Me senté en el sillón y él lo hace también, suavemente me baja el cierre del vestido y me tumba, me pone boca abajo y me besa la espalda muy lentamente se detiene, se acuesta arriba mío, dejando todo su peso sobre mi cuerpo, al oído me dice, que deje que esta noche sea inolvidable, que me entregue a el de todas formas, y sin pensármelo dos veces le digo que sí. Saca mi ropa interior, juega con su miembro posándolo en mi vagina, me dice que me arrodille, y que separe mis piernas, me agarra del pelo y me introduce su inmenso pene en la boca, lo chupo, sin decirme ni una sola palabra me vuelve a meter su pene en mi boca, a lo que ésta vez tiernamente le doy besos, y lengüetazos desde el glande hasta la punta ayudándome con las manos, voy notando como su miembro se pone cada vez más duro, de repente lo saca y me vuelve a coger para tumbarme en el sofá de nuevo, me abraza, y sonriéndome de una manera muy dulce me besa. Me pide que no tenga miedo y que abra las piernas, él se coloca encima e intenta penetrarme, el dolor me hace reaccionar y le digo que me duele y que estoy muy nerviosa a lo que responde que quiere poseerme de todas más formas posibles y que será mejor de una única embestida. Sin darme tiempo a procesar la información de un golpe seco, me penetra, y yo grito del susto, me quedo en completo silencio, y empieza con unas suaves embestidas ahora más lentas.
Mis labios se acercan a los suyos y los rozo, están calientes, sedosos, se entreabren un poco, mi lengua los acaricia, encuentra su lengua, tan hipnotizante como sus ojos verdes que me miran con intensidad, el contacto es explosivo, el beso se pone fogoso, alza mi pierna derecha hasta su cadera, y echo la cabeza hacia atrás, incapaz de abrir los parpados, con una mano me agarro a su cuello con la otra cojo su pene y guío el glande hacia mi sexo, gemimos al unísono y puedo escuchar su risa al hacer ese movimiento, me penetra de nuevo con ansiedad lo más profundo que puede y ya no me duele. Piel contra piel, movemos nuestras caderas para sentir el roce de nuestros sexos, estoy delirando, su boca no me deja respirar, aspiro su lengua como una demente, siento como se estremece al tiempo que me sucede lo mismo, siento llegar un orgasmo, sin control y desenfreno, comienza a salir y entrar hasta el fondo de mi sexo.
Sutilmente, me gira y hace que me vuelva a arrodillar pero esta vez me hace descender como si fuese una pluma, sin prisa, hasta frotar mi vientre y mi pecho sobre su erección. Empiezo a besar sus muslos, noto como se estremece, mis labios acarician y chupan sus testículos, cada uno de mis lametones son un escalón más hacia el abismo. Miro hacia arriba y puedo observar que me mira todo lo que estoy haciendo, el movimiento insaciable de mi lengua sobre su erección y mis labios succionándole. Me alza hacia sus caderas y me lleva hasta la cama. Me vuelve a penetrar con mucha tranquilidad. Ahora sé que vamos a hacer el amor.
Me abrazo a él lo más fuerte que puedo y le susurro que le quiero.
Mis labios se acercan a los suyos y los rozo, están calientes, sedosos, se entreabren un poco, mi lengua los acaricia, encuentra su lengua, tan hipnotizante como sus ojos verdes que me miran con intensidad, el contacto es explosivo, el beso se pone fogoso, alza mi pierna derecha hasta su cadera, y echo la cabeza hacia atrás, incapaz de abrir los parpados, con una mano me agarro a su cuello con la otra cojo su pene y guío el glande hacia mi sexo, gemimos al unísono y puedo escuchar su risa al hacer ese movimiento, me penetra de nuevo con ansiedad lo más profundo que puede y ya no me duele. Piel contra piel, movemos nuestras caderas para sentir el roce de nuestros sexos, estoy delirando, su boca no me deja respirar, aspiro su lengua como una demente, siento como se estremece al tiempo que me sucede lo mismo, siento llegar un orgasmo, sin control y desenfreno, comienza a salir y entrar hasta el fondo de mi sexo.
Sutilmente, me gira y hace que me vuelva a arrodillar pero esta vez me hace descender como si fuese una pluma, sin prisa, hasta frotar mi vientre y mi pecho sobre su erección. Empiezo a besar sus muslos, noto como se estremece, mis labios acarician y chupan sus testículos, cada uno de mis lametones son un escalón más hacia el abismo. Miro hacia arriba y puedo observar que me mira todo lo que estoy haciendo, el movimiento insaciable de mi lengua sobre su erección y mis labios succionándole. Me alza hacia sus caderas y me lleva hasta la cama. Me vuelve a penetrar con mucha tranquilidad. Ahora sé que vamos a hacer el amor.
Me abrazo a él lo más fuerte que puedo y le susurro que le quiero.