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Cosa de tres.

Él ya se estaba duchando. Le veía desde el dormitorio duchándose. Notó mi presencia, y me sonrió. Entré bajo el agua, le quité el gel de las manos y empecé a enjabonarlo.


- Me ha gustado mucho.  Le susurré al oído. Él no respondió.


Pasé mis manos por su erección con esmero, deleitándome en sus pliegues, hasta que noté bajo mis manos como iba creciendo cada vez más y más. Fue él quien se arrodilló delante de mí sonriéndome y comenzó a pasar la lengua por mis muslos, su tacto se notó delicado, suave. Noté un fuerte mordisco en el interior de mi muslo izquierdo y entonces abarcó mi sexo con su boca, y su lengua apartó mis labios para penetrarme. La noté dentro, y sus dientes en mi clítoris. No necesitó más para volverme loca de nuevo. Pero no siguió. Sólo se levantó y se puso detrás de mí. Noté su sexo, hinchado y duro en mi espalda.


- A todas os gusta, nena. Me rodeó con un brazo, haciéndome sentir muy pequeña a su lado, y  metió inesperadamente dos dedos en mi sexo. Suspiré.


Siguió su lenta tortura varios minutos en los que no dejaba de sacar e introducir sus dedos cada vez más rápido en mi sexo mientras ahogaba mis gemidos con besos apasionados. De repente a punto de llegar al clímax se separó de mí ignorando mi gemido frustrado y salió de la ducha.  Cuando salí me esperaba ya vestido, sentado en la cama. Sobre la misma había, un disfraz de sirvienta. Cofia, delantal y minifalda negra. Le miré sorprendida como diciendo: ¿Qué narices es esto Cristian? Supongo que tuvo que leerme la mente al ver mi ceja fruncida pues me habló.


- Póntelo ricura. Sin nada debajo, yo te espero en el patio. 


Las medias blancas me llegaban hasta casi la mitad del muslo. Mis largas piernas se veían estupendas en el espejo, con mi cuerpo cubierto sólo por ellas. Primero me puse sólo la cofia. El uniforme me quedaba corto, muy corto, creo que incluso demasiado corto para ser un uniforme. Por detrás prácticamente se me veía el culo. Me tapaba los hombros, pero me bajé las mangas un poco por los brazos, resaltando el escote. Disfruté de mi propia visión en el espejo sonriéndome a mí misma. Bajé al jardín decidida, contoneándome como sabía que le gustaba a él. Cris esperaba sentado junto a una mesa, a un par de metros de la piscina. Al acercarme se quitó las gafas de sol para contemplarme ¡Dios que bueno que estaba!

- Date la vuelta Nadia. Dijo sonriéndome de una manera bastante caliente.

- Estás preciosa cariño.


Me incliné hacia él sin doblar las rodillas. Él mantuvo la vista fija en mi escote al tiempo que mis labios se acercaron a los suyos.


- No. Esto no funciona así. Date la vuelta de nuevo cielo. Me dijo guiñándome un ojo.


Cuando le di la espalda me dio un sonoro azote y pude ver cómo sonreía antes de girarme muy despacio. De repente al girarme había otro hombre al lado de Cris, este era totalmente opuesto a mi hombre. Donde Cris tenía un cuerpo atlético este tipo parecía sacado de una revista de playboy, los ojos negros de Cris eran eclipsados por los ojos color zafiro del hombre, y su boca, deliciosa, de gruesos labios aunque no demasiado, perfectos para querer besarlos, eran de la misma altura pero a diferencia de Cris, este hombre tenía el pelo negro con algún matiz canoso muy sexy en vez de rubio. Me quedé totalmente a cuadros cuando me sonrió acercándose a mí tomando mi boca sin mi permiso, pero me dejé hacer. Al apartarse me dijo que se llamaba Sean, me cogió de la mano y junto con Cris subimos a nuestra habitación. Allí había encima del a mesa una botella de vino.


- ¿Te gusta el vino guapa? Metió el dedo índice en la copa, y después me lo mostró.


- Mmm… Acerté a decir, sin sacarlo. Sean repitió la operación varias veces, dándome de beber directamente de su dedo.


- Te vas a tragar todo el vino, Nadia. Dijo Cris cuando, aún con el dedo de Sean en mi boca, vertió buena parte de la copa en la polla de él.


Me arrodillé frente a él sabiendo exactamente que tenía que hacer, y lamí la polla de arriba abajo mientras con las manos acariciaba sus testículos, limpiándole todo el vino. Cris echó más, y yo seguí, empapando mi cara con ello. Lamí hasta dejarle totalmente limpio oyendo sus gemidos que cada vez me ponían más caliente, tenía un voz realmente sexy, le miré a los ojos en el momento en que su punta comenzaba a desaparecer entre mis labios. Y seguí succionando empeñada en que esa polla se pusiese más y más dura. Las manos de Cris apartaron mis nalgas y separaron un poco mis piernas mientras se arrodillaba detrás de mí. Me retorcía los pezones con una mano mientras con la otra me restregaba la mano en mi sexo ya mojado.


- Fóllatela Cris. Dijo Sean de repente.


Noté el sexo de Cris abriéndome desde detrás, y llenándome por completo de una sola y fuerte embestida. Habría gritado si hubiese podido. 


- Joder Nadia… Decía entre gemidos Cris.


Moría de placer con cada embestida. Sean se separó mientras era follada como nunca. Las fuertes manos de Cris movían mi cuerpo a su antojo, como si me usase para masturbarse. De repente Sean metió un dedo en mi culo y se arrodilló junto a mí, para hablarme suavemente al oído.


- Te van a follar por todos tus agujeros, nena y disfrutarás como nunca créeme.

No aguantaría mucho más. Los testículos de Cris golpeaban contra mi clítoris duramente. Al tiempo que Sean metió otro dedo en mi culo hasta los nudillos. Cuando fui notando poco a poco como se iba introduciendo en mi interior al mismo tiempo que Cris se introducía y salía de mí con duras embestidas. Estaba totalmente llena.

- ¡¡Sí!!  Grité. Y solamente bastaron dos fuertes embestidas de cada uno para que comenzase a correrme, y mi orgasmo se prolongó durante todo el tiempo que estuvieron machacando mi cuerpo de una manera realmente dura, fuerte y gloriosa. No sé cuánto tiempo estuvimos, sólo sé que ellos también se corrieron haciendo que me corriese de nuevo. Cosa que me gustó mucho. Cuando ya no pude más y caí al suelo, al tiempo que ellos se corrían sobre mi cuerpo. 


- Despierta preciosa, abre los ojos. Todavía no hemos terminado contigo. Dijo Cris dándome un gentil beso en los labios.










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