Ir al contenido principal

Marvin.

Mantengo la vista fija en su rostro y lo encuentro reconfortante. Me siento idiota y frustrada conmigo misma. Las dudas me asaltan de nuevo, y él también debe de notarlo, porque me coge en brazos y me lleva hasta la cama. Me deposita sobre ella con cuidado, saca algo del cajón de la mesilla de noche y se coloca encima de mí. Lo miro fijamente. Es algo extraño, pero observar cómo abre el envoltorio del preservativo con los dientes y lo desliza lentamente por su miembro hace que no pueda dejar de pensar en lo que está por venir.


-¿Estás bien Idalia? –Pregunta algo preocupado. 


Me coloca las palmas de las manos a ambos lados de la cabeza y me separa los muslos con la rodilla.


-Sí, totalmente Marvin. -Digo asintiendo con la cabeza sin saber muy bien qué hacer con las manos, que descansan a ambos lados de mi cuerpo.


Pero entonces lo siento en mi hendidura y vuelan hasta su pecho al tiempo que lanzo un grito ahogado. Me está mirando y mis ojos se niegan a apartarse de él, aunque deseo cerrarlos la verdad.


-¿Preparada nena? –Vuelve a preguntarme.



Asiento de nuevo y él empuja hacia adelante suavemente. Cruza despacio mi entrada y se desliza dentro de mí con una sonora embestida. Siento un intenso dolor que me hace gemir en silencio y le clavo las uñas en los hombros. Joder, tanto tiempo sin estar con un hombre…Me duele y no puedo evitar sollozar un poco.



-Joder Dalia, estás muy tensa, ¿Te estoy haciendo daño? –Dice intentando retirarse.



-¡No! Sigue por favor. –Le  grito.



-Dalia, dímelo para que pueda hacer algo al respecto. No quiero hacerte daño. Se queda quieto esperando mi respuesta.


-La verdad es que me duele un poco, has sido un poco brusco. -Admito mirándole fijamente a los ojos.


-Lo he notado. -Retrocede lentamente, pero no llega a salirse del todo.



Lo suelto inmediatamente y él vuelve a empujar, pero sólo hasta la mitad esta vez. Se retira lentamente y vuelve a deslizarse hacia adentro. De repente elevo las caderas, deseando que se hunda más profundamente ahora que el dolor se está desvaneciendo poco a poco. Se apoya sobre los codos y acerca la boca a la mía. Retrocede y vuelve a hundirse un poco más al tiempo que traza círculos con la cadera, acelera el ritmo y yo le sigo incitándole a ir más deprisa con otro golpe de la pelvis. Pega los labios a los míos y tienta mi boca con un breve lametón. No puedo más. Entra y sale de mí con movimientos perfectos mientras me mira a los ojos al ritmo de sus embestidas.


Sólo nuestros jadeos interrumpen el silencio que nos rodea. Ahora mismo me pregunto por qué me he estado privando de esta sensación. Es completamente diferente de como lo recordaba.  Noto cómo mis músculos internos se contraen a su alrededor, y siento cada una de sus deliciosas embestidas, que me acercan a marchas forzadas hacia el límite. Se inclina y me besa la nariz, entonces desciende hasta mis labios. De pronto, entra y sale de entre mis piernas y  siento que he perdido la razón. Aparta su rostro del mío y empuja las caderas hacia adelante, de una manera algo más feroz, casi animal. Me agarro a sus hombros y sacudo la cabeza con desesperación. Sus movimientos vuelven a ser controlados de nuevo, aunque más firmes, más precisos y consistentes. Le clavo las uñas de nuevo. No puedo evitarlo. Una oleada de chispas ardientes bombardea mi interior, estoy ardiendo, puro fuego saliendo de mis entrañas hasta llegar a todos los rincones de mi cuerpo.


