Ir al contenido principal

Sillón.

De repente, la mano de Jack se apretó contra el sexo de Delia. Ella se sobresaltó y elevó sus furiosos ojos para enfrentar la mirada masculina llena de diversión. La mano parecía enorme entre sus muslos, y caliente contra sus pliegues desnudos.

Si sigues cambiando nuestro plan no voy a ser capaz de mantener el ritmo.

- Yo…

- No tienes permiso para hablar, preciosa. Todavía no estás lista para que juguemos aquí.


Sus dedos le acariciaron el pelo y se inclinó hacia delante al tiempo que la empujaba hacia atrás con suavidad para que apoyara la espalda contra el brazo del sillón. Su jadeo hizo que abriera los labios, pero él aprovechó para meterle la lengua hasta la garganta, le mordió el labio inferior y luego lo succionó ligeramente antes de besarla. Su lengua se limitaba a acariciarle los labios, nada más. Después se movió hacia su cuello con pequeños mordiscos Sin separar los ojos de ella, él puso una gran mano alrededor de su pecho, los dedos calientes sobre su piel y cogió un pezón con los dientes girándolo suavemente y luego pellizcándolo, consiguiendo que un rayo de excitación atravesara su cuerpo y, al parecer, despertando los nervios de su sexo. Una palpitación en su vagina se unió a la excitación en sus pezones. Se tragó un gemido cuando él alternó las caricias en sus pechos una y otra vez, presionando sus pezones cada vez más fuerte hasta el punto del dolor, y a la vez, incrementando el calor  que crecía dentro de ella. Luego él succionó el pezón, dando un suave tirón, y después otro más fuerte. Le dio el mismo tratamiento al otro pecho para luego volver al primero, esta vez succionando lentamente y mordiendo con cuidado el pezón. Sin previo aviso Jack se introdujo de una sola embestida en el interior de Delia quien alzó entonces las caderas, haciendo que la penetración se profundizase. El gemido de dolor que emitió contenía una nota ronca de excitación. Esta vez, cuando sus ojos lo miraron, no mostraron terror. Abandonando su trasero, le pasó las manos por sus pechos, cada pellizco en los pezones le hacía contraer el coño. Se humedeció los dedos y los deslizó sobre su clítoris hasta que se puso rígido. Capturándolo entre el pulgar y el índice, lo acarició y luego lo pellizcó suavemente con cada una de sus embestidas.

Ahora estaba lista. Las paredes vaginales de Delia se ciñeron en torno a la polla de Jack que la atravesaba. Estaba casi en la cima. El cambió el ritmo con movimientos duros y rápidos, inclinándose para golpearle el <<punto G>> con cada par de embestidas. Y cuando le deslizó un dedo directamente sobre su clítoris y lo frotó, se puso completamente rígida. Una embestida, otra, y luego la cabeza de Delia se inclinó hacia atrás, cuando sintió que el clímax se hacía presa en ella. Sus respiraciones entrecortadas y los bruscos jadeos de Delia coincidieron con las convulsiones que le succionaban la polla a Jack y que les llevaron hasta la cima más alta al mismo tiempo.






Entradas populares de este blog

Farah 2.

Farah se movió hacia mi pecho y rodeó con la lengua cada uno de mis duros pezones mientras retocaba con las manos los músculos del otro lado. Entonces movió las manos lentamente por mis hombros, y dejó que la camisa se me deslizara por los brazos hasta terminar cayendo al suelo. Escalofríos me recorrieron la espina dorsal cuando noté sus uñas clavadas en mis abdominales hasta llegar a la cintura de mis vaqueros. Tiró de ellos, obligándome a acercarme más a ella, y luego sentí su mano acariciarme a través de la tela con la justa presión. -Farah… Fue todo lo que pude decir mientras intentaba desesperadamente no perder el control antes de haberle hecho el amor. Ella se quitó los zapatos a patadas y yo llevé las manos hasta el dobladillo de su vestido. Mi dedo pulgar acarició la piel desnuda de sus muslos color canela, pero ni de lejos aquello fue suficiente. Así que le levanté el vestido por encima de la cabeza para que se uniera a mi camisa en el suelo. Estaba impresionante con ese su

Completely yours.

-Nunca he hecho esto antes… -respondí un poco asustada. -No, ya lo sé Trisa. Así que si te hago daño o te molesta o no te gusta, necesito que me lo digas. ¿Vale? Para parar en el acto. -me dijo Ceran intentando tranquilizarme. Sentí cómo poco a poco ejercía más presión conforme fue moviéndose hacia dentro. Y luego, con un movimiento rápido, me penetró. Ahogué un grito ante la sensación, me tensé, contuve la respiración y las lágrimas se me acumularon en los ojos sin darme cuenta, quería que saliese de mi interior pero, me quedé quieta y cerré los ojos, dispuesta a no moverme ante tal sensación. -Respira, Trisa. Joder, tienes que respirar, que si no te vas a morir, mujer. ¿Te hago daño? ¿Quieres que lo dejemos?  La voz dubitativa de Ceran me hizo relajarme, mientras sus manos me acariciaban el cuerpo con cariño y depositaba pequeños besos en mi espalda. Tenía razón, una vez que intenté relajarme, el dolor punzante empezó poco a poco a desaparecer.  -Sigue Ceran, puedo con

Confesionario.

- ¿Quieres confesarte hija mía? - Si padre, si puede confesarme ahora mejor. Contesté aunque me parece un poco ridículo llamarle eso a la persona con la que compartí mi primera vez. Le dejé entrar en el confesionario antes de levantarme del banco. No me daba vergüenza llevar un vestido de seda largo y negro con un pequeño escote lo llevaba tan ceñido que parecía una segunda piel y unos tacones de infarto. Así que cuando Saúl abrió la ventanita del confesionario pudo distinguir como la luz del sol de la mañana atravesaba la iglesia y me envolvía resaltando mi esbelta figura. Me demoré unos segundos antes de arrodillarme para darle tiempo a reponerse pues se había quedado embobado mirándome de arriba abajo y comencé. -Ave María purísima. -Sin pecado concebida. -Perdóneme padre porque he pecado. -¿Cuánto tiempo hace que no te confiesas hija mía? Me preguntó Saúl con voz algo ronca. -Siete días padre. Ayúdeme estoy desesperada. Dije conteniendo la risa.