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Billiard Table 2.

Notaba como mi  glande estaba a punto de reventar, y sólo ella podía darme lo que  realmente necesitaba. Con la misma pasión con la que continuaba besándola, mis manos volvieron a masajear su trasero hasta excitarla aún más, primero  lo acariciaba suavemente para después estrujarlo un poco más fuerte y volver a aplicar el masaje delicado del principio, no sin antes demostrarle cuan duro me encontraba en esos momentos.


Ragna jamás se imaginó que unas cuantas caricias pudieran provocarle todo lo que estaba sintiendo, siempre había pensado que eso solamente sucedía en las novelas eróticas. Sentía en esa parte de su anatomía una excitación demasiado fuerte, era una mezcla extraña, entre una sensación de añoranza y de vacío que nunca antes había sentido. Sí, las caricias eran magníficas, pero necesitaba algo más, necesitaba que Loke la penetrase. Ragna se sintió curiosa y al mismo tiempo salvaje, deslizó sus manos por el cuerpo de Loke y se posaron sobre el enorme bulto que a duras penas ocultaba el pantalón. Lo acarició un poco, sintiendo que Loke comenzaba a moverse hacia adelante y hacia atrás, acompasando los movimientos de las manos de ella. La boca de él la liberó por un instante y soltó un ronco gemido de disfrute por lo que ella le estaba haciendo. Ragna se sintió poderosa ante esa respuesta y decidió avanzar con su tarea no sin antes lanzarle una sonrisa de triunfo. Retomando el beso, Ragna, buscó el botón del pantalón para tener el acceso deseado al pene erecto de ese hombre, dios mío que hombre,  lo sentí enorme entre mis pequeñas manos. Nunca antes se imaginó que pudiera haber un pene tan grueso y largo como el que tenía Loke, aunque claro estaba, no era conocido por su destreza en la cocina precisamente. Su mano comenzó a recorrerlo desde la base hasta la punta del glande para deleitarse.


No quería correrme tan rápido, pero sin duda era uno de los mejores masajes que había recibido mi miembro en toda su vida. Las manos suaves y pequeñas lo recorrían por entero haciendo una presión suave y a la vez firme. Entonces quiso compensarla por ello. Una de mis manos dejó el trasero de Ragna con pesar y la guie hasta el monte de Venus para acariciarlo con mi pulgar. Después de unos instantes, ese mismo dedo se metió por el elástico de las braguitas de Ragna y sentí la piel suave y tersa.  Añadí los dedos índice y corazón a la caricia y descendí un poco más para abrirse paso entre los labios vaginales que ocultaban la perla del placer.


Ragna abrió un poco las piernas para darle acceso a esos magníficos dedos que la exploraban con tanto interés. Sintió cómo aprisionaban su clítoris y lo oprimían para después liberarlo y volver a hacer lo mismo. Entonces ella comenzó a gemir más fuerte, comenzó a mover las caderas con una cadencia suave e incitante y aceleró la velocidad del masaje al largo y grueso miembro de Loke. 


Yo mientras tanto, seguí masajeándole el clítoris. Los dedos ahora los introduje más en los labios y encontraron la entrada. Allí el dedo corazón se aventuró y encontró la abundante humedad que le daba facilidad de acceso. Estaba tan excitada, tan caliente que pensé que me iba a correr, pues estaba a punto de hacerlo. Al dedo corazón se unió el índice. Mis dedos, comenzaron a entrar y a salir de la cavidad mientras que el pulgar tomaba posición sobre el clítoris para masajearlo. Ragna comenzó a aumentar el ritmo sus caderas y fue entonces cuando entendí que debía ir más rápido y así lo hice. Esta mujer era puro fuego.


Ragna estaba enloqueciendo de placer. Esos dedos la estaban excitando como nunca antes lo había hecho nadie en su vida. El tremendo masaje a su vagina y a su clítoris la estaba llevando a un punto máximo de placer y sabía que pronto estallaría. Su boca, todavía fundida en un beso con la de Loke, no dejaba de emitir gemidos placenteros y sus manos ahora apretaban con más fuerza la verga que acariciaba. Y entonces sucedió. Ragna tuvo un orgasmo, el mejor y más fuerte de toda su vida. Sintió que las paredes de su vagina de estremecían de placer sobre los dedos de Loke, mientras que el clítoris palpitaba haciéndola enloquecer de placer. Su boca se liberó del besó y comenzó a gemir mientras apoyaba la frente en Loke.


No pude evitar correrme entonces. Las manos de Ragna me estaban dando un buen masaje, o una buena mamada como queráis llamarlo, era tan deliciosas sus caricias y al oírla gemir ya no aguanté más. El semen salió hacia las manos de Ragna mientras mi cuerpo se estremecía y por mis labios salían los gemidos roncos que antes había oído en Ragna, solo que esta vez no eran de ella, eran míos.



Ahora sí, estaba lista para recibirme al completo.






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