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Como un cuento.

Nos levantamos bastante temprano y decidimos salir un rato, para comer algo pues ni siquiera habíamos desayunado y teníamos que salir para seguir disfrutando del paisaje de las preciosas Highlands, como uno de mis numerosos sueños éste era uno( desde pequeña siempre me he interesado por todo lo relacionado con las Tierras Altas, desde informarme por su mitología, cultura, historia y leyendas hasta la lectura de los libros de narrativa romántica sobre ellos) venir a las Highlands era uno de esos sueños y nunca pensé que vendría a vivir aquí y menos con un marido. El resto de la tarde practicamos algo de pesca deportiva y senderismo, observamos todo lo que nos rodeaba, y yo parecía una quinceañera tomando fotografías de todo lo que observaba, como recuerdo de ese día que hasta ahora había sido perfecto. No podían faltar las excursiones culturales (Cultura, Gastronomía, Arquitectura y Arqueología) ni los besos y abrazos cada diez metros que no hacían más que encendernos. ¿Realmente había hecho bien casándome con un verdadero highlander? Se me olvidó mencionar que mi reciente marido era un highlander alto y muy robusto, tenía un cuerpo atlético pero no era de gimnasio más bien se parecía al cuerpo de un guerrero como los de antaño. Era moreno, con los ojos más verdes que haya podido ver antes, parecían esmeraldas transparentes y se volvían oscuros cada vez que me miraba con deseo. Lo conocí en un viaje de negocios, mientras me estaba peleando con un hombre por haberme insultado en gaélico (se pensaba que no sabía ese idioma, já) y al soltarle un puñetazo éste se apartó y acabé pegándome a un hombre que pasaba por allí en el momento menos oportuno, de la fuerza con la que le golpeé casi lo tiré de espaldas y en vez de enfadarse o ponerse a gritar como un energúmeno me sonrió y así comenzamos hasta día de hoy. Con esa sonrisa endiabladamente sexy que me derretía por momentos.

Tratamos de disimularlo pero ambos deseábamos regresar a nuestra casa, nuestras miradas nerviosas de reojo nos delataban. Deseaba cuidarlo y protegerlo pues muchas veces era un completo bruto y acabábamos discutiendo por tonterías pero lo que más quería era que me demostrase su amor como solo él sabía hacer y sentirme acunada entre sus brazos.

Regresamos después de la cena y nos metimos desnudos bajo las sábanas como la cosa más natural del mundo, como si lleváramos años compartiendo esa habitación. Una de sus manos se apoderó de mis nalgas y uno de sus dedos tanteo suavemente mi sexo. En silencio me estaba haciendo una pregunta y yo solo debía responder. Me acosté boca bajo sobre un par de almohadas pues las rodillas me temblaban como para sostenerme en cuatro. El por su parte se acostó encima de mí y pegó su pecho a mi espalda. Mi respiración estaba muy agitada y ambas manos se aferraban a las sábanas como si esperara una tanda de azotes.


- Tranquila gatita, pronto, muy pronto mo ghrá. Me dijo tratando de calmarme.


Yo asentí con la cabeza y entonces él se incorporó un poco y comenzó a bajar por mi cuello y espalda besándome sin detenerse, con sus labios y lengua. Su polla estaba cómodamente instalada en el canal entre mis nalgas y sus manos apoyadas en mi cintura. A medida que me besaba me iba relajando y soltando la sábana que tenía agarrada. Minutos después llegaba a su objetivo, mis nalgas, las cuales recibieron una buena dosis de besos y lametones. Posteriormente las separó con ambas manos y se hundió entre ellas con sus labios primero y luego con la punta de su lengua. Para este momento mis nervios habían desaparecido por completo y me dejaba llevar por la situación tan deliciosa de sentirlo lamer mi sexo y más de la manera en que lo hacía, con suavidad y devoción como si fuera su plato favorito el cual quería degustar sin remilgos.
Sus dedos reemplazaron su lengua y mientras hurgaba en mi interior me besó en los labios con desmesurada pasión, mordiéndolos hasta casi hacerme daño. Me tenía donde le daba la gana, a punto de ebullición, como si me fuese a incendiar de un momento a otro. Los movimientos de dos de sus fuertes y largos dedos en mi vagina se aceleraron.

