-¿Has cenado esta noche mujer? -Le preguntó él. -¿Cenado? ¿Cómo voy a cenar con lo que ha acontecido aquí?- Le dijo Helga sin mirarlo si quiera. -Bien, como quieras mujer, pero no quiero que adelgaces. A mí nunca me han gustado las mujeres delgaduchas. -¿De veras? ¿Y cómo os gustan las mujeres, exactamente, oh señor? -Con curvas. Con el pecho y las caderas proporcionadas, una cintura delgada y algo salvajes. Como tú, de hecho. -Dijo Dag, y la recorrió con la mirada. -¿Se supone que debo sentirme halagada? -No lo he dicho para halagarte, sino para responder a tu pregunta. Por supuesto, uno no puede evaluar por completo a una mujer hasta que esté desnuda. -Claro, cómo no ibais a pensar eso, vos el “Gran Dag”.- Le dijo Helga con odio. -Estoy seguro de que la mayoría de los hombres estarían de acuerdo conmigo. –Le respondió él acercándose. -Puede ser cierto eso señor. Pero mi experiencia con los hombres es limitada ya lo sabéis. -Y lo que has experimentado no ...