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Le passé 3.

Hugo se agachó y recogió su falda con una mano, sacándola hacia arriba, por la cintura. El arrastre lento del material sobre su carne la hizo estremecerse.  Su mano le rozó el estómago, sumergiendo su parte inferior sobre su montículo a través de su ropa interior. Gimió en la garganta de Naia y continuó su tortura. Naia se agarró al borde de la ventana con una mano y con la otra se sujetó contra la pared. Un suspiro duro y rápido silbó entre los labios de Hugo con suavidad. Metió los dedos dentro y fuera de ella muy lentamente, una y otra y otra vez. Tocando su humedad mientras empapaba su mano en su deseo. Naia se quedó sin aliento, a continuación, se quejó. Quería decirle que dejara de... realmente debía decirle que se detuviera, pero la invasión se sentía como nada de lo que había sentido nunca antes. Pronto sintió una deliciosa penetración rítmica que acabó con todo el pensamiento de su mente y la llevó cerca de un punto culminante. 


Él la besó con fuerza mientras que el final de su clímax todavía recorría su cuerpo. Al mismo tiempo, se levantó y e acabó por quitar lo que le quedaba de ropa. Hugo se llevó las manos a la cintura de su pantalón. Buscó a tientas, intentando deshacerse de ellos y finalmente liberado su miembro,  estaba rígido y listo, ancho y largo. 


Hugo enganchó una pierna alrededor de su cintura, dirigió su miembro hacia ella y la empujó hacia atrás. Naia gimió ante la sensación de ser llenada y estirada al límite máximo. Era como si hubiera desaparecido una parte de sí misma que había olvidado. Hugo cerró los ojos puso su mano contra la pared al lado de su cabeza y exhaló rápidamente. 


- Dios Naia, te sientes bien. Joder, realmente te echaba de menos. –gemía Hugo.


Abrió los ojos y mantuvo su mirada cuando se cruzó con él mientras ella sonreía. Las manos de Naia buscaron y encontraron la espalda de Hugo, arañándolo, movió las caderas hacia abajo golpeando y tratando de conseguir profundizar cada vez más dentro de su cuerpo. Hugo mantuvo el ritmo lento, tan lento y fácil que la hizo temblar de placer. Tenía la espalda contra la pared y cada impulso la empujaba contra él, aunque no le dolía mucho. Cerró los ojos rompiendo su mirada. Su cuerpo se trasladó hacia el punto de empuje. Era como un baile que había bailado un millón de veces. Su pene encajaba perfectamente. La cabeza frotaba de manera sensible el lugar más profundo de su interior con cada empuje y su cuerpo friccionaba su clítoris a la perfección. Volvió a Cerrar los ojos y sintió sus músculos internos apretar y liberarse alrededor de su longitud haciendo que el cuerpo de él penetrara aún más fácilmente en ella. Se mordió el labio inferior cuando las olas de su orgasmo se estrellaron sobre ella. 

Cuando el último espasmo la había atravesado, Hugo aceleró el ritmo. La levantó y, empujó más rápido y más duro en sus profundidades. Se aferró a ella con fuerza después de que ambos habían disminuido su clímax, cada uno con la respiración fatigada. Por último, Hugo se retiró de ella y la abrazó besándola en la frente, cara y la boca y enredando sus manos por el pelo.


- Naia, por favor, quédate conmigo, pero no solo esta noche, quiero que te quedes conmigo siempre. Te quiero, ahora sé de verdad lo que es querer a una persona, nunca lo supe verdaderamente hasta que apareciste en mi vida. Le diste un vuelco de 360 grados, con tu sonrisa, tus miradas retadoras, las peleas que teníamos y siempre acabábamos por arreglar, tu sentido del humor, el cariño que me demostrabas… Tengo mil motivos para demostrarte que lo nuestro tiene sentido, tengo mil motivos para que me creas de verdad, tengo mil motivos para que vuelvas a quererme Naia. -murmuró en la curva de su garganta.  


-Yo… joder Hugo, no puedes hacerme esto, no después de tantos años…  -a punto de llorar.

-Solo dime que sí Naia, y no volveré a dejarte nunca más. –volvió a decirle Hugo esta vez haciendo que ella lo mirase a los ojos.

-Sí, quiero estar contigo de verdad Hugo, sin mentiras y sin trampas. Quiero que solamente tengas ojos para mí porque yo los tendré para ti. Te quiero también. –Naia se humedeció los labios y desvió la mirada, casi sin creer que lo había dicho, ella nunca antes le había dicho te quiero, pues para Naia, esas palabras tienen un significado demasiado profundo. Ahora, sabía que estaba esperando por un hombre como él para decirlas de corazón.


-Quiero dormir junto a ti todas las noches y despertar a tu lado por las mañanas. Te amo Naia. –le respondió Hugo al  borde de las lágrimas también.


Ella sonrió, tratando de ignorar la sensación de que realmente lo amaba, no podía creerse como después e tanto tiempo, después de todo lo que había pasado entre ellos, por fin podían estar juntos.


Se dieron una ducha juntos, cada uno enjabonando el cuerpo del otro hasta que estaban listos para volver a empezar otra vez. Se desplomaron en la cama, sus cabellos y los cuerpos aún húmedos, los besos y la exploración de uno a otro con entusiasmo, con las manos ocupadas y la boca también. Realmente habían descubierto que por mucho que pueda pasar el tiempo, cuando un amor es verdadero, al final se volverán a encontrar en el mismo camino.







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