Él ya se estaba duchando. Le veía desde el dormitorio duchándose. Notó mi presencia, y me sonrió. Entré bajo el agua, le quité el gel de las manos y empecé a enjabonarlo. - Me ha gustado mucho. Le susurré al oído. Él no respondió. Pasé mis manos por su erección con esmero, deleitándome en sus pliegues, hasta que noté bajo mis manos como iba creciendo cada vez más y más. Fue él quien se arrodilló delante de mí sonriéndome y comenzó a pasar la lengua por mis muslos, su tacto se notó delicado, suave. Noté un fuerte mordisco en el interior de mi muslo izquierdo y entonces abarcó mi sexo con su boca, y su lengua apartó mis labios para penetrarme. La noté dentro, y sus dientes en mi clítoris. No necesitó más para volverme loca de nuevo. Pero no siguió. Sólo se levantó y se puso detrás de mí. Noté su sexo, hinchado y duro en mi espalda. - A todas os gusta, nena. Me rodeó con un brazo, haciéndome sentir muy pequeña a su lado, y metió inesperadamente dos dedos en m...