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Tucker.

He querido hacerlo con él desde que cumplí los dieciocho años. O más bien, he querido que me folle desde que cumplí la mayoría de edad. Sin embargo, me interesé en él mucho antes quizá desde que era pequeña pero no lo supe entonces, supongo…en realidad fue en el momento en que aprendí sobre sexo y todas las cosas estupendas que con ello conlleva. Tucker Smith es uno de los mejores amigos de mi hermano y un compañero del ejército de hace mucho. Mi hermano dimitió hace unos cuantos años debido a su casamiento y nacimiento de los gemelos, pero Tucker había permanecido en el ejército, en realidad estaba en las fuerzas aéreas destinado a misiones especiales. Es todo un macho, alto, moreno, es varonil y simplemente hay algo en él que me hace humedecer cada vez que está a un metro de distancia, causando que mi cuerpo tiemble con necesitad. Quizás es su cuerpo musculoso y tonificado, sus ojos funde miradas, o esa sonrisa que le da un toque demoníaco, pero desde siempre me ha atraído y si no he intentado nada antes era por mi hermano. Tucker me lleva unos cuantos años de diferencia, sus treinta y tres años con mis especializados veinticuatro, pero soy de las que piensan que la diferencia de edad no importa.  Para Tucker, solo soy la hermana pequeña de su mejor amigo. Pero eso iba a cambiar, tenía que venir a dejarle a mi hermano un aparato, y resulta que no estaría en casa, ni él ni su mujer ni los gemelos hasta bien entrada la tarde, la madre de Shara la mujer de mi hermano había tenido un pequeño accidente haciendo que se le rompiese un tobillo, y habían tenido que salir al hospital. Antes había llamado mi hermano a casa diciendo que no volverían hasta bien entrada la noche, por lo que era perfecto para llevar a cabo mi plan, hoy Tucker iba a follarme sí o sí, además sabia por estos últimos años que algo sentía hacia mí, porque las señales que le lanzaba de forma totalmente directa no le pasaban desapercibidas, al menos no a las erecciones que se veían a miles de kilómetros de sus pantalones.  Vino, entró a mi casa y le dije el percance que habían tenido pero que podía pasar y dejar las cosas dentro, se quedó un poco pasmado al verme usar solamente una camiseta vieja que él mismo me dio hace unos años, le dije que necesitaba ayuda con unas cuentas y que si no le importaba subir a ayudarme. Se quedó pensativo unos instantes pero al final accedió.  Ya en mi habitación me muevo contoneando mis caderas para que me vea bien, me indica que había cometido unos cuantos errores de cálculo y nada más. 


Antes de que llegue a la puerta para marcharse a su casa le bloqueo el camino, me pongo en puntillas y me inclino hacia adelante poniendo mis labios sobre los suyos, mis brazos deslizándose alrededor de su cuello mientras oprimo mis caderas contra él… haciéndole saber cuánto lo deseo. Noto como se resiste al principio pero antes de apartarme en derrota, noto sus manos rodeando mis antebrazos atrayéndome a él duramente. Lo beso otra vez, lamo sus labios, saboreando su sabor, a menta.  Mordisqueo su labio inferior y lo trazo con mi lengua. Libero un brazo de su agarre y deslizo mi mano hacia su entrepierna, y lo encuentro duro bajo mis manos, introduzco las manos dentro de los vaqueros y su polla salta a mí al primer toque, y aprieto su erección. Me muero por tenerla golpeando en mi interior.  Deslizo mi lengua en su boca y le doy de nuevo un beso. El beso cambia a profundo, fuerte y casi me hace caer sobre mis rodillas. Él es agresivo, demandante, sacando mi deseo mientras sus manos vagan, aprietan y pellizcan. Empuja su lengua en mi boca mientras yo mientras deslizo mi mano arriba y abajo, aunque todavía están los pantalones de por medio.  Sus manos se deslizan por mi espalda, luego agarra mi culo y une  machacando mi pelvis contra la suya. Su erección  se frota contra mi sexo, mi coño gritando por ser llenado. Estoy más realmente ardiendo, lo deseo, y lo quiero ya.  Me aparto de su agarre por un momento y lo empujo hasta que está sentado sobre el borde de mi cama, cuantas veces he deseado tenerlo donde lo tengo ahora. Me siento a horcajadas sobre él bajando sus vaqueros hasta que logro que se los saque, y le digo que me toque quitándome la camiseta. 