Mi gemido fue la gota que derramó el vaso y ni corto ni perezoso apuntó su verga en mi sexo y de una sola embestida entró el glande. Lo dejó allí quieto, no retrocedió mientras ambos nos acostumbrábamos a la nueva situación. Yo trataba de vencer mis ganas naturales de apretar tratando de relajarme. El arrodillado entre mis piernas me tenía fuertemente agarrada por las caderas, no me soltaba y yo intentaba mirarlo por encima del hombro.

El continuó avanzando por mi estrecho canal de placer lentamente hasta llegar al final. Luego comenzó a moverse y yo me enloquecí, me moví hacia atrás y hacia delante para corresponder plenamente a sus embestidas cada vez más fuertes. Ambos gemíamos, casi gritábamos pero nada nos importaba, solo el goce, el placer, el disfrute, bebernos el uno al otro hasta la última deliciosa gota, amarnos hasta más no poder, ser uno solo. En ese momento no tuve uno sino dos largos orgasmos, cuyas contracciones provocaron que él también se corriera en mi interior, había sido sencillamente espectacular.
Nos acostamos de nuevo frente a frente para disponernos a dormir, ya oscurecía y el día había sido agitado, además nos esperaba otro día de intensa pasión. Antes de cerrar los ojos y caer rendidos al sueño hablamos un poco.


- Alguna vez te dije que eras en un 99.9% mi hombre ideal, lo recuerdas?  Le dije mirándolo con dulzura en la penumbra.

- Si, lo recuerdo, lo que no entiendo es sí después de esta sesión de increíble sexo lo soy en un 100%. Me contestó el intrigado y aguantando una risilla.

- Nunca me preguntaste por el 0.1% restante Nick MacRae. Le dije algo enfadada.

- La verdad es que sí, siempre he pensado que era por las veces que te hacía enfadar, las veces que luchábamos con la espada o las veces que me metía contigo por la diferencia de estatura mujer. Dijo riéndose a carcajada limpia.

- No es por todo eso, además McRae, te recuerdo que en más de una ocasión te he ganado yo. Era porque aún no había habido contacto físico es decir... Para mí, y sé que para ti también pues eres un hombre con las hormonas alteradas cual adolescente en celo, el contacto físico es importante y algo me decía que si no…

- ¿McRae? ¿Ya empezamos con las formalidades, acaso estás enfadada? Tranquila pequeña, se lo que quieres decir y para mí no ha sido fácil esperar pero que sepas que no me arrepiento de nada. Me dijo mirándome directamente a los ojos. 

- Yo creía que esperar sería lo mejor ¿sabes? Sí tú no te interesabas en querer solamente llevarme a la cama y por el contrario estuvieses interesado en conocer a mi persona, ese sería el momento en que yo me diese cuenta de que realmente estabas enamorado de mí y no querer meterme bajo tus sábanas y un “si te he visto no me acuerdo”. Cuando lo supe presentía que no iba a poder dejarte ir nunca más. Le dije acercándome más a él.

- Y después de haber pensado en todo ello Megan, ¿a qué conclusión has llegado mo ghrá?  Me preguntó atrayéndome hacia él.

- `S tusa gràdh mo bheatha. Espero que con eso haya contestado a tu pregunta. Le dije acariciándolo bajo la sábana.



Lo besé profundamente y pensé que aunque el concepto del hombre ideal es algo inexistente debido a la mala influencia de los cuentos, pues siempre he buscado un príncipe azul y no me había dado cuenta de que había encontrado un verdadero lobo feroz. Nick es todo lo que alguna vez he podido desear. Es como si toda la vida hubiera buscado llenar un vacío y por fin hubiera encontrado a alguien capaz de cerrarlo o mejor dicho, por fin había encontrado mi propio cuento personificado.









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