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A break.

Sus grandes manos le acariciaron las rodillas mientras su boca le robó un lento y adictivo beso. Ella se abrió a él, hambrienta por lo que le daba. Lo que la sorprendió fue el obvio espectáculo de necesidad de él con cada ferviente y cada vez más apasionado beso. Su pasión le quitó el aliento. Podía perderse en atenciones como ésta. Con su atención centrada únicamente en la posesión de su boca, apenas se percató de que sus manos se deslizaron entre sus muslos y empujaron las piernas abiertas hasta que el aire frío se precipitó a través de los ahora expuestos labios de su sexo. Gimió dentro de su boca y él se tragó el necesitado sonido.


Sus manos masajearon y acariciaron sus pequeños pechos. Cuando sus dedos rozaron sus pezones ella arqueó la espalda dentro de sus manos con un siseo de placer. Con el índice y el pulgar pellizcó sus pezones hasta que ella tomó aire con dificultad. El dolor construido junto al placer. ¿Cómo podía estarse quieta cuando cada caricia y cada sabor estaba diseñado para volverla loca? Ella gimió cuando sus manos abandonaron su cuerpo y se alejó. Los susurros de la multitud regresaron sin él allí para distraerla. Sus dedos se movieron rápidamente, abriendo ampliamente sus labios. Cuando estaba cerca de abandonar la lucha, los dedos se hundieron en su resbaladiza vagina penetrándola duramente. Pensó que lo había oído jurar una maldición al tiempo que movía frenéticamente los dedos dentro de ella, pero no podía estar segura mientras la impactante excitación aumentaba más alto que cualquier cosa que jamás había experimentado. Esos dedos se movieron dentro y fuera, atravesándola, frotando los tejidos ya excitados hasta que la combinación de todo ello explotó en su cuerpo.


Los músculos se contrajeron incontrolablemente mientras su cuerpo se sacudía en respuesta. Los gritos rasgaron su garganta y rebotaron por la habitación conforme la oscuridad la envolvió, dejándola conmocionada y temblorosa ante la fuerza de su liberación.
















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Farah 2.

Farah se movió hacia mi pecho y rodeó con la lengua cada uno de mis duros pezones mientras retocaba con las manos los músculos del otro lado. Entonces movió las manos lentamente por mis hombros, y dejó que la camisa se me deslizara por los brazos hasta terminar cayendo al suelo. Escalofríos me recorrieron la espina dorsal cuando noté sus uñas clavadas en mis abdominales hasta llegar a la cintura de mis vaqueros. Tiró de ellos, obligándome a acercarme más a ella, y luego sentí su mano acariciarme a través de la tela con la justa presión. -Farah… Fue todo lo que pude decir mientras intentaba desesperadamente no perder el control antes de haberle hecho el amor. Ella se quitó los zapatos a patadas y yo llevé las manos hasta el dobladillo de su vestido. Mi dedo pulgar acarició la piel desnuda de sus muslos color canela, pero ni de lejos aquello fue suficiente. Así que le levanté el vestido por encima de la cabeza para que se uniera a mi camisa en el suelo. Estaba impresionante con ese su

Completely yours.

-Nunca he hecho esto antes… -respondí un poco asustada. -No, ya lo sé Trisa. Así que si te hago daño o te molesta o no te gusta, necesito que me lo digas. ¿Vale? Para parar en el acto. -me dijo Ceran intentando tranquilizarme. Sentí cómo poco a poco ejercía más presión conforme fue moviéndose hacia dentro. Y luego, con un movimiento rápido, me penetró. Ahogué un grito ante la sensación, me tensé, contuve la respiración y las lágrimas se me acumularon en los ojos sin darme cuenta, quería que saliese de mi interior pero, me quedé quieta y cerré los ojos, dispuesta a no moverme ante tal sensación. -Respira, Trisa. Joder, tienes que respirar, que si no te vas a morir, mujer. ¿Te hago daño? ¿Quieres que lo dejemos?  La voz dubitativa de Ceran me hizo relajarme, mientras sus manos me acariciaban el cuerpo con cariño y depositaba pequeños besos en mi espalda. Tenía razón, una vez que intenté relajarme, el dolor punzante empezó poco a poco a desaparecer.  -Sigue Ceran, puedo con

Confesionario.

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