Desde la primera vez que vine a este gimnasio y lo vi supe que ese hombre tenía que ser solamente mío. Terminó de hacer ejercicio dos horas después y como siempre pasó por mi lado y me saludó con una sonrisa perfecta, se dirigió hacia los vestuarios y un impulso repentino hizo que lo siguiese aquel día. Entré al vestuario masculino pues sabía que a estas horas de la noche no habría nadie en el gimnasio salvo él, el dueño y yo. Se desnudó poco a poco y entró en la ducha no pude más y mis piernas me llevaron a encontrarme con él. Entré, me desnudé y me acerqué a él muy lentamente, entonces mis brazos lo rodearon desde atrás por la cintura. Él para mi asombro no se inmutó y siguió enjabonándose, de repente quería irme de allí pues me sentía como una completa estúpida, pero de pronto él se giró y me agarró los pechos con sus manos y al tiempo que los frotaba muy dulcemente me retorcía los pezones ya erectos. Me dejé llevar por el placer que sus manos me proporcionaban. Quería más, y yo lo...