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Holidays 3.

Ismael se puso de rodillas y ella se agachó de inmediato bajo él, agarrándole el miembro con decisión y llevándoselo con avidez a la boca. Empezó a chuparlo desde la punta del glande hasta la base, casi sin despegar nunca la mirada de él. A pesar de que escaseaba la luz, Ismael divisaba sus ojos, lánguidos y maliciosos, buscando incesantemente su mirada extasiada. 

Dejó de lamerlo y se lo metió en la boca, saboreándolo como si fuese un delicioso manjar. Ismael sentía su boca y su lengua chupando ávidamente su pene mientras vibraba de placer.


Ismael jadeaba quedamente, tratando de mantener el control y evitando hacer demasiado ruido, pero Carla le estaba sometiendo a una dura prueba. De repente, ella se introdujo el pene en la boca tan a fondo que sus labios llegaron hasta la base. Se preguntó cómo conseguía, con aquella boca tan menuda, albergar y acunar de aquel modo su pene.


Lo estaba albergando tan profundamente que llegó a rozarle el fondo de la garganta. Durante un instante Carla sintió el desagradable impulso de expulsar el contenido de su estómago, pero consiguió contenerse, lanzando de nuevo otra ojeada experta y avispada a un bastante sorprendido Ismael. Continuó durante unos instantes más, y luego, consciente de que seguir de aquel modo habría retrasado el momento del coito y acortado la duración de su placer, se interrumpió. Soltando el pene, lo surcó durante un largo tramo con los dientes, para terminar dándole un leve mordisco en el glande.


Ismael sintió el instinto de apartarse, molesto, pero también excitado por el insólito gesto, casi como si la temiera, no recordaba a una Carla tan lanzada.


Carla se acomodó lentamente en el suelo, y él hizo rápidamente ademán de colocársele encima, pero ella le detuvo.


-¡Espera Isma! ¡Para un momento joder! ¿no creerás que voy a dejar que entres así? Deja que te lo ponga yo anda, que tú seguramente seguirás sin usar cosas de estas. - Extrajo de su bolso un preservativo y abrió impaciente el envoltorio. 


Ismael dejó que lo hiciera ella, antes ellos nunca lo habían usado, no entendía como ahora se tomaba aquellas precauciones, cuando ninguno tenía nada que contagiar al otro.


-Desenrollado hasta el fondo, no está nada mal, no recordaba que fuese así. -Afirmó Carla segura, dándole un repentino mordisco en el glande.


-¡Eh! -Ismael dio un grito ahogado. 


Su miembro, que había sido mordido, maltratado y por último encerrado en una cárcel de plástico, iba a vengarse, además ¿con cuántos hombres había estado desde que no estaban juntos? Para no acordarse del tamaño de su miembro... Se inclinó sobre ella, agarró el pene con la mano izquierda, guiándolo con decisión a través de los labios de su sexo, entrecerrados. En un primer momento le insertó dentro solo el glande de una sola y única embestida, pero lenta. Ella se resistió a los temblores de placer que atravesaban su vientre; se contuvo de emitir el más mínimo gemido, mientras él la provocaba girando la punta de su miembro en la vagina de ella.


Carla, para demostrarle lo experta que se había vuelto y que no estaba en absoluto atemorizada ante la idea de un sexo enérgico y desenfrenado, le agarró de los hombros tirando con fuerza para atraerlo hacia ella. Ismael añadió el empuje de sus glúteos contraídos al de los brazos de ella, penetrándola hasta el fondo con decisión.


-¡Ahhh, joder…! -Exhaló Carla, incapaz de contenerse.

-Perdona. -Se apresuró a responder él, dándose cuenta de que su embite había hecho que se sobresaltara.

-¡¿Cómo que perdona?!... ¡fóllame ya Ismael! -Le ordenó.


A Ismael no le hizo falta que se lo repitiera dos veces. Empezó a penetrarla vigorosamente, sin contenerse. El cuerpo de Carla se balanceaba de atrás hacia delante, abrió la boca de par en par, su respiración se volvió algo difícil y sus aires de chica dura y de mundo parecieron resquebrajarse por un instante, frente a las enérgicas y profundas embestidas de él.


Ismael continuó, en absoluto intencionado a disminuir el ritmo, sobre todo porque a Carla parecía agradarle mucho el modo en que estaban viviendo aquella escena. De repente se dio cuenta de que el intenso sexo oral que había precedido a la penetración y los rápidos, fuertes y continuos empujones a los que la estaba sometiendo ya desde hacía rato le habrían llevado muy pronto a la eyaculación, pero intentaba contenerse un poco más y le sonrió.


Carla le devolvió a Ismael una mirada maliciosa y acto seguido, puesto que no podía moverse debido al peso de él sobre su frágil cuerpo, empezó a ondear el vientre como pudo, con pequeños y sinuosos movimientos circulares.


El miembro de Ismael estaba profundamente insertado en su vagina, y cada pequeño movimiento de su cuerpo caliente repercutía en intensas descargas de placer sobre él. Emitió una expresión nerviosa, mientras se esforzaba por no emitir sonido alguno. Su cuerpo se vio sacudido por unos temblores incontrolables, sus abdominales se contrajeron por el esfuerzo de oponerse a alcanzar el clímax, cuando, por fin, no pudo evitar correrse.


Los ojos de ella relucieron victoriosos, mientras un cúmulo de sentimientos la volvían a inundar pero esta vez no eran de amor, sino de liberación, acababa de darse cuenta de que no lo amaba, simplemente eso creía ella. Tenía toda la vida por delante y un compañero de trabajo que realmente la valoraba y quería por quien era ella. Ya era hora de irse a casa y dejarlo allí tirado. Por lo que se levantó cogió toda su ropa y sin vestirse se marchó, no sin antes recoger la ropa de Ismael entre la suya sin que él se diese cuenta.


-¿Pero estás loca mujer? ¿Qué haces ahora? -Le preguntó él con una extraña sonrisa.


-Pues es algo bastante sencillo ¿no? Me voy a casa, estoy cansada. Gracias por estos últimos días de mi estancia en el lago, mañana regreso a la ciudad y espero no volver a verte en mi vida Ismael, eres un indeseable y creí estar enamorada pero no es cierto. Me he demostrado a mí misma que puedo volver a acostarme contigo y no querer hacerlo nunca más. Que te vaya bien.



Ismael asintió repetidamente sin comprender que estaba sucediendo, pero allí lo dejó, desnudo, sin su ropa y con el corazón destrozado por primera vez.






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