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Espectadora.

Iba caminando tranquilamente por el pasillo del hotel cuando de repente comencé a escuchar voces y gritos, automáticamente corrí asustada hasta la puerta de la que provenían aquellos gritos tan tremendos la habitación 2719 y entré sin hacer ruido no se por qué ya que llevaba trabajando de directora del hotel unos cinco años, pero entré sin hacer ruido y entonces los vi en el sofá de la suite. Mi emoción ante lo desconocido y también la brutalidad sexual de aquella escena que en esos momentos yo no acertaba a descifrar en mi cabeza infantil, me mantuvo como un ser inerte observandolos. Eran los señores Mackay pues se habían casado relativamente hace poco, él era un hombre de unos treinta y tres años bastante apuesto con un cuerpo de atleta, unos ojos azules como el océano y un pelo castaño precioso con esas canas que comenzaban a salirle. Ella era también bastante guapa, el típico prototipo de hombre “rubia, alta, cuerpazo de diosa griega y unos ojos negros como el carbón”


Marta semidenuda y él empezó a pasarle sus dedos por el sexo de ella acariciándolo suavemente mientras ella separaba las piernas y dejaba vía libre hasta su clítoris, Noal empezó a acariciar los labios vaginales de Marta con suavidad, en continuos movimientos por toda su superficie, hasta que notó que su mujer estaba completamente mojada, entonces decidió introducir dos de sus dedos, empezó a moverlos arriba y abajo en el interior del clítoris de su mujer y entonces repentinamente paró.



- Todavía no, es muy pronto cariño. Le dijo Noal.


Ella suplicó, pero el no accedió y cuando ella puso su mano encima del pantalón de su marido él se la apartó bruscamente de un manotazo poniendo las manos de Marta por encima de su cuerpo.



- Recuerda que aquí mando yo, solo tomarás la iniciativa cuando yo te lo permita, y solo te correrás cuando yo quiera, ahora levántate, date una ducha y ven aquí de nuevo.

Noal tenia una erección en toda regla, estaba claro que su mujer había cumplido con el objetivo y regresó al cabo de unos minutos, joder…Estaba excitándome y eso no era normal en mi y tampoco espiar a los huéspedes.


- Me alegro que estés tan excitada cariño, porque yo estoy muy calienteDijo  Noal mientras se quitaba el bañador y dejaba a la vista su miembro, sentó a su mujer enel sofá de nuevo y se puso delante de ella, dejando su miembro erecto delante de su cara.

- Ya sabes que tienes que hacer.

Tenía la polla de su marido delante de su cara y era la más grande que había visto antes se notaba que estaba muy excitado. Entonces Marta sonrió a su marido y descendió lentamente hasta que tocó la cabeza del glande con su lengua, estuvo jugueteando con ella tenía una mano en los genitales de su marido, que a su vez le estaba retorciendo lentamente los pezones ya erectos de ella quien se metió en la boca el miembro de su marido, empezó a mover su cabeza hacia delante y hacia a tras a un ritmo frenético, y las manos de él estaban en la cabeza que le indicaban el ritmo de movimientos, Marta bajó una de sus manos y se introdujo dos dedos en su sexo mientras seguía chupando, de pronto notó una explosión en su boca, era la primera vez que se corrían dentro, parecía como si estuviese a punto de apartarse pero las manos de Nacho le sujetaban fuertemente la cabeza y se lo impidieron.


- No pares, no quiero que dejes ni una gota.


Se acabó no podía quedarme más tiempo mirando eso, estaba demasiado excitada y decidí ir a mi habitación, tomar una larga ducha y seguramente jugar un buen rato con el amiguito que tengo guardado en el cajón. Estaba desnuda a punto de meterme en la bañera cuando llamaron a mi puerta, me enrollé una toalla y fui a abrir, me quedé completamente anonadada.

- ¿Señorita Paula Vélez verdad? Creo que ha sido una chica muy mala espiando así a uno de sus mejores huéspedes. Me dijo Noal con una sonrisa sin apartar la mirada de mi cuerpo.

- Señor, yo…

- No intentes darme explicaciones, he estado muy excitado cuando he visto que te estabas tocando porque nos estabas viendo, he venido para invitarte a unirte a nuestra pequeña fiesta, ¿te apuntas cielo? Me dijo agarrándome de la mano al tiempo que me besaba.

- Por supuesto que si señor, como voy a negar esta oferta.


Y me marché a su habitación.





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