Agarro sus manos y las pongo sobre mis pechos, Tucker deja salir un gemido bajo, sus palmas cubriendo mis pechos qu aprieta bastante fuerte, alternando con toques leves y lentos, jugando con mis pezones ya erectos.  Gimo bastante alto, siento el placer disparándose a través de mi cuerpo, estableciéndose alrededor de mi coño.  Tucker baja su cabeza y chupa un pezón y después el otro en su boca, su lengua presionando y sus dientes mordisqueándolos. Tiro mi cabeza hacia atrás y grito. Joder. Arqueo mi espalda, mi pecho empujando hacia adelante. Nunca he estado así de deseosa por ningún otro chico.  Pasa sus manos sobre mis muslos y continúa su invasión hacia arriba, los dedos tentando la coyuntura de mis muslos y se asombra cuando descubre que no llevo bragas, ¿joder, no se ha dado cuenta cuándo me he quitado la camiseta?  Me levanta a regañadientes y me tumba en la cama, se quita la camiseta y se pone frente a mi, frota sus labios sobre mi vientre, mientras sus dedos van a mi coño, sin darme cuenta su cabeza está en mi sexo y comienza a lamerme, su lengua viajando del agujero al clítoris. Sin prisas, realmente tomándose su tiempo como si estuviera saboreando fruta prohibida del Edén, soy como la Lilit de Adán. Mordisquea, chupa, vuelve a mordisquear y lamer los labios de mi sexo con sus dientes. Tirando. Pellizcando. Probando. Hace que casi llegue al orgasmo, lo que no me había ocurrido en mucho tiempo, pero antes de ello, noto como ese dulce tacto desaparece, me mira con una sonrisa muy sexy mientras se quita los calzoncillos.


Oh Dios mío, su polla, es tan grande que imaginé, es gorda, muy gruesa y larga, ¿realmente me cabría?  Me levanto y hago que se tumbe mientras me pongo a horcajadas sobre él agarrando la manivela de la ventana en contra de mi cama. Lentamente avanzo poco a poco a lo largo de su eje duro hasta que alcanzo la punta, muevo mis caderas introduciéndola en mi interior, dios, que grande es. Vuelvo a bajar hasta sus bolas, poniéndolo húmedo y haciendo que suelte un gruñido.  La cabeza se su polla entra en mí y  jadeo cuando entra a la mitad. Inhalo una bocanada grande de aire, luego me hundo hasta que mi coño engulle su erección completa y rígida.  Me muevo arriba y abajo, follándolo con empujes lentos y mortales,  me empujo  de nuevo hacia abajo y él gime mientras yo grito. Tucker agarra mi culo y tira de mí hacia abajo con fuerza, forzándome a gritar al notar toda su erección en mi interior, dios, seguramente ha alcanzado mi punto G. Gira sus caderas como si estuviera buscando una penetración más profunda. Mi clítoris se frota contra la piel por encima de su polla, estoy llegando de nuevo y noto como su polla aprieta mi interior, él también está cerca.  Seguimos así unas cuantas embestidas, rápido y duro esta vez, sin contemplaciones, hace que me levante y la saque casi por completo, solo hasta la punta y vuelve a bajarme fuertemente. Empujo hacia abajo una última vez, mi espalda está completamente arqueada hacia delante  y mis manos aseguradas sobre la puerta. No quiero dejarlo ir, pero noto como me llega el orgasmo seguido de tres fuertes embestidas llega el suyo. 


Ahora sí, Tucker era mío, ¿por cuánto tiempo? Eso está todavía por verse.






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