Anna se abrazó a él con fuerza dejando que la apoyara contra la superficie de la pared del pasillo. Los besos se volvieron cada vez más urgentes, más ansiosos por explorarse, por reconocer cada centímetro de la piel del otro. Las capas de ropa comenzaron a sobrar y, mientras él la sujetaba, ella le introdujo las manos bajo la camiseta y comenzó a recorrer su torso con las yemas de los dedos, deteniéndose en cada músculo, cada hendidura, cada centímetro de aquella piel masculina y terriblemente sexy. Duncan sentía las caricias de Anna como una invitación, sus manos se deslizaban por su piel contuvo el aliento cuando después de largos segundos. Anna notó la dureza de su sexo se apretó con más fuerza a él, y Duncan la vio arquearse buscando la intimidad de la caricia de sus sexos. Ella era sexy y excitante, y se dejaba llevar de una forma primitiva y básica, como él. Anna comenzó a mover las caderas enredada a su cuerpo y con la espalda apoyada en la pared, lo miraba a los ojos hipn...