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Honeymoon 2.

Park alzó una mano y me deslizó dos dedos por el labio inferior. Estar allí de pie mientras aquel hombre me tocaba era la mejor idea del mundo. Evocaba sensaciones que nunca había experimentado, sensaciones que antes de conocerlo nunca lo había vivido con ningún otro hombre. Era la clase de hombre en el que una chica podía apoyarse y ahora estaban casados. Y además, me gustaban sus caricias y sus atenciones últimamente había cambiado y estaba más romántico, quizá sea por la boda o porque realmente quiere tratarme como una princesa como me dice muchas veces. Como si me hubiera adivinado el pensamiento, me deslizó la mano por el cuerpo con una intencionalidad que me hizo saber que ya no estaba en mi mundo.

Sabía que Park deseaba ponerse encima mía y penetrarme, pero supongo que simplemente esperaba que fuese yo quién lo iniciase pues me estaba sonriendo a la vez que me miraba cual pintor mira un lienzo en blanco por primera vez. Le acaricié el pecho, el abdomen, la cadera, las nalgas desnudas...

Sin decir una palabra, lo coloqué boca arriba y lo monté. Cabalgué lentamente hasta que Park no pudo seguir soportándolo. Entonces él me agarró las caderas y me embistió una y otra vez. Grité tan fuerte como la persona que siente vértigo al subirse a un edificio de veinte plantas, debido a la fuerza de mi orgasmo. Todo mi cuerpo se fundió alrededor del suyo con pequeños estremecimientos y Park dejó escapar un ronco gemido al fundirse conmigo.


Después de unas horas, nos quedamos entrelazados, abrazados durante largo tiempo en silencio hasta dormirnos apenas sin darse cuenta, pues a veces el silencio dice más que las palabras… 

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Doctor 2

A la noche siguiente estaba un poco nerviosa mientras me dirigía hacia su casa, no lo conocía de nada pero en el hospital todo el mundo hablaba muy bien de él, lo único que tenía en su contra era que una de sus pasiones era la caza. Tuvimos una velada exquisita, la cena la había preparado él pues adoraba cocinar y se le daba bastante bien. Pasados unos cuantos vinos me invitó a ver toda su casa, al llegar al dormitorio me impresionó un poco, era bastante amplio, en el centro de la habitación había una cama gigantesca, estaba cubierta por unas sábanas en satén color miel y una colcha a los pies negra. La iluminación era suave apenas una tenue luz obra de algunas velas colocadas adrede (vaya, sabría acaso que iba a suceder algo aquí ésta noche), las cortinas y el mobiliario eran rústicos y creaban una armonía perfecta en su conjunto.  -¿Acaso pensabas que íbamos a tener sexo esta noche? -le pregunté levantado una ceja.  -No, mira Cata, el sexo lo puedo conseguir en cualquier parte

Pleasure.

Esta vez lo agarro yo y abrazados el uno al otro, trastabillando, casi riendo, besándonos ferozmente. Sus labios de nuevo en los míos y esta vez, sus grandes manos se deslizan deseosas por mi espalda. Me agarra el trasero, con fuerza, ardiente, lo aprieta mientras su otra mano sostiene mi cuello apretando un poco pero no demasiado y nos besamos, sedientos, una y otra vez. Sus manos se deslizan por mi cintura muy lentamente, me libera de sus manos en mi cintura, pero entrelazando mis dedos entre los suyos. Se ha quitado la camisa y oh dios mío los músculos de su pecho y el sólido y duro torso, el estómago firme. Su pecho es más ancho de lo que adivinaba bajo aquella camisa. Es mucho más alto y fuerte que yo y mientras tira al suelo la camisa obviando los botones que saltan desde la camisa hacia todas partes se acerca a mí lentamente, como un lobo hacia su presa. Entonces me agarra de las manos y me sonríe. Nos besamos otra vez. Me pongo de puntillas para besar sus suaves labios, los mue