Notaba como mi glande estaba a punto de reventar, y sólo ella podía darme lo que realmente necesitaba. Con la misma pasión con la que continuaba besándola, mis manos volvieron a masajear su trasero hasta excitarla aún más, primero lo acariciaba suavemente para después estrujarlo un poco más fuerte y volver a aplicar el masaje delicado del principio, no sin antes demostrarle cuan duro me encontraba en esos momentos. Ragna jamás se imaginó que unas cuantas caricias pudieran provocarle todo lo que estaba sintiendo, siempre había pensado que eso solamente sucedía en las novelas eróticas. Sentía en esa parte de su anatomía una excitación demasiado fuerte, era una mezcla extraña, entre una sensación de añoranza y de vacío que nunca antes había sentido. Sí, las caricias eran magníficas, pero necesitaba algo más, necesitaba que Loke la penetrase. Ragna se sintió curiosa y al mismo tiempo salvaje, deslizó sus manos por el cuerpo de Loke y se posaron sobre el enorme bulto que...