Ir al contenido principal

One Night.

- Entonces, qué me dices Lucy, ¿solo una noche? Me preguntó de nuevo Rem.


- Está bien, de acuerdo Rem, pero sólo una noche, después volveremos a ser los amigos de siempre, y venga haz algo ya, no sigas ahí parado. Le dije un poco sonrojada y todavía caliente.


- Eso es lo que llevo queriendo oír desde hace tiempo nena. Dijo suspirando en mi bajo vientre.



Me besó de nuevo, solo que esta vez fue suave, lento y dulce, tanto que quería llorar. Estábamos parados en medio de la habitación uno en brazos del otro, besándonos como si hubiésemos sido amantes toda la vida. Lo sentía tan familiar, tan cálido, demasiado de lo que me había estado perdiendo. Era demasiado confortable. Demasiado. Mi mente estaba frenética, gritándome que corriera antes de que metiera en esta situación más profundamente pues estaba destinada al desastre, pero mi corazón lo quería. Mi corazón quería quedarse en sus brazos por siempre, ahora sabía que él era el lugar al que pertenecía y quizás desde que éramos unos niños lo sabía pero no me he dado cuenta hasta esta noche. Movió su cuerpo más abajo, dejando un rastro de besos sobre mis senos guiando su lengua por todo mi cuerpo. Empujó mis caderas hacia arriba para permitir estar más cerca de mi sexo, así que me recosté en la almohada y disfrute la sensación de sus manos y su boca sobre mí.



- Lucy, quiero que me mires mientras me como tu coño nena. Dijo guiñándome un ojo.



Se deslizó hacia abajo por mi cuerpo, usando sus caderas para separar aún más mis piernas. Lo observé moverse, mucho más confiado de lo que había estado hasta el momento. Era extraño sentir su efecto en mí. La sensación de su boca entre mis piernas atrajo mi atención. Mire hacia abajo para verlo observándome. Sus ojos verdes brillaron por un momento antes de que tomara mi clítoris en su boca. Me forzó hacia bajo de nuevo con una firme mano en mi torso, pero no se detuvo en su intento de matarme. Llevó su mano hacia abajo para poder meter dos dedos dentro de mi sexo. Mis caderas se retorcieron, pero no me hizo detenerme. Me folló con dos dedos, duro y rápido hasta que me corrí gritando. Él movió su cara para besar una línea hacia abajo en mi muslo. Me besó, trayéndome a la presente situación. Rápidamente me recordó que estaba desnuda y en una cama con un magnífico hombre sobre mí. Me recordó que lo quería dentro de mí. Tomó el miembro en su mano y frotó la punta de su polla en mis labios. Comenzó lentamente, moviendo sus caderas, empujándose dentro y fuera de mi boca. Relajé mi garganta, esperando a que se moviera más rápido pero mantuvo su ritmo, empujándose sobre mi lengua, deteniéndose antes de golpear mi garganta, saliéndose justo hasta que solo la punta estaba dentro de mi boca y entonces empujando de nuevo. Comencé a mover mi cabeza al ritmo de sus embestidas, pero sus manos se movieron para detenerme. Me miró y me dio una silenciosa advertencia.



- Joder, eres hermosa. Murmuro. Salió de mi boca y se deslizo hacia abajo para besarme.



Sentí sus labios curvarse en una sonrisa contra los míos. Sus manos se enredaron en mi pelo algo rudo quizás, pero no me hizo daño, llevando mi cabeza contra la almohada. Cuando se metió en mí parcialmente, jadee pesadamente, deseándolo, queriendo que se introdujese en mi interior al completo pero no lo hacía. Se empujó dentro de mí solo un poco más y usó sus dedos para frotar lentos y duros círculos sobre mi clítoris, por dios que entrase ya o me iba a morir de verdad. Sin poder aguantar ni un minuto más, enrollé mis piernas en su cintura y se ensartó en mí hasta el fondo. Apreté mis muslos alrededor de su polla, lo que le sacó un gemido bajo. Sus ojos brillaban de nuevo cuando miró hacia abajo, hacia mí, y por la mirada en sus ojos pude decir que los míos hacían lo mismo. Movió mis caderas ligeramente hacia arriba y sabía que no duraría mucho mientras la cabeza de su erección encontró ese lugar especial dentro de mí. Lo frotó una y otra vez, moviéndose más rápido de lo que había podido imaginar, estaba llegando al orgasmo y sentí sus músculos tensarse al mismo tiempo. Colapsó sobre mí. Envolví mis brazos a su alrededor, se salió de mi interior y me arrastró consigo hasta quedar encima de él.



