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Hoy serás mío.

Amaneció bajo esa tonelada de mantas que la resguardaban del frío y ocultaban esa piel blanca y semidesnuda, tan solo cubierta por una ligera camiseta floreada y un minúsculo tanga azul celeste que dejaba entrever sus redondeadas nalgas. Esa mañana había despertado extrañamente seductora, recorría sus grandes pero endurecidos muslos con esa pequeña y juguetona mano hasta llegar a esos huesos de su cadera, que al rozarlos provocaba en ella una leve sonrisa y a la vez un estupor muy corriente en ella. Ese día era como cualquier otro, no tenía que hacer nada en especial más que cumplir con su jornada laboral pero ella se sentía diferente, llevaba días arrastrando unas ganas lujuriosas en su interior, mostraba una mirada picara que la delataba. Ya eran semanas sin sentir sus besos profundos que hacían temblar su cuerpo, esas manos que la recorrían palmo a palmo, sin dejar ni una esquina de ese generoso y exuberante cuerpo sin examinar y esa gran pasión que se apoderaba de ellos cada vez que se veían, inevitablemente, lo echaba de menos. Pero esa noche iba a ser su revancha, hoy había decidido que no se le escapaba y que ninguna excusa iba a salvarle de saciar esas tremendas ganas de sexo que la poseían. El día pasó de lo más aburrido y rutinario. Se adelantó, y se dedicó la tarde a preparar esa noche con calma, él no sospechaba nada, incluso ni se lo podía imaginar, lo que hacía que para ella todo eso fuera más interesante y divertido. Brian, tenía una gran cuerpo que imponía nada más verlo, era un hombre alto y atlético, con una pose segura que cautivaba allá por donde pasaba, ella se sonrojaba tan solo de imaginárselo desnudo, escaneando desde ese redondeado culo pasando por esa tonificada espalda que tanto le gustaba, deleitándose con cada centímetro de su cuerpo. Le acompañaba una sonrisa pícara y una dualidad entre sensualidad y ternura que hacía que fuera único, cuando te miraba con esos profundos ojos negros, Alana, estaba cautivada por sus encantos, él podía con ella, en resumidas cuentas, era su gran debilidad. Pero ella decidió esa noche, que era la que marcaría las pautas y se haría dueña de la situación, no dejaría que el mandara en ningún momento, lo haría suyo. Eran alrededor de las diez y Alana llevaba horas impaciente y desesperada por su llegada, se retrasaba unos minutos, los nervios iban acabar con ella pero tenía que calmarse y recordar que esa noche mandaba ella.

