Pet presionó una vez más contra ella, dejando entrar la punta de su pene sólo un segundo. Alma lo sintió dentro y jadeó de nuevo. Sabía cómo darle placer. Una vez fuera, la dejó sentada sobre él. -¿Por dónde íbamos? -Preguntó con una sensual y traviesa sonrisa. -Ah, ya me acuerdo –se contestó a sí mismo, colocándose en la entrada de su vagina y penetrándola de nuevo sólo con la punta. -Justo por aquí ¿no? Alma le sostuvo la mirada, rezando para que no viese en ella todo lo que le estaba haciendo sentir. Eso la hacía vulnerable, pero un sexo tan bueno como el que le estaba dando aquel hombre no lo había tenido en su vida, y eso que en realidad no habían empezado. Pensaba que ya lo había vivido todo, pero la vida le regalaba una experiencia más. Pet la besó, mientras profundizaba la penetración muy lentamente, haciendo que temblara entre sus brazos. -Si no quieres que siga, dilo ahora. -Susurró, intentando que no se notara la ansiedad que sen...