Acerca el rostro al mío y me besa suavemente. Comienzo a notarlo, me cuesta fijar la vista y mis manos se aferran con fuerza a su espalda, o mejor dicho mis uñas se clavan con fuerza en su espalda. Siento una urgente necesidad conforme la presión se acumula más y más con cada maravilloso golpe de sus caderas. Se aparta de mi boca, vuelve a apoyarse en los brazos y comienza a bombearme firmemente. Noto como él se va tensando poco a poco en mi interior, y le cuesta mantener el control. Me apremia con más y más embestidas. Acelera el ritmo, aumentando con él la presión en mi sexo. Me aferro a sus antebrazos, empujo para elevarme un poco más en la cama y empiezo a agitar la cabeza de un lado a otro con desesperación.


No tengo ni idea de qué sucede. La habitación empieza a dar vueltas. Como si una bomba nuclear estallase entre mis muslos y grito. No puedo evitarlo. Echo los brazos por encima de mi cabeza y Marvin se deja caer encima de mí, bramando su clímax contra mi pelo, jadeando y deslizándose sobre mi húmeda piel. El palpitar suyo dentro de mí y el mío alrededor de él, es agradable, al igual que su respiración junto a mi oído.






Entradas populares de este blog

In the forest.

Así que como mis habilidades de comunicación verbal habían dejado claramente de funcionar, hice todo lo que pude para expresar mis sentimientos a través de otros medios. Lo besé como nunca lo hube besado antes. Todo lo demás dejó de existir: la tormenta, el hecho de que eran las cuatro de la mañana, el frío que sentía... Khalid nos giró hasta estar retorciéndome debajo de él, haciendo todo lo que podía por acercarme más y más a él. Al sentir mi desesperación, enganchó mi pierna desnuda a su cadera. La empapada tela de sus vaqueros presionaba justo contra mi sexo y gemí contra su boca. Él siempre sabía lo que necesitaba. Mis manos deambularon por su pecho desnudo, sus hombros musculosos, cada centímetro de piel que tocaba estaba mojado y resbaladizo. Lo rodeé con la otra pierna para mantenerlo presionado contra mí. Khalid me agarró el culo con una mano y movió sus caderas; su beso se volvió pasional y exigente. El dulce y suave taco de sus labios hizo que se me erizase el vello, sentir ...

Completely yours.

-Nunca he hecho esto antes… -respondí un poco asustada. -No, ya lo sé Trisa. Así que si te hago daño o te molesta o no te gusta, necesito que me lo digas. ¿Vale? Para parar en el acto. -me dijo Ceran intentando tranquilizarme. Sentí cómo poco a poco ejercía más presión conforme fue moviéndose hacia dentro. Y luego, con un movimiento rápido, me penetró. Ahogué un grito ante la sensación, me tensé, contuve la respiración y las lágrimas se me acumularon en los ojos sin darme cuenta, quería que saliese de mi interior pero, me quedé quieta y cerré los ojos, dispuesta a no moverme ante tal sensación. -Respira, Trisa. Joder, tienes que respirar, que si no te vas a morir, mujer. ¿Te hago daño? ¿Quieres que lo dejemos?  La voz dubitativa de Ceran me hizo relajarme, mientras sus manos me acariciaban el cuerpo con cariño y depositaba pequeños besos en mi espalda. Tenía razón, una vez que intenté relajarme, el dolor punzante empezó poco a poco a desaparecer.  -Sigue Ceran, ...

Intense

Lo necesitábamos, ese nivel de intimidad, antes de la separación. El dulce y suave tacto de sus labios sobre mi piel hizo que se me erizase el vello sentir sus dedos en mi cuerpo quemaba lentamente a medida que intensificaba las caricias. Anhelándolo para que me abriera y se arrastrara dentro de mí. Su aliento era cálido contra mi cuello mientras me arrancaba la ropa interior exponiéndome al húmedo y sofocante aire que nos rodeaba. Fue algo muy primitivo, la forma en que me agarraba y me miraba. Me tensé al instante cuando su mano recorrió mi muslo interno, mi respiración se convirtió en un largo suspiro.  Temblaba ante su contacto mientras se guiaba hasta lo más profundo de mí ser, en un instante me había rendido completamente a él, como siempre había hecho, como siempre iba a hacer. En un intenso forcejeo, sin dejar de poseer mi boca, me hizo tambalearme hacia atrás y entonces me reclamó. Mi cuerpo se tensó alrededor del suyo mientras pedía una liberación que pudiese eliminar...