Brian. Llamó al timbre, de repente se oyeron los pasos impacientes de ella recorriendo el salón, el ambiente era agradable y cálido, alumbrado tan solo por dos grandes velas que dejaban entrever una botella de vino y dos copas. Alana abrió la puerta y él se quedó paralizado al ver cómo tan solo la cubría un ligero bodi de encaje negro que insinuaba sus grandes pechos y sus suntuosas curvas, acompañado de unos zapatos negros con un gran tacón que estilizaban sus piernas haciéndola ver más sensual aun. Él sonrió y se deshizo de todo lo que le molestaba para ir directamente donde estaba ella, cerró la puerta suavemente e intento abrazarla por la espalda pero ella fue más rápida y se zafó, riendo, y diciéndole, que esta noche iba a ser suyo y que él no podía decidir ni actuar, cosa que le inquietaba, pero quería darle la oportunidad de demostrar que intenciones tenía. Ella, decidió tapar sus ojos con una tela negra dejando todo en sus manos y haciendo más descarados sus movimientos, lo condujo lentamente hacia el sofá sin dejar de besarlo y lamer ciertas partes de su oreja dejándole sentir lo impaciente que estaba, él se dejaba llevar, poco a poco fue desprendiéndole de su ropa, quitándosela lentamente y dejando ver ese cuerpo que tanto le alteraba y que tan solo con verlo humedecía todo su cuerpo. Lo tumbó,  lo tenía boca arriba totalmente expuesto ante ella, que se entretenía en observarlo sin dejar de mirar ese pene que no podía dejar de imaginar dentro de ella, comenzó a besar su mejilla suavemente recorriéndolo poco a poco pero tan solo rozando sus labios, le ponía nervioso no poder tocarla como él quería pero decidió dejarla, ella siguió recorriendo su pecho con su lengua, ella se dedicaba en cada rincón de su cuerpo con calma, quería disfrutarlo, prosiguió hasta llegar a esa creciente erección tan  rica y tan deseosa que tenía ante ella, le encantaba, era unos de sus encantos, de los que no podía resistirse, lamió cada centímetro de sus ingles salivando al llegar a ella. Sin dilación, beso aquella gota de excitación que brotaba de ella, saboreándola lamio toda esa endurecida erección, salivando, la introdujo en su boca profundamente rozando su campanilla, estaba extasiada y el gemía de placer pidiendo que no parara, ella estaba encantada podía pasar horas lamiéndole y succionando esa polla que hipnotizaba, sentirla caliente rozando sus labios y frotando su boca sin cesar era un placer mutuo. Brian no podía más, y decidió desprenderse de su antifaz y tomar el control de la situación, al principio ella se resistió porque quería seguir manejando aquello y para qué negarlo, le encantaba mamarle sin parar, pero Brian no se dejó, la atrapó y la tumbó sobre el sofá, soltando ese bodi y dejando ver esos labios calientes y empapados, decidió hacerla suya y adueñarse de su placer. Recorrió suavemente sus labios, los abrió con cariño y les dió un gran lametazo al que Alana soltó un sonoro gemido que delataba sus ganas, el siguió sin cesar saboreando esos fluidos y repasando cada parte de él, presionando su clítoris que estaba agrandado debido a la excitación, Alana no podía más, le rogaba que parara, aunque no quería, porque iba acabar con ella y no quería, pero lo consiguió, hizo que sus partes explotaran sin remedio segregando todas las ganas que traía, el encantado lamía sin cesar haciendo que Alana, perdiera de nuevo el control. Lo tumbó de nuevo y subió sobre él, dejando ver sus nalgas sobre su cara y dejando su gran polla ante su cara, le daba el placer de seguir jugando con ella y comerle hasta cansarse. Uno sobre el otro lamían sus sexos, y rozaban sus cuerpos. Ella decidió quitarse para alargar las ganas, él se puso rudo, cosa que Alana le fascinaba, y se levantó, llevando su cara hacia su pene de nuevo viendo como ella de rodillas poniendo en pompa ese culo que tanto le alteraba, pedía a gritos una nalgada, mientras ella seguía jugando con su polla, babeándola y succionándola. La tumbó boca abajo sobre el sofá, se puso sobre ella dejando su falo recorrer sus nalgas, Alana no podía más, solo quería que la penetrase, pero él se hacía de rogar, hasta que sin esperarlo, introdujo ese duro pene en ella, sintiendo como entraba lentamente llenándola de más ganas aun, no quería que parara, le encantaba tenerle sobre ella totalmente, mientras la follaba con ganas mientras le cogía del cabello y la besaba, era un momento único.

Cuando ella estaba a punto de alcanzar el clímax, paró, y cambiaron de postura, ella estaba a cuatro patas, arqueando su espalda dejando a la vista su culo deseoso de que jugara con él, Brian no podía dejar de tocarla, las ganas le podían , a la vez que la penetraba jugaba con su culito haciendo llegar a Alana al éxtasis, mientras jadeaba pidiendo más, la cogió fuerte de sus grandes caderas y se la follo como si no hubiera nada más, eran unas embestidas fuertes y profundas no podían más, pero ella paró, y decidió adueñarse de nuevo de todo.

Se levantó y lo sentó dejando ver todo su esplendor ante ella, no pudo evitar lamer un rato más aquel increíble falo, se subió sobre el dejando a la altura de su boca eso grandes pezones que pedían desesperadamente que fueran mordidos, el cogió sus pechos y mordió con ganas ella gimió sin poder parar, mientras rozaba su polla contra sus labios chorreantes, jugó con su culo, hasta que con su mano cogió su polla y la colocó justo donde los dos querían, ella poco a poco, se movía consiguiendo abrir paso mientras él no paraba de jugar con sus tetas a la vez que la besaba profundamente, entraba suavemente oprimiendo su miembro a la vez que el disfrutaba sin límite, aumentó su balanceo y movió esas nalgas apresuradamente, mientras ella rozaba su clítoris contra él. No podían más, esa presión sobre sus cuerpos y el movimiento acelerado iba acabar con ellos, Brian se quitó, y al tumbarla volvió a penetrarla, sus embestidas eran fuertes pero placenteras, no podían más y se dejaron llevar por el momento, el saco su miembro y termino con todas sus ganas sobre las tetas de Alana la cual no dejaba de gemir. Acabaron extasiados mirándose con una sonrisa de satisfacción. Ella estaba en la gloria, había conseguido saciar sus ganas y tenía a su lado al mejor hombre que podía desear, todo era demasiado perfecto.




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