto directo con el centro de ella.


Ragna sintió la presión de ese cuerpo y se sintió embriagada, era lo que estaba buscando desde hacía semanas, no iba a echarse para atrás ahora. Le gustaba la idea de estar debajo de él, sintiendo la erección sobre su vientre. ¿Cómo sería? ¿Larga o gruesa? ¿Quizás las dos? Deseó poder verla y tocarla.


Mis  inquietas manos empezaron a acariciar la cintura de Ragna para después subir a los pechos y sopesarlos en sus palmas. Eran grandes y a través de la fina camisa y pude sentir inmediatamente los pezones erectos. La ropa era algo que comenzaba a sobrar, le molestaba realmente. Le desabroché la camisa y saqué los pechos del sujetador para poder tener mejor acceso a ellos.


Ragna sintió las manos enormes y a la vez suaves acariciando la piel de sus senos, palpando con delicadeza y algo de rudeza los mismos. Luego sintió que sus dedos tomaron los pezones y los apretaron un poco.


Los pechos de Ragna eran tan blancos, tan redondos y tan bien formados que quise abalanzarme sobre ellos para lamerlos, pero me contuvo, hasta que Ragna gimió cuando pellizqué uno de los pezones. Entonces el control me abandonó y bajé mi  rostro hasta el pecho izquierdo de Ragna para lamer uno de los pezones mientras seguía acariciando el otro con los dedos.


Ragna no podía dejar de gemir, era como si no tuviera control sobre su propio cuerpo, ni sobre su garganta que no dejaba de emitir sonidos. Tampoco tenía control sobre el placer que experimentaban sus pechos que ahora estaban siendo lamidos por esa boca experta. 



Necesitaba a aquella mujer ahora, necesitaba estar dentro de ella y la necesitaba  ya.









Comentarios

Entradas populares de este blog

Farah 2.

Farah se movió hacia mi pecho y rodeó con la lengua cada uno de mis duros pezones mientras retocaba con las manos los músculos del otro lado. Entonces movió las manos lentamente por mis hombros, y dejó que la camisa se me deslizara por los brazos hasta terminar cayendo al suelo. Escalofríos me recorrieron la espina dorsal cuando noté sus uñas clavadas en mis abdominales hasta llegar a la cintura de mis vaqueros. Tiró de ellos, obligándome a acercarme más a ella, y luego sentí su mano acariciarme a través de la tela con la justa presión. -Farah… Fue todo lo que pude decir mientras intentaba desesperadamente no perder el control antes de haberle hecho el amor. Ella se quitó los zapatos a patadas y yo llevé las manos hasta el dobladillo de su vestido. Mi dedo pulgar acarició la piel desnuda de sus muslos color canela, pero ni de lejos aquello fue suficiente. Así que le levanté el vestido por encima de la cabeza para que se uniera a mi camisa en el suelo. Estaba impresionante con ese su

Completely yours.

-Nunca he hecho esto antes… -respondí un poco asustada. -No, ya lo sé Trisa. Así que si te hago daño o te molesta o no te gusta, necesito que me lo digas. ¿Vale? Para parar en el acto. -me dijo Ceran intentando tranquilizarme. Sentí cómo poco a poco ejercía más presión conforme fue moviéndose hacia dentro. Y luego, con un movimiento rápido, me penetró. Ahogué un grito ante la sensación, me tensé, contuve la respiración y las lágrimas se me acumularon en los ojos sin darme cuenta, quería que saliese de mi interior pero, me quedé quieta y cerré los ojos, dispuesta a no moverme ante tal sensación. -Respira, Trisa. Joder, tienes que respirar, que si no te vas a morir, mujer. ¿Te hago daño? ¿Quieres que lo dejemos?  La voz dubitativa de Ceran me hizo relajarme, mientras sus manos me acariciaban el cuerpo con cariño y depositaba pequeños besos en mi espalda. Tenía razón, una vez que intenté relajarme, el dolor punzante empezó poco a poco a desaparecer.  -Sigue Ceran, puedo con

Sueño.

Dicen que los sueños son la expresión del subconsciente, es decir lo que realmente pensamos o deseamos hacer y no nos atrevemos a exteriorizar.     Casi todas las noches últimamente sueño que estoy acostada desnuda en una mesa grande rectangular, en medio de un salón muy grande el cual está vacío excepto por la mesa. Estoy tumbada boca arriba con los brazos y las piernas completamente abiertas. Y miro a mi alrededor, para mi asombro hay varios consoladores de diferentes tamaños y distintas formas.   De pronto se abren unas puertas que están delante de mí, son completamente negras y muy grandes de ellas aparecen cuatro hombres, altos y fuertes. Todos están vestidos de arriba abajo completamente de cuero y látex negro. Sus caras están cubiertas por unas máscaras que solo deja ver sus ojos y tienen sus grandes erecciones  asomándoles por fuera de los pantalones, me quedo anonadada pues todos ellos vienen masturbándose y las tienen enormes. Uno de los cuatro hombres, que parece el líder,