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Revenge 3.

Era el último día en el hotel, el último día antes de regresas a la oficina, el último día para pedirle perdón a Nash y contarle toda la verdad. Esperaré hasta después de la cena y le diré de dar un paseo por la playa, allí me dejó a medias la última vez y allí le contaría todo.

Estaba realmente nerviosa, ni si quiera podía recordar cuando fue la última vez que me sentí de este modo. Íbamos por la playa, cerca de la orilla donde estuvimos hace un par de noches. Nos sentamos en la orilla ambos mirando el horizonte, yo cada vez más nerviosa porque no sabía cómo sacar el tema, hasta que fue él quien preguntó.


-Lin, ésta noche estás un poco más rara de lo normal, ¿quieres hablar de algo? -Me preguntó acariciándome la mejilla.


-La verdad es que sí, Nash, tú me preguntaste que por qué te odio tanto. Verás, te he odiado desde que tenía diecisiete años. -Le respondí sin mirarlo todavía.


-¿Me odias desde hace más de doce años? Lin, no te había visto nunca hasta el mismo día de la entrevista.


-Ahí te equivocas Nash, tú eras mi vecino, antes de que te marcharas al ejército, siempre habíamos estado juntos, yo te seguía a todas partes. La noche de mi decimoséptimo cumpleaños fue una de las mejores de toda mi vida, en el lago. A la mañana siguiente te marchaste de nuevo, y no volvimos a tener contacto alguno, no regresaste a la ciudad, no me devolvías las llamadas, nada. Pensé lo que me decía todo el mundo, me habías usado y me habías desechado como hacías con todas las chicas. De ahí nació mi odio hacia tu persona, fue entonces cuando casi nueve años después me enteré de que habías abierto una empresa, y decidí formar mi venganza. -Le expliqué mirándolo esta vez directamente a los ojos. 


-¿No me digas que? ¡Joder! ¿¡Eres la pequeña Linda?! ¿Aquella niña con aparato en los dientes? ¿La niña que me seguía a todas partes como si fuese un perrillo faldero? Vaya, solía meterme demasiado contigo, hasta que un día... Me cago en la ostia... Ahora lo recuerdo. Y te equivocas en algo pequeñaja, me tuve que ir al día siguiente porque me mandaron a una misión muy importante. Pero yo seguía intentando ponerme en contacto contigo, hasta que un día me llamó tu madre, diciendo que no querías saber nada de mí, que por algo no me habías contestado a las cartas, que era muy poca cosa para su hija y que tú estabas en la universidad y habías conocido a un chico de tu edad. Por ese motivo, decidí dejarte en paz. 


-¿Cartas? Nunca recibí nada tuyo, y ahora entiendo el por qué. A mi madre nunca le caíste demasiado bien que digamos. Siento tanto todo Nash, yo…yo no te odio, ya no. Incluso cuando quise odiarte no pude. Yo… yo siempre te he querido, desde que era niña. -Le dije entre lágrimas.

-Solamente dime si me sigues queriendo tanto como yo a ti Lin y olvidaremos todo lo pasado. -Me dijo al tiempo que se levantaba.


-Por supuesto que si Nash, te sigo queriendo igual que el primer día que puse mi mirada en tus ojos. -Le respondí sonriendo.


Se apartó y se quitó sus pantalones y el bóxer de color negro que llevaba, dejando ver su impresionante miembro. Se tumbó encima de mí de nuevo y rodeó con mis brazos su cuerpo, me levantó y yo coloqué mis piernas encima de la suyas hasta que nuestros sexos estuvieran juntos, estábamos los dos jadeando. De pronto sentí su enorme pene entrando suavemente en mi vagina, no sé si aguantaría más reprimir mi orgasmo, entró y salió despacio una y otra vez hasta que la locura que me envolvía en ese momento me acompañó de un clímax escandaloso. Su lengua seguía jugando con la mía. De repente, se colocó entre mis piernas y yo notaba su aliento en mi clítoris, su lengua entrando en mi vagina, gemí y él comenzó a jugar con mi sexo hasta hacerme perder el control de mi cuerpo, está a punto de llegar nuevamente al clímax en su boca, cuando se apartó, y sentí su cuerpo pegado al mío. Poco a poco introdujo su miembro en mi sexo, haciendo movimientos cada vez más rápidos, entraba y salía de mi vagina rápidamente y no pude aguantar más, llegó mi segundo orgasmos más agudo e intenso que el primero, el a su vez el agarró con fuerza mis pechos y sentí su orgasmo en mi interior, su pene estaba duro y palpitaba en mi interior a la vez que su deseo.


-Ha sido estupendo Nash, te he deseado tanto por tanto tiempo, que me parece un sueño esto.


-Lin, sabes tan bien que me pasaría toda la vida comiendo todo tu cuerpo. Cada uno de tus rincones.


Después de un rato nos levantamos y nos dirigimos a su habitación en el hotel para darnos una ducha. Al salir del baño me coloqué un albornoz y Nash me indicó que me acercase a la cama, él se sentó y yo caminé lentamente hacia él. Desató el cinturón del albornoz, dejándome totalmente desnuda, respiró hondo y se quitó el suyo. Me coloqué encima de él, situándome sobre su sexo y sentí su erección, eso hizo que me excitara aún más y noté como me humedecía rápidamente. Nash acercó su boca a unos de mis pezones y lo lamió lentamente jugando con su lengua, no podía evitar gemir, repitió lo mismo con mi otro pezón, mi cuerpo ardía, deseaba sentirlo otra vez dentro de mí. Alzó su mirada a mis ojos con deseo y ternura, se acercó a mi oído y me susurró.


-Eres perfectamente imperfecta para mí Lin. No sé cómo no me he dado cuenta antes, te deseo tanto que te voy hacer el amor durante toda la noche hasta que me pidas que pare.


-Bueno, dicen que las cosas buenas tardan en llegar ¿no? Nash, sólo voy a parar para pedirte más y más. -Contesté yo.







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