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Bathroom.

Aiden, quien se puso de pie en unos segundos y se dirigió hacia mi con pasos firmes y decididos, me cogió en brazos, y me llevó hacia el cuarto de baño cerrando la puerta de un portazo tras de sí. Me bajó al suelo y me aprisionó entre la puerta y su cuerpo. El frío de la puerta y el suelo me hizo sisear un poco pero, cuando noté el calor que emanaba del cuerpo de Aiden, el sonido se convirtió en un gemido. Aiden me miró con el ceño fruncido antes de cambiarlo por un gesto divertido. 


-¿Te mojas rápido eh? -Me susurró y una de sus manos me recorrió el muslo rumbo a mi sexo. 


Cuando noté los dedos de Aiden buscando el clítoris, me aferré a los hombros de él para mantenerme de pie. La sensación de estar recorriéndome esa parte tan íntima siempre me había excitado. Deseando demostrarle lo caliente que estaba por él, ello hizo que mis jugos empezaran a fluir. Gemí en su oído y Aiden me recompensó presionándome con más fuerza ahí.


-¿Papá? ¿Estás bien?- Preguntó Iker al otro lado del pasillo.


Ceit se detuvo y oyó los pasos de Iker, que iban hacia su habitación y se dirigía al baño donde ellos estaban. 


-¿Qué quieres, Iker? —preguntó Aiden sin dejar de atormentarme.


-He oído un ruido y pensaba que podía ser mamá, pero su puerta está cerrada y no sé si debo entrar por si todavía está enfada, aunque la culpa ha sido tuya y por eso duerme en esa habitación, y por tu culpa no pude cenar pizza anoche. –Decía Iker enfurruñado.


-He sido yo, hijo. No te preocupes haremos algo para que tu madre no se enfade de nuevo. -Contesté mirándola a ella mientras mi otra mano empezaba a masajearle los pechos, poniendo especial detalle en los pezones, ya endurecidos. 


-¿Vas a bañarte? ¿Puedo bañarme contigo papá? –Preguntó al otro lado de la puerta Iker.


-En un rato hijo, pero tu deberías irte abajo... -Mascullé bajando un poco la cabeza para darle un mordisco en uno de los pechos. 


Jadeé y me tapé la boca con la mano intentando por todos los medios que mi hijo no pudiese oírme. Realmente iba a matar a mi marido por esto. 


-¿Qué ha sido eso? ¿Por qué has gritado papá, estás bien? –Repuso Iker asustado intentando abrir la puerta.


-Nada Iker, tranquilo hijo. Es el contraste con el frío, estoy descalzo y hoy hace demasiado frío y papá está un poco resfriado. -Mintió él mirándome acusadoramente.


Negué con la cabeza para que se detuviera, pero Aiden no me hizo el menor caso y volvió a morderme ahora en el otro pezón, al tiempo que introducía un dedo en mi interior. Golpeé con la cabeza la puerta y me arrepentí en ese momento. 


-Papá, ¿pasa algo? ¿Puedo entrar? No sueles tener frío nunca…


-No, no puedes pasar hijo... Estoy moviendo el lavabo porque se me ha caído la maquina de afeitar detrás y me he golpeado la cabeza. 


Aiden se irguió y me acarició la cabeza para aliviarme el dolor. Se acercó más y situó su pene en el lugar adecuado para empalarme con él si me movía un solo centímetro. 



-¿Por qué no vas a ver la tele y, cuando baje, desayunamos juntos? Me parece que están echando esos dibujos que tanto te gustan que ves con tu madre, Pokemon era ¿no?. Después le prepararemos un buen desayuno a mamá, uno que le aporte mucha energía. -Comentó y me miró con pasión.



Aiden empujó hacia mi interior e introdujo toda su longitud en mi canal, notando algo de resistencia al principio por la inesperada invasión. Tuvo que taparme la boca para evitar que gritara, aun cuando mantenía la mano sobre mí, pero, en el momento en que él empujó, sus fuerzas se habían esfumado. 


-¿Estás bien, papá? Y me da miedo despertar a mamá, por si me grita como a ti anoche, pero sin ella no quiero ver Pokemon no es igual de divertido.


-Sí, estoy bien hijo, ves de una maldita vez abajo, estaré contigo en diez minutos. -Gruñó él.



-¡Papá! ¡Mamá te va a matar como te oiga diciendo palabrotas! -Masculló Iker golpeando la puerta.



Trataba de no empujar demasiado fuerte para que Iker no me oyera, pero era complicado mantener el control en esa posición. Le levanté una pierna a Ceit para profundizar las embestidas y empecé a moverme de un modo rítmico mientras ella se retorcía entre mis brazos. 



-Valeee, te espero en diez minutos, entonces voy a ver los dibujos. No tardes mucho que no quiero que mamá se enfade conmigo por culpa tuya. 


-No hijo tranquilo, sabes que mamá te adora... 


Cuando oí que cerraba la puerta de la habitación, liberé la boca de Ceit para reemplazarla por la mía, tomando de ella todo lo que quería. 


-Aiden... -Susurró ella entre mis labios. 


-Eres mía, Ceit. Sólo mía... No pienso dejar que te alejes de mí... ya no. -Le dije cogiéndola por la cintura para que se aferrara con las piernas y pudiera cabalgarla con más libertad. 


Podía sentir su pene largo y grueso atravesando mi canal, presionando las paredes y obligando a lubricarse con rapidez con cada envite de él cada vez más fuerte. Casi llegaba a la matriz y, en la mayoría de las embestidas, rozaba el punto culminante y me llevaba más cerca del orgasmo. Este hombre era pura magia para una mujer y era completamente mío. 


-Ceit, te quiero y te adoro aunque muchas veces seas una tocapelotas del quince... Perdóname por no entenderlo antes, por querer cambiarte, realmente eres mi “Mo Aram Cara” 


-Yo... yo... ¡Dios Aiden, lo que me haces no me deja pensar!


Aiden rió por el comentario y aumentó el ritmo hasta llevarme al borde del orgasmo. 


-Dime que me quieres, Ceit, dime que me quieres tanto como yo te quiero a ti- -Masculló él conteniéndose hasta que no le dijese que lo quería, realmente era un verdadero cabezota este hombre.


Jadeaba cada vez con más rapidez, a punto de estallar, pero sabía que tenía que contestarle primero sino, no iba a terminar esta dulce tortura.


-Ceit, dilo... — Me apremió él. 


-¡Te quiero! —grité aferrándome a su cuello—. ¡Te quiero, Aiden







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