- Bueno cariño, creo que una noche no es suficiente, ¿no crees? Me dijo dándome un beso en la cabeza.



- Creo que no Rem, una sola noche no es suficiente, quiero todas las noches contigo amor.









Entradas populares de este blog

Farah 2.

Farah se movió hacia mi pecho y rodeó con la lengua cada uno de mis duros pezones mientras retocaba con las manos los músculos del otro lado. Entonces movió las manos lentamente por mis hombros, y dejó que la camisa se me deslizara por los brazos hasta terminar cayendo al suelo. Escalofríos me recorrieron la espina dorsal cuando noté sus uñas clavadas en mis abdominales hasta llegar a la cintura de mis vaqueros. Tiró de ellos, obligándome a acercarme más a ella, y luego sentí su mano acariciarme a través de la tela con la justa presión. -Farah… Fue todo lo que pude decir mientras intentaba desesperadamente no perder el control antes de haberle hecho el amor. Ella se quitó los zapatos a patadas y yo llevé las manos hasta el dobladillo de su vestido. Mi dedo pulgar acarició la piel desnuda de sus muslos color canela, pero ni de lejos aquello fue suficiente. Así que le levanté el vestido por encima de la cabeza para que se uniera a mi camisa en el suelo. Estaba impresionante con ese su

Completely yours.

-Nunca he hecho esto antes… -respondí un poco asustada. -No, ya lo sé Trisa. Así que si te hago daño o te molesta o no te gusta, necesito que me lo digas. ¿Vale? Para parar en el acto. -me dijo Ceran intentando tranquilizarme. Sentí cómo poco a poco ejercía más presión conforme fue moviéndose hacia dentro. Y luego, con un movimiento rápido, me penetró. Ahogué un grito ante la sensación, me tensé, contuve la respiración y las lágrimas se me acumularon en los ojos sin darme cuenta, quería que saliese de mi interior pero, me quedé quieta y cerré los ojos, dispuesta a no moverme ante tal sensación. -Respira, Trisa. Joder, tienes que respirar, que si no te vas a morir, mujer. ¿Te hago daño? ¿Quieres que lo dejemos?  La voz dubitativa de Ceran me hizo relajarme, mientras sus manos me acariciaban el cuerpo con cariño y depositaba pequeños besos en mi espalda. Tenía razón, una vez que intenté relajarme, el dolor punzante empezó poco a poco a desaparecer.  -Sigue Ceran, puedo con

Confesionario.

- ¿Quieres confesarte hija mía? - Si padre, si puede confesarme ahora mejor. Contesté aunque me parece un poco ridículo llamarle eso a la persona con la que compartí mi primera vez. Le dejé entrar en el confesionario antes de levantarme del banco. No me daba vergüenza llevar un vestido de seda largo y negro con un pequeño escote lo llevaba tan ceñido que parecía una segunda piel y unos tacones de infarto. Así que cuando Saúl abrió la ventanita del confesionario pudo distinguir como la luz del sol de la mañana atravesaba la iglesia y me envolvía resaltando mi esbelta figura. Me demoré unos segundos antes de arrodillarme para darle tiempo a reponerse pues se había quedado embobado mirándome de arriba abajo y comencé. -Ave María purísima. -Sin pecado concebida. -Perdóneme padre porque he pecado. -¿Cuánto tiempo hace que no te confiesas hija mía? Me preguntó Saúl con voz algo ronca. -Siete días padre. Ayúdeme estoy desesperada. Dije conteniendo